Este es el peor tipo de jefe que puedes tener (y no es del estilo que piensas)

  • Todos hemos conocido a personas en puestos de responsabilidad que nunca deberían haber llegado allí. Pero hay un perfil especialmente tóxico.
Tener una taza de café no te convierte en un buen jefe / Pixabay
Tener una taza de café no te convierte en un buen jefe / Pixabay

Las historias de jefes horribles se cuentan a patadas. Todos hemos sufrido a algún superior que creíamos déspota o incompetente y nos hacía la vida imposible, pero el peor tipo de mánager no es el que solemos pensar.

Como explica Scott Gregory, CEO de Hogan Assessment Systems y experto en Recursos Humanos, en Harvard Business Review, las características de los malos jefes están bien estudiadas, y encajan en tres categorías bien documentadas:

1. Jefes distantes

Crean distancia de los demás a través de la hiper-emocionalidad, una deficiente comunicación y un escepticismo que erosiona la confianza.

2. Jefes intensos

Dominan y manipulan a las personas mientras engrandecen su ego.

3. Jefes pusilánimes

Son condescendientes, excesivamente conformistas y reacios a correr riesgos o defender al equipo.

Todos hemos conocido a personas en puestos de responsabilidad que encajan en alguna de estas definiciones. De hecho, incluso los buenos jefes caen parcialmente en uno de estos grupos.

Sin embargo, como apunta Gregory, hay un cuarto tipo de jefe que es aún peor que cualquiera de estos. No es que sea incompetente, ni siquiera se comporta de forma narcisista o sociópata, simplemente no existe. Es lo que se conoce como un “liderazgo ausente”.

El jefe que pasa de hacer de jefe

Como explica Gregory, el liderazgo ausente rara vez aparece en la literatura empresarial, pero la investigación demuestra que es la forma más común de incompetencia.

Estos jefes se caracterizan por estar psicológicamente ausentes de sus roles como líderes. Disfrutan de los privilegios y recompensas de su puesto, pero evitan participar de forma significativa con sus equipos. En definitiva, viven de las rentas: sacan valor de una organización sin aportar nada a cambio.

Tener un jefe que te permita hacer lo que te plazca puede sonar ideal, especialmente si has sufrido a jefes que estaban todo el día encima tuyo. Sin embargo, una encuesta de 2015 elaborada entre 1.000 trabajadores demostró que ocho de las nueve quejas más frecuentes sobre líderes se referían a comportamientos ausentes: los empleados estaban más preocupados por lo que sus jefes no hacían que por lo que hacían.

Los líderes ausentes delegan toda responsabilidad / Pixabay
Los líderes ausentes delegan toda responsabilidad / Pixabay

Como apunta Gregory, la investigación muestra que ser ignorado por el jefe es más alienante que ser maltratado. Un liderazgo constructivo mejora inmediatamente la satisfacción laboral, pero sus efectos disminuyen rápidamente. Por el contrario, un liderazgo destructivo degrada inmediatamente la satisfacción laboral, pero los efectos se disipan después de aproximadamente seis meses. El impacto del liderazgo ausente tarda más en aparecer, pero degrada la satisfacción laboral de los subordinados durante al menos dos años. Es el más peligroso además desde el punto de vista psicosocial: es el que más estrés genera.

Desde el punto de vista del empleador el liderazgo ausente es también especialmente problemático. Aunque no deberían, muchas empresas toleran líderes déspotas si al fin de mes salen las cuentas, aunque suponga una carga para los empleados, pero ¿quién está dispuesto a pagar a alguien que, sencillamente, pasa de hacer su trabajo? La respuesta es: mucha gente.

Un líder ausente parece no dar problemas

Lo cierto es que, como apunta Gregory, muchas organizaciones no se enfrentan a los líderes ausentes porque hay otros directivos cuyo liderazgo es más abiertamente destructivo. ¿Cuántos jefes habrá en grandes empresas que están cobrando un sueldo astronómico por hacer absolutamente nada? Muchos más de lo que pensamos. Y su táctica es sencilla: pasar desapercibidos.

“Debido a que los líderes ausentes no generan problemas activamente, su impacto negativo en las organizaciones puede ser difícil de detectar, y cuando se detecta, a menudo se considera un problema de baja prioridad”, explica Gregory. “Por lo tanto, los líderes ausentes a menudo son asesinos silenciosos de la organización. Si no se controlan, obstruyen las arterias de sucesión de una empresa, impidiendo que personas potencialmente más efectivas asuman roles importantes y sin añadir nada a la productividad (…). Su efecto negativo en las organizaciones se acumula con el tiempo, en gran medida sin control”.

Identificar a los líderes ausentes es difícil, pues su especialidad es precisamente pasar desapercibidos, pero si los buscamos los encontraremos. Y es algo que puede marcar la diferencia en la guerra del talento. Puede que un líder ausente no sea especialmente molesto, pero recuerda que mientras siga ahí habrá otra persona verdaderamente válida que no estará aportando todo su potencial a tu empresa.

Mostrar comentarios