La mejor forma de elegir entre dos decisiones pasa por jugar a cara o cruz

  • Lanzar una moneda al aire puede ser un método de lo más eficiente para hallar la decisión más acertada. Y no tiene nada que ver con el azar.
A veces lanzar un euro al aire es la mejor forma de tomar decisiones / Pixabay
A veces lanzar un euro al aire es la mejor forma de tomar decisiones / Pixabay

En ocasiones es sencillo escoger entre dos opciones: tenemos claro enseguida cuál es la correcta. Pero, por desgracia, no siempre es tan sencillo tomar decisiones. Dudamos cuando leemos el menú de un restaurante, cuando elegimos entre comprarnos uno u otro abrigo o en el momento en que escogemos una de las colas del supermercado, pero también cuando se nos presentan dos proveedores con ofertas similares o hay que elegir entre dos candidatos a un puesto de trabajo.

Damos vueltas una y otra vez a lo mismo y, al final, elegimos una de las opciones sin tener claro si, quizás, hemos tomado la decisión equivocada. A veces, incluso, nos planteamos si no sería mejor no tener opciones, o tomar estas de forma totalmente aleatoria, lanzando una moneda al aire. Lo que no sabemos es que, de hecho, este último puede ser un método de lo más eficiente para hallar la decisión más acertada.

Como explican los expertos en liderazgo Friederike Fabritius y Hans W. Hagemann en su libro The Leading Brain: Neuroscience Hacks to Work Smarter, Better, and Happier, lanzar una moneda puede ser una gran forma de tomar una decisión.

“Si estás dudoso entre dos opciones que parecen aparentemente igual de buenas, lanza una moneda”, explican los autores en el libro. “Si estás satisfecho o aliviado por la decisión que la moneda ha tomado por ti, tómala. Si, por el contrario, si la decisión resultante de lanzar la moneda te deja incómodo e incluso te hace preguntarte por qué te jugaste a cara o cruz una decisión tan importante en primer lugar, entonces opta por la otra opción. Tu ‘instinto’ te alertó sobre la decisión correcta”.

Un método que ayuda a nuestro cerebro a pensar

Puede parecer que esta técnica es una chorrada, pero Fabritius y Hagemann explican en el libro que es perfecta para lograr que las decisiones conscientes casen con las inconscientes, al forzar al cerebro a tener una reacción en caliente respecto a una opción dada.

“Aunque existe una idea errónea de que las decisiones intuitivas son aleatorias e implican una falta de habilidad, ocurre justamente lo contrario”, apuntan los autores. “Las decisiones intuitivas son a menudo el producto de años de experiencia y miles de horas de práctica. Representan el uso más eficiente de la experiencia acumulada”.

Aunque la intuición es un concepto más bien filosófico, también ha sido objeto de estudio de la psicología y, claro está, la neurología. Las decisiones que consideramos intuitivas son tomadas por la glándula basal y la ínsula, dos regiones distintas del cerebro.

Los ganglios basales administran las rutinas y patrones almacenados que conforman tus experiencias. La ínsula se ocupa de la conciencia y es muy sensible a cualquier cambio en el cuerpo. Al tomar una decisión la parte inconsciente del trabajo empieza a trabajar en el problema de inmediato, aunque ni siquiera estés pensado en ello de forma consciente. Así, cuando finalmente tienes que tomar una decisión consciente, tu cerebro compara esta con la que previamente ya había tomado el inconsciente.

Por esto es tan útil lanzar una moneda, pues obligas al cerebro a confrontar su opinión consciente e inconsciente. Si estas no coinciden sientes que algo va mal, y aún estás a tiempo de rectificar.

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