El pasado marzo, Nike anunciaba la salida de su presidente, Trevor Edwards, quien abandonará el cargo el próximo junio. El movimiento, que podría parecer lógico teniendo en cuenta el desgaste que supone dirigir durante un lustro una compañía de semejante tamaño, se llevó a cabo tras una investigación interna debido a su carácter autoritario, que le llevó supuestamente en varias ocasiones a tener conductas propias de un acosador laboral. Ahora, dos meses más tarde, la marca de ropa deportiva se ha propuesto hacer una limpia de 'matones' que, en muchos casos, ocupan altos puestos directivos, tal y como apunta este artículo de Bloomberg.
La sensibilización conseguida en entornos laborales por el movimiento #MeToo, que surgió el año pasado a raíz de las denuncias sobre abusos y agresiones sexuales cometidos por el productor de Hollywood Harvey Weinstein, parece haber calado en la cultura de Nike, que en los últimos meses ha despedido a varios ejecutivos por problemas de conducta. Pero el problema no acaba ahí, ya que varios exempleados consideran que el problema de fondo en el seno de la empresa no es de tinte machista, sino directamente de acoso laboral: el pasado martes, Nike confirmaba la salida de otros cuatro altos cargos por quejas sobre su comportamiento, incluyendo a una mujer con más de 20 años en la compañía.
El mundo empresarial fomenta el acoso
“Algunas compañías se están dando cuenta de que un jefe acosador no es el mejor para dirigir una compañía. Quizás estamos ante un cambio de tendencia”, asegura David Yamada, profesor de derecho en Boston y experto en la lucha contra el bullying. El problema es que, tal y como sostiene Gary Namie, cofundador del Instituto contra el Bullying en el Trabajo, el mundo empresarial no sólo ha tolerado durante muchas décadas a este tipo de 'matones' en puestos de dirección, sino que prácticamente ha alentado este tipo de conductas para poder sobrevivir: “El acoso está intrínsecamente vinculado con el capitalismo”.
En 2017, la la Asociación contra el Acoso Psicológico y Moral en el Trabajo calculaba que al menos un 15% de los empleados sufren algún tipo de acoso en España, que van desde las agresiones verbales hasta una sobrecarga de trabajo con objetivos imposibles de cumplir. Incluso hay quien deja de ordenar absolutamente nada a sus subordinados con el fin de minar su moral y de tener un pretexto para prescindir de ellos. Otro sistema es el de difundir rumores difamatorios, una práctica que puede terminar por aislar completamente al empleado de sus compañeros.
La agresividad como medio para conservar el poder
“Hay mucha gente con talento en las empresas que ha sido marginada por sus responsables y jefes superiores para tratar de mantener su situación dominante. A menudo, las personas son ascendidas en función de sus relaciones con el jefe y no por sus resultados”, explica Shaz Kahng, una antigua ejecutiva de Nike que publicó en 2017, coincidiendo con el momento álgido del movimiento #MeToo, The Closer, una ficción basada en sus vivencias como mujer en una compañía dominada por hombres. Y, aunque quizás no tenga relación directa, la salida de Edwards, considerado el candidato ideal para ser el próximo CEO de la compañía, es una respuesta contundente de Nike a las acusaciones de ser permisiva con este tipo de 'matones'.
Sea por imagen o porque de verdad pretende cambiar su rumbo, lo cierto es que Nike pretende mandar un mensaje desde arriba, ya que el CEO actual, Mark Parker, se ha mostrado “preocupado” por las conductas vistas en su empresa, al tiempo que ha apelado, en discurso dirigido a la propia plantilla, a “cambiar desde un lugar en el que las voces más altas llevan la conversación a otro lugar en el que cada voz es escuchada”. Queda por ver si, tras su retiro el próximo agosto, Nike continúa con la senda de los últimos meses.
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