Pagó 215.000 euros para comer con Warren Buffet y la cita cambió su vida

  • Hoy Guy Spier es un exitoso inversor, pero su carrera en las finanzas comenzó en una de las empresas más inmorales de Wall Street. Esta es su historia
Guy Spier, tras nuestro encuentro en Value School. / M. A.
Guy Spier, tras nuestro encuentro en Value School. / M. A.
Guy Spier, tras nuestro encuentro en Value School. / M. A.
Guy Spier, tras nuestro encuentro en Value School. / M. A.

Guy Spier (Sudáfrica, 1966) es en la actualidad CEO del exitoso fondo de inversión Aquamarine, con sede en Zurich. Es un tipo tranquilo y afable. Pero no fue siempre así.

Spier comenzó su carrera en uno de los agujeros más ponzoñosos de todo Wall Street: D. H. Blair, un banco de inversión conocido por sus malas prácticas, que acabó intervenido por las autoridades.

En aquella época solo pensaba en ganar dinero, pero un encuentro con Warren Buffet –una de las personas más ricas del mundo, considerado el mejor inversor de la historia– le hizo cambiar para siempre. Hoy, aunque amasa una inmensa fortuna, su mentalidad ha cambiado. Y cree que, precisamente, el no pensar constantemente en el éxito es lo que hace a uno un buen inversor.

Esta es una de las lecciones que comparte en su libro La educación de un inversor en valor (Desto/Value School) –publicado hace casi un lustro en EEUU, pero traducido ahora al español–, que ha estado presentando en Madrid. Así fue nuestra charla:

En las notas promocionales de su libro se insiste en lo transformacional que supuso tener una comida con Warren Buffet. ¿Tanto impacto tuvo en usted?

Sí. Cuando decidí pagar esa suma para cenar con él sabía que era una locura, pero si no hacemos pequeñas locuras en la vida... Cuando lo hice de todas formas no sabía que iba a pasar, pero asumí el riesgo. Lo peor que podía pasar es que perdiera el dinero, no era más que dinero. La gente es diferente, hay gente especial, muy rara, y aunque pases muy poco tiempo con ellos se puede aprender mucho. Para mí lo más importante fue que el encuentro me ayudó a aceptar que ese hombre tiene cosas que yo no tengo. No puedo jamás ser Buffet, ni hacer las cosas que él hizo. Pero necesitaba conocerle para comprender eso en mi corazón. Eso me dejó libre para seguir mi viaje en la vida y ser la mejor versión de Guy Spier que puedo ser. Solo por eso el encuentro fue muy importante para mí.

¿Tanto como para pagar 650.000 dólares?

Yo pague una tercera parte de esto, dos terceras partes las pago mi amigo [Mohnish Pabrai]. Es el precio que se puede pagar por un Ferrari u otras cosas fantásticas. Ahora si quieres comprar esta cena cuesta 3 millones. El aire tiene vibraciones diferentes cuando estás al lado de un hombre así, y si pasas dos o tres horas con él lo comprendes. Además, en un encuentro como este tienes capacidad de encontrarte con gente con mucho poder y riqueza y saber cómo manejarte alrededor de ellos. A partir de entonces fue más fácil para mi tener gente como esa en mi vida. Aprendí muchas cosas.

¿Cuál es la mayor lección que aprendió en la comida?

Lo más importante personalmente es la idea de que no era ese hombre, y no podía tratar de ser como él. Pero la segunda cosa que aprendí fue la idea de la “tarjeta de puntuación interna”, que reside en juzgarte a ti mismo y no como el mundo te ve. Hay situaciones en la vida en que hacer lo correcto y ser conocido por el mundo por hacerlo van de la mano, pero hay situaciones donde tienes que hacer algo que no es popular, pero es lo correcto, y son esos momentos en los que se forma el carácter de una persona y se construye una vida de valores.

Porque, por lo que he leído, su carrera no empezó de la mejor forma posible.

El lugar donde trabajé, D. H. Blair, no era exactamente igual que la empresa que aparece en El Lobo de Wall Street, pero se le parecía bastante. En el ascensor había putas que iban al piso catorce para visitar a los brokers, había cocaína y mentíamos a los clientes, diciéndoles que una inversión era buena cuando sabías que la posibilidad de éxito era mínima. Eso era una realidad. Yo quería tanto tener éxito y hacer dinero rápido que pensaba que era la buena dirección. Esa sociedad cinco años después de que lo dejara tuvo una redada y la cerraron. Lo que hicieron no estaba en la zona gris, estaba en la zona negra. Algunos de mis jefes acabaron en la cárcel.

¿Cuándo se dio cuenta de que ese no era el camino correcto?

Desde mi primera semana sabía que el entorno no era bueno y tenía razones muy malas para quedarme allí. No quería que el mundo me viera como alguien que no había tenido éxito en su primer trabajo, después de pasar por la escuela de negocios. Pensé que tenía que hacer dinero y que todo Wall Street era así. Si me iba a otro sitio iba a ocurrir lo mismo. Si no tenía éxito ahí no lo tendría en otra parte. No era real, pero era lo que pensaba. No era feliz, pero por alcanzar mi objetivo hacía lo que fuera.

¿Por qué dejó la empresa?

Lo que me llevó a abandonar fue la lectura de un libro: El inversor inteligente, de Benjamin Graham. El prólogo era de Warren Buffet. Leí cosas muy lógicas, sobre cómo invertir en los mercados, y lo que estaba haciendo en D. H. Blair no tenía nada de lógico. Después de leer el prólogo, compré una biografía de Warren Buffet, The Making of an American Capitalist, cuando la leí me dije: “Quiero vivir su vida, hacer lo que él”. No miente, hace su dinero de una manera honesta, no vende cosas en las que no cree... Así empecé a pensar cómo llegar desde aquí hasta allá. Y es entonces cuando empezó mi educación real. Yo he estudiado en la Harvard Business School y en Oxford, pero no aprendí nada importante.

En un pasaje del libro se pregunta si su educación en estas universidades le hizo convertirse en un cómplice involuntario de la perversión del sector de las finanzas. ¿En qué medida cree que las universidades de élite están alimentando algunos de los comportamientos que nos llevaron a la crisis de 2008?

En gran medida. Es la arrogancia de gente que estamos separados del resto de la población y vamos a esas escuelas muy importantes, con gente muy inteligente, y salimos pensando que sabemos cómo funciona el mundo. Y no sabemos nada. Con esa arrogancia pensamos que si hacemos algo es siempre lo correcto. Ahora creo que fue bueno para mí que mi primer trabajo fuera tan malo, porque he tenido que pensar qué no entendía del mundo y qué tenía que aprender en realidad. Pero hay a mucha gente que eso no le pasa. Yo estudié con David Cameron y las decisiones que tomó en los últimos años, que llevaron al Brexit, son propias de alguien que no comprende el mundo como es en realidad, que tiene demasiadas impresiones del mundo que vienen de un círculo de amigos de la universidad muy restrictivo. Se creen que al salir de la universidad van a saber cómo manejar la economía, pero no es la realidad. Hemos hecho mucho daño. Las escuelas son las mismas, no se han reformado, y volverá a pasar lo mismo, solo hay que esperar a que llegue la nueva generación de la economía y la política. Mi generación ha vivido una crisis enorme y no nos va a volver a pasar, pero la gente que es 30 años más joven, que tiene 20 años, va a cometer los mismos errores en una o dos décadas.

Spier es un tipo simpático. / M. A.
Spier es un tipo simpático. / M. A.

¿Cree que Wall Street ha cambiado algo con la crisis?

No mucho. Algo que no entiendo es que la reserva federal de Estados Unidos ha dado mucho dinero a los bancos, pero si da dinero deberían haber cambiado a los directivos, que fueron los responsables. Debería haber una regla que dijera que si una institución financiera tiene que tomar dinero del estado, porque la supervivencia del sistema es más importante, que al menos se tome la dirección. La crisis de 2008 es el reflejo de cómo es la gente, y si la gente sigue siendo igual ocurrirá lo mismo cada 30 años.

Después de comer con Warren Buffet y empezar a pensar distinto una de las decisiones que tomó fue salir de Nueva York y mudarse a Zurich. ¿Cree que influye mucho en nuestras decisiones el lugar y el ambiente en que vivimos?

Sin duda. Al lado de mi oficina hay un jardín y tengo un cuarto para dormir. No duermo la siesta todas las tardes, pero son cosas que son muy difíciles en Nueva York porque siempre hay algo que hacer, hay demasiado movimiento. Se te pega por osmosis, aunque no hables con gente. Del lado bueno hay una energía muy buena.  Ahora creo que no es imposible tomar buenas decisiones en Nueva York. Es más difícil, pero no imposible, si tienes buenas relaciones con la gente que te roda. Pero en ese tiempo solo quería salir de allí.

Centrándonos en su forma de invertir ¿cuál es su regla de oro?

Una de las razones por las que he escrito el libro es que hay mucha gente, probablemente la que no sabe mucho de inversiones, que piensa que solo es cuestión de analizar correctamente y tener nociones de contabilidad y economía, conceptos técnicos, pero en libro insisto en que lo más importante es saber si te sientes bien haciendo una inversión, si te parece lo correcto. Tienes que leer y estudiar y llegado a un punto ir a un cuarto solo, sin nada, y pensar si estás haciendo lo correcto. Esa capacidad de conocerte a ti mismo es lo más importante, también para alguien que no es profesional. Debes pensar si confías en esas personas, en su empresa. Cada decisión que hacemos al invertir es un viaje interno personal y tenemos que dar cuenta de esto, no debemos basarnos solo en el análisis, eso es una parte, pero está esta otra. Hay muchos libros sobre contabilidad y como analizar compañías, pero muy pocos libros sobre la actitud que deber tener para invertir con éxito. Esto es lo que quería hacer con el libro.

Insiste mucho en la necesidad de tener tiempo libre, de no estar todo el rato pensando en el dinero.

A fin de año vamos a ir dos semanas a la Antártida, y vamos a estar sin conexión de internet ni nada. Algo que no me acuerdo si escribí en el libro es que estar desconectado es una muy buena forma de saber si de verdad confías en tus sociedades. Hay una expresión que dice que la acción no sabe que es tuya. Mirar la cotización no sirve de nada. ¿Por qué te da confianza ver cada noticia sobre la empresa? Viaja y desconectarte te da la oportunidad de pensar y reflexionar. Warren Buffet decía lo mismo, que quiere invertir en compañías que le permitan apagar Bloomberg, dejarla dos años y no tener miedo con lo que le vaya a pasar. Otra cosa que pasa es que si sigues cada pequeña noticia que salga sobre tus acciones te cansas. Si chequeo los precios de las sociedades en las que he invertido una vez por semana o por mes no cambia mucho y puedo utilizar mi cabeza para hacer otras cosas, pero es muy difícil de hacer. Llegó un momento en que descubrí que puedo hacerlo y no cambia el rendimiento.

Fotografía Warren Buffet para portada
Warren Buffet, el gran mentor de Spier.

Otro tema del que hablas mucho en el libro es sobre la filantropia. ¿Cree que la filantropía puede realmente construir un mundo mejor?

No soy muy experto en esta área, lamentablemente.

Pero tiene fundaciones ¿no?

Sí, es algo que hago con mi esposa, dar libros en escuelas en México. Pero no es como lo que hace Bill Gates. Damos dinero, pero entre invertir y ser feliz no tengo la capacidad de hacer más cosas. Mohnish [Pabrai], mi amigo indio, hace algo maravilloso. Es un problema que tengo resolver en los próximos años. Quiero dar más y de una manera más concentrada e inteligente. Pienso que en los EEUU el dinero que no das a tu fundación se lo vas a dar al Gobierno. ¿Quién va a gastar el dinero mejor? Yo creo que la gente puede hacer mejores cambios que el Gobierno. La filantropía es buena.

Buffet o Gates han comprometido la mayoría de su fortuna. ¿Qué opina de Bezos, que es el más rico y dona poquísimo dinero?

Es increíble. Bezos tiene más de 100.000 millones de dólares. ¿Qué pasa en el mundo? Mi familia por parte de padre salió de Alemania por ser judíos y tuvieron que empezar su vida de cero en Israel. Yo tengo la impresión de que estoy ganando lo que perdimos en la II Guerra Mundial. Yo como Bezos no he podido pensar que al final de mi vida voy a dar todo a una fundación. Es difícil para mí aceptarlo, porque quiero proteger a mis hijos. Entiendo que como sociedad es difícil, porque si doy dinero a mis niños, ¿por qué no a otros niños?

¿Le preocupa la desigualdad?

Es problemática, y yo soy parte del problema.

Pero ¿está dispuesto a pagar más impuestos?

No quiero pagar más impuestos. Algo que puedo decir es que en Suiza no me importa tanto pagar impuestos, porque lo que pago revierte en mí. Hay un sistema de transporte público, parques, muchas cosas de las que me beneficio, pero tengo la impresión de que en Inglaterra o EEEU si pago más al gobierno se va a otros lados de los que jamás voy a ver beneficios. Lo que es importante es la igualdad de oportunidades, no la igualdad en sí.

El problema es que no hay igualdad de oportunidades si las oportunidades están condicionadas por el dinero que tienen tus padres.

Es verdad. Todos tenemos que correr 100 metros, pero los niños ricos salen del metro 90 y el resto del 110. Eso no es justo. Pero es verdad que mis niños van a escuelas que cuestan mucho dinero, y son increíbles, pero es que yo quiero lo mejor para mis hijos. En Nueva York hay cosas que te hacen querer más dinero, y es verdad que en Suiza lo que quiero es más tiempo.

Tengo entendido que quizás se muda a Londres

Mis hijos están allí, e igual deberíamos seguirlos.

¿No le da reparo volver? Londres no es muy distinto a Nueva York...

No quiero hacerlo, estoy resistiendo. Pero cada vez paso más tiempo en Londres y es también una ciudad con muchas oportunidades, pese al Brexit.

¿Qué opina del Brexit?

Estoy muy triste. Para mí no va a cambiar nada, a los que les va a ir peor es precisamente a la gente que voto a favor del Brexit. No pensaba que una nación industrial avanzada y democrática podría tomar una decisión tan estúpida. Es increíble lo que ha pasado. Y va a disminuir los estándares de vida.

¿Y Trump?

Para mí es diferente. El Brexit es un cambio para 50 años o más. Trump es un presidente. Si hacen un impeachment durará dos años y en cuatro hay otras elecciones. Pienso además que Trump está haciendo muchas cosas buenas que alguien tenía que hacer, pero nadie quería hacer, por ejemplo lo que está haciendo con China. Queríamos ayudar a China para que pudieran crecer, y fomentar una clase media, pero ahora tenemos gente que tiene que trabajar y ganar dinero. No me gusta Trump como persona, pero los electores querían votar a alguien que cambie cosas, y eso lo está haciendo. En Nueva York si dices que no te parece tan mal Trump te critican, pero mucha gente lo piensa igual. La gente no dice que vota a Trump, pero le vota. Los demócratas piensan que van a ganar las próximas elecciones y yo pienso que no. La gente en las encuestas dice que no van a votar a los republicanos, pero sí va a hacerlo.

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