Licencia moral o cómo los empresarios justifican comportamientos poco éticos

  • Kenneth Lay, el ex CEO de Enron, era un gran filántropo. ¿Le permitió esto justificar uno de los mayores fraudes contables de la historia?
Sede de las oficinas centrales de Enron. / Thomas Hawk
Sede de las oficinas centrales de Enron. / Thomas Hawk

Cuando pensamos decidimos si un acto es bueno o malo creemos que nuestro juicio es estático, que siempre nos parecerá moralmente reprobable unas cosas y no otras. Pero lo cierto es que la moralidad no tiene nada de estático: cambia con el tiempo y todos nos contradecimos en un momento u otro.

Uno de los efectos más notables de este fenómeno es lo que se conoce como licencia moral: la forma en que justificamos actos a todas luces reprobables porque con anterioridad hemos hecho algo que consideramos bueno. Y esta suerte de bula individual está mucho más presente de lo que creemos.

Como explica en The Conversation Nishat Babu, profesora de comportamiento organizacional en la Aston University, un comportamiento considerado “bueno” provee al personal de una suerte de “créditos” morales, que permiten justificar comportamientos reprobables, de una magnitud muy superior. Y se trata de un efecto especialmente presente en la dirección de empresas.

Filántropo de día, corrupto de noche

Como advierte Babu, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que no debería ser otra cosa que una herramienta de gestión que permita a las empresas atender la demanda de sus grupos de interés más allá del mero beneficio económico, se utiliza como parte de esta licencia moral: hemos gastado un dinero en programas de voluntariado o en plantar árboles (por citar algunas de las falsas políticas de RSC) por lo que no tiene tanta importancia que no rebajemos nuestra huella de carbono.

Es un mecanismo que se ha estudiado académicamente. Un estudio que analizó la concesión de licencias morales dentro del contexto empresarial muestra que el impulso de los CEO de políticas de RSC se vincula posteriormente con una mayor irresponsabilidad social.

Presumir de sostenible no sirve de nada si no se aplican políticas reales. / Pixabay
Presumir de sostenible no sirve de nada si no se aplican políticas reales. / Pixabay

Algo parecido ocurre con la filantropía. Por ejemplo, Kenneth Lay, el ex CEO de Enron, una gran empresa que se fue a pique en 2001 después de que saliera a luz un enorme fraude contable, era conocido por ser un gran filántropo. “Es posible que sintiera que sus esfuerzos filantrópicos le proporcionaban créditos morales, lo que le permitía respaldar posteriormente los acontecimientos negativos dentro de la empresa”, apunta Babu.

Pese a esto, como plante la profesora, no está claro cómo funciona el mecanismo de las licencias morales. ¿Un comportamiento moral previo realmente proporciona créditos que puede utilizarse para permitirse un acto cuestionable, porque creemos que nos hemos “ganado” el derecho a hacerlo? ¿O podría ser que el comportamiento moral previo cambie el significado de la conducta cuestionable subsiguiente? Si, por ejemplo, hemos contratado con anterioridad a una persona con discapacidad o de una minoría racial podemos creer que está más justificado que el próximo empleado sea un hombre blanco. Y de hecho, esto es lo que ocurre en los procesos de contratación.

Políticas de limpieza moral

Al igual que existen las licencias morales, existe el fenómeno contrario, esto es, incurrir en comportamientos moralmente loables para compensar un pasado comportamiento reprobable, lo que se conoce como “limpieza moral”.

Se trata, en cualquier caso, de comportamientos públicos, que se realizan para compensar actuaciones que no se publicitan. Como explica Babu todo es una cuestión de imagen. “Parece que, como individuos, buscamos proteger, y en algunos casos incluso reforzar nuestra reputación a través de exhibiciones públicas de acciones morales. Y participar en un comportamiento moralmente cuestionable que nosotros mismos sentimos que hemos realizado no es algo que queremos transmitir. De hecho, la investigación ha demostrado que aquellas personas que son caritativas públicamente se benefician de una mejora en su reputación”. Y esto no quiere decir que, en conjunto, su comportamiento sea moralmente aceptable.

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