Actas de la reunión de septiembre

Los signos de flaqueza económica rompen el consenso sobre el alza de tipos en el BCE

El banco central optó por aprobar un incremento ante el riesgo de que un parón en las subidas diera alas a la inflación y esto forzara a aplicar políticas monetarias mucho más duras en el futuro para domesticar los precios. 

Lagarde
Los signos de flaqueza económica rompen el consenso sobre el alza de tipos en el BCE. 
Álvaro Ballesteros/ Europa Press

El incremento adicional de los tipos de interés en 25 puntos básicos ejecutado por el Banco Central Europeo (BCE) el pasado septiembre, hasta situar la tasa en su nivel más alto desde 2001 no contó con la unanimidad del Consejo de Gobierno del organismo, pero se llevó adelante por una "sólida" mayoría. El debate sobre esta decisión "reñida" contó con una gran división entre los que apostaban por decretar una pausa o continuar con el endurecimiento monetario, tal y como sugería Philip Lane, el economista jefe del banco central. Finalmente se apostó por lo segundo ante el riesgo de "especulaciones" sobre el fin del ciclo monetario y de que la inflación pudiera remontar.  

"Esta situación exigiría otra oleada de endurecimiento monetario más adelante, lo que podría tener consecuencias adversas para los mercados inmobiliarios y la estabilidad financiera en general", señalan para reiterar que "la falta de subidas también podría enviar una señal de que el Consejo de Gobierno está más preocupado por la economía y por una posible recesión que por una inflación demasiado elevada". Los síntomas de freno económico estuvieron detrás de esta discusión, según se desprende de las actas de dicha reunión, en la que admitieron que la actividad económica de la eurozona seguiría siendo moderada en los próximos meses, mientras las perspectivas a corto plazo "eran más débiles" de lo previsto.  

"En líneas generales, se había estancado (la economía) durante el primer semestre del año, y los indicadores recientes sugerían que también había sido débil o incluso se había contraído en el tercer trimestre. En concreto, citan los PMI, la ralentización de China, la menor demanda de las exportaciones y el impacto de las restrictivas condiciones de financiación. En este sentido, también citan la subida de los precios energéticos, que repercute de forma negativa sobre la actividad económica, pero presiona al IPC. Así, precisan que los miembros que apostaban por continuar con el alza de tipos "hicieron hincapié en los todavía elevados niveles de inflación y en el hecho de que una subida de tipos sería señal de la firme determinación del Consejo de Gobierno de volver a situar el IPC en el objetivo en el momento oportuno", apuntan en el documento.

Los 'halcones' se escudan en el hecho de que la inflación se habrá colocado por encima de su objetivo durante más de cuatro años, ya que las proyecciones apuntan a que no recortará hasta el 2% al menos hasta 2025. "Errar en el camino de la pausa la primera vez que la decisión estuviera reñida podría correr el riesgo de interpretarse como un debilitamiento de la determinación del BCE, especialmente en un momento en que la inflación general y la subyacente se situaban por encima del 5%", argumentan. Cabe recordar que el organismo con sede en Fráncfort revisó al alza sus expectativas de IPC en la región de la moneda única tanto para este año como para el siguiente hace un mes. 

Tras esta actualización, anticipa que los precios se incrementarán un 5,6% en 2023 y un 3,2 % en 2024, a causa de los costes energéticos. Sin embargo, actualizó a la baja sus previsiones para 2025, para ver el IPC en el 2,1%. Esta previsión fue acompañada de una estimación a la baja del PIB y ahora espera que la economía de la zona del euro crezca un 0,7% en 2023, un 1,0% en 2024 y un 1,5% en 2025. En el informe se precisa que "gran parte" del impacto de las subidas de tipos aún no se ha materializado, circunstancia que implica "que los riesgos a la baja para el crecimiento económico podrían ser significativos" aún.

De hecho, admiten que con la última subida se corre el riesgo de "repetir" la situación de 2011, cuando el último incremento se tuvo que revertir en la reunión siguiente ante las consecuencias económicas de la crisis de deuda soberana. Así, el BCE se decantó por continuar con su senda de política monetaria, pese a que los riesgos de tener que repetir el mismo movimiento que hace doce años "si la economía se debilitaba más de lo previsto, eran mayores que los de introducir una pausa en el ciclo de endurecimiento y tener que subir los tipos en una de las próximas reuniones". 

Está previsto que el organismo presiddo por Christine Lagarde se reúna dentro de dos semanas para dirimir acerca de su próximo movimiento. Todas las quinielas apuntan a que será en ese momento cuando decrete la pausa después de que la inflación interanual se haya moderado nueve décimas, hasta el 4,3% durante el noveno mes, marcando mínimos de dos años, en línea con la tasa subyacente -excluye los precios energéticos y los alimentos frescos-, que cae al 4,5%, restando presión al BCE.  

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