Corea del Norte buscó la reapertura sin condiciones del diálogo nuclear

  • Corea del Norte moderó este año su encendida retórica hacia la comunidad internacional e inició un acercamiento a EEUU y Corea del Sur para reabrir las negociaciones sobre el fin de su programa nuclear, estancadas desde 2008.

Atahualpa Amerise

Seúl, 6 dic.- Corea del Norte moderó este año su encendida retórica hacia la comunidad internacional e inició un acercamiento a EEUU y Corea del Sur para reabrir las negociaciones sobre el fin de su programa nuclear, estancadas desde 2008.

Aunque intentó limar asperezas, el aislado país comunista no alteró su programa de enriquecimiento de uranio, mientras en el plano político la progresiva consolidación como sucesor de Kim Jong-un, hijo menor del líder norcoreano, Kim Jong-il, siguió su curso.

El joven, que se cree no supera los 30 años, hizo gala en un puñado de apariciones de los rangos que se le otorgaron en 2010, cuando fue nombrado general de cuatro estrellas y vicepresidente de la Comisión Militar Central del Partido de los Trabajadores.

Sin embargo, en todas las ocasiones se le vio junto a su padre, que aún se mantiene en primer plano y cuyo aspecto hace pensar que su salud no ha empeorado más después de la apoplejía que sufrió en 2008.

Con Kim Jong-il, el "amado líder", todavía al timón, el régimen norcoreano insistió en que su polémico programa nuclear se enmarca en un proyecto pacífico de energía atómica de uso civil, pese a que EEUU y Corea del Sur lo acusan de tratar de desarrollar armas nucleares y, con ello, violar las resoluciones de la ONU.

Las relaciones norcoreanas con el Sur, que en noviembre de 2010 atravesaron un momento de máxima tensión por el bombardeo a la isla de Yeonpyeong, vivieron a principios de año la resaca de aquel suceso, que llevó a Seúl a aumentar un escalón más su política de línea dura.

Pyongyang vio cómo el Sur reestructuró la cúpula del Ejército, dispuso a sus fuerzas en máxima alerta y prometió responder de forma contundente a futuras provocaciones, mientras en el sector civil restringió al máximo los intercambios y vetó los envíos de ayuda humanitaria, incluso los de carácter privado.

Mientras tanto el régimen de Kim Jong-il persistió en su particular estrategia de doble vía, consistente en emplear una retórica agresiva contra el Gobierno surcoreano y, a la vez, promover encuentros para lograr pequeñas metas, como la recuperación de la ayuda humanitaria y otros proyectos intercoreanos.

También se mostró dispuesto a volver a la mesa del diálogo a seis bandas, que incluye a las dos Coreas, EEUU, China, Rusia y Japón para poner fin a su programa de desarrollo nuclear a cambio de ayuda financiera y energética, aunque insistió en que la negociación se debe retomar sin condición previa alguna.

Esta postura se topó con el rechazo de EEUU y Corea del Sur, que le exigieron que antes ponga fin a su programa de enriquecimiento de uranio y permita la entrada al país de inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Las dos Coreas mantuvieron algunos encuentros bilaterales militares a principios de año sin que hubiera ningún avance.

La tensión, sin embargo, fue decreciendo con el paso de los meses y en julio representantes de Seúl y Pyongyang aprovecharon la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Bali para prometer, en una inesperada reunión bilateral, esfuerzos orientados a reanudar las negociaciones a seis bandas.

Entretanto el líder norcoreano, Kim Jong-il, no descuidó sus lazos con su principal aliado y benefactor, China, y efectuó en mayo un viaje en su tren blindado para reforzar la cooperación y los intercambios con la segunda economía del mundo.

Además viajó en agosto al extremo oriente ruso, en su primera visita desde 2002, para fortalecer sus relaciones con el país vecino y también aliado, buscar ayuda económica y ampliar sus acuerdos energéticos.

De forma paralela representantes de Pyongyang mantuvieron varias citas a lo largo del año con delegados Washington que no lograron variar un ápice sus respectivas posiciones, por lo que la reanudación del diálogo a seis bandas no parece cercana.

China, que además de aliado político de Corea del Norte es un importante socio económico del Sur, muestra, como Rusia, una postura favorable -aunque ambigua sobre el modo de proceder- a la reanudación incondicional del diálogo, mientras Japón se ha alineado con Seúl y Washington y reclama, como ellos, un compromiso previo.

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