El caso del disidente chino Chen Guangcheng pone en una encrucijada a las autoridades chinas

  • Los analistas dicen que el caso del disidente, que ha apelado a Obama tras encerrarse en la embajada de EEUU, es una crisis que coloca a los líderes chinos entre la espada y la pared: aprovechar este momento como una oportunidad para hacer reformas o retroceder y aumentar la represión.

El disidente Chen abandona la Embajada de EEUU y se queda en China ante la denuncia de amenazas
El disidente Chen abandona la Embajada de EEUU y se queda en China ante la denuncia de amenazas
Benjamin Carlson, Hong Kong | GlobalPost

Los expertos dicen que el caso del disidente chino Chen Guangcheng, es una crisis que coloca a los líderes chinos ante una dura encrucijada: aprovechar este momento como una oportunidad para hacer reformas o retroceder y aumentar la represión.

Abogado autodidacta de origen rural y tremendamente popular, Chen se lanzó a una cruzada legal contra la férrea aplicación de la política de un hijo por familia, denunciando abortos y esterilizaciones forzadas a mujeres ordenadas por funcionarios en Linyi, un distrito atrasado en la provincia de Shandong.

Como respuesta, las autoridades le encarcelaron amparándose en acusaciones falsas. Tras cumplir su sentencia en 2010, ha estado bajo arresto domiciliario sin justificación legal alguna, y supuestamente ha sufrido abusos policiales.

Una noche de la semana pasada, se escapó con ayuda de unos simpatizantes. Posteriormente difundió un vídeo en el que apelaba al primer ministro chino Wen Jiabao para que se haga justicia. Algunos observadores aseguran que Wen y sus aliados pro reformistas podrían utilizar la notoria represión sufrida por Chen, que no está acusado de ningún crimen, para tomar una posición a favor de los derechos humanos.

En este escenario optimista, el Gobierno central podría culpar a las autoridades locales de abusos, abrir una investigación y comprometerse a asegurar la seguridad de Chen y su familia.

"Creo que es demasiado temprano para decir cómo va a resultar todo esto, pero el caso se suma a las voces que piden reformas", afirma Dali Yang, director del Centro de la Universidad de Chicago en Pekín. "En los últimos años ha habido frustración, porque las reformas políticas y legales no están avanzando en absoluto".

Pero otros expertos dicen que el resultado probable de este asunto será más grave. Aseguran que la presencia de Chen en contacto con EEUU da alas a los oficiales de la línea dura que ven detrás una conspiración norteamericana, igual que la vieron en el fallido intento de asilo del ex jefe de la Policía Wang Lijun (fue la aparición de Wang en la Embajada de EEUU en noviembre lo que terminó provocando la caída de Bo Xilai, una figura en ascenso del Partido Comunista).

Liderada por Zhou Yongkang, jefe del aparato policial en el país, la línea dura dentro del liderazgo chino ha aumentado enormemente la presencia y el poder de las fuerzas de seguridad, amprándose en la necesidad de "estabilidad".

Durante los últimos años han ido aumentando las voces que critican el excesivo poder que han acumulado las fuerzas de seguridad, que además son muy caras y a las que no se les piden demasiadas explicaciones, aunque eso no significa que se esté haciendo mucho por remediarlo.

Según la ONG Dua Hua, el número de prisioneros políticos en China ha aumentado de manera sostenida desde 2000, con cerca de 5.000 personas actualmente detenidas por motivos políticos.

"¿Supondrá esto un punto de inflexión? No", dice Joseph Cheng, profesor de Política en la City University de Hong Kong. "Las autoridades chinas quieren provocar un efecto de disuasión, para minimizar así las actividades de los disidentes".

La Policía ya ha tomado medidas contra la familia de Chen y quienes les ayudaron. Pe Heirong, un activista que vive en Nanjing y conductor del coche en el que huyó el abogado, está desaparecido bajo custodia policial. Cuatro miembros de su familia, incluida su hija de seis años, también han sido detenidos.

"En un corto plazo hemos visto cómo quienes le apoyaban han sido interrogados", dice Yang. "Se están esforzando en aumentar el control. En el corto plazo, hará que la vida sea aún más difícil para algunos de los demás [disidentes]".

Mientras tanto, el reloj avanza para EEUU y China. La huida de Chen no podía haberse producido en un momento más inoportuno para los das dos potencias, que se reúnen hoy para unas conversaciones estratégicas cruciales.

Bob Fu, de China Aid, una organización humanitaria cristiana de Texas que mantiene unos estrechos lazos con Chen, declaró al Daily Telegraph que "si quiere encontrar la seguridad y la libertad para su familia, la única opción que le queda puede que sea abandonar China".

Esta solución no sólo permitiría a Pekín salvar la cara, sino también liberarse de una figura clave de los derechos civiles en un momento en el que el Partido Comunista intenta minimizar las divisiones antes de su traspaso de poder del otoño, el primero en una década.

Él ya ha explicado hoy que, a pesar de lo acordado por Pekín y Washington, desea abandonar China y viajar hacia Estados Unidos con su familia porque considera que sus derechos y su seguridad no están garantizados en el país asiático.

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