Una hoja de ruta para el sector de a Defensa

Negocio en la OTAN: 60.000 millones en juego para fabricar las 'armas' del futuro

  • Nada será igual en la industria de la defensa. La IA, la robótica, la biotecnología y las armas hipersónicas serán las tendencias con mayor potencial.
Negocio en la OTAN: 60.000 millones en juego para fabricar las 'armas' del futuro.
Negocio en la OTAN: 60.000 millones en juego para fabricar las 'armas' del futuro.

Mientras el coronavirus parece cejar en su empeño de estrangular nuestra salud y economía, los 'think tanks' y organizaciones internacionales continúan analizando y diseñando el futuro que nos espera. Uno de los sectores en los que más cambios y adaptaciones se producirán será en la Defensa, un campo en el que la investigación y el desarrollo tecnológico es seña de identidad. Con este fin, la OTAN presentó el pasado lunes un informe que analiza las tendencias en materia de seguridad en un espacio temporal de 20 años. Hasta 2040 queda mucho tiempo, pero, a tenor del texto, nada será igual en la industria de la defensa. El informe, elaborado por la Organización de Ciencia y Tecnología de la OTAN, se basa en las ideas y aportaciones de 6.000 colaboradores de la Alianza, entre científicos, ingenieros y analistas.

El big data, la Inteligencia Artificial, la robótica, la tecnología espacial, la biotecnología y las armas hipersónicas, serán las tendencias con mayor potencial de cambio y suponen una recomendación para su desarrollo por parte de los países integrantes de la OTAN y su industria militar durante las próximas décadas. El documento ofrece un "panorama del futuro de la defensa, además de guiar la investigación de la OTAN y la de nuestros aliados, para garantizar que mantengamos nuestra tecnología punta durante los años venideros", en palabras del vicesecretario general de la Alianza, el rumano Mircea Geoană.

Dicha investigación en ciencia y tecnología que podría llegar a movilizar la impresionante cifra de 60.000 millones de euros, si atendemos al gasto en I+D que destinan los socios atlánticos para su desarrollo militar, y que estarán basadas, según el documento, en la integración de capacidades basadas en el combinación de varios factores, a través del desarrollo de capacidades analíticas centradas en el conocimiento y la inteligencia artificial y humana, la interconectividad, con la explotación de redes de sensores, fuentes humanas y vehículos autónomos, vinculados mediante nuevos métodos de encriptación y tecnología.

Junto a la inteligencia y la interconectividad, la OTAN señala a la tecnología distribuida y la digital como los otros dos vectores del destino de la I+D militar. La primera empleará sensores de almacenamiento descentralizado de datos a gran escala para lograr efectos disruptivos en el campo militar, mientras que la tecnología digital combinará el conocimiento militar para la creación de ecosistemas tácticos nunca antes soñados.

Para la OTAN, la naturaleza de los conflictos bélicos está cambiando radicalmente y de entre todos los factores que condicionan este cambio el tecnológico es el que presenta mayor valor significativo. Ahora bien, si el beneficio para los ejércitos es claro, la gran duda es el dinero. ¿De dónde saldrán esos 60.000 millones? La financiación de todo este 'paquete tecnológico' solo es posible repercutirlo sobre el presupuesto que anualmente destinan los países de la OTAN a su partida de I+D militar, un montante que siempre está rodeado de oscurantismo, en cuanto a la naturaleza militar o civil, y del destino último de sus fondos.

Armas supersónicas y conectividad

Solo durante 2017, el conjunto de los países miembros de la Alianza Atlántica dedicó más de 60.000 millones de euros a la investigación y desarrollo de las tecnologías apuntadas por la organización internacional. De toda esta tarta, Estados Unidos, como no puede ser de otra manera, se come la mejor tajada. Washington dedicó más de 51.000 millones de euros a sus principales programas e industrias de desarrollo tecnológico militar, que tienen en las armas supersónicas y la conectividad entre todas sus fuerzas militares (desde el último de los soldados hasta el más poderoso de sus portaaviones) como pilares de lo que consideran las ‘guerras del futuro’.

Junto con EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia, Turquía y Polonia son los estados que mayores recursos destinan en sus presupuestos a la investigación y desarrollo de programas y conceptos armamentísticos de nueva generación que redundan en sus respectivas industrias nacionales.

Un ejemplo emblemático es el de las armas hipersónicas, aquellas que superan en su vuelo, cinco o más veces, la velocidad del sonido, y su estrella, los misiles de crucero hipersónicos, que pueden desplazarse a más de 6.115 kilómetros por hora. Ahora bien, su empeño futuro depende tecnológicamente de hacerlos precisos para alcanzar en tiempo y forma el objetivo señalado. Es una revolución similar a la vivida durante los años 90 con la aparición de las primeras bombas inteligentes empleadas por cazabombarderos de la OTAN en la antigua Yugoslavia. En apenas un mes, Estados Unidos destinó más de 250 millones de dólares a un desarrollo necesario para contrarrestar la escalada armamentística con Rusia y China en el dominio de la velocidad hipersónica, imprescindible para que ningún sistema antimisiles pueda reaccionar ante un proyectil con una capacidad de destrucción brutal y a una velocidad que hace absolutamente imposible su derribo.

Un MV-22B Osprey del Cuerpo de Marines de EEUU en la Base Aérea de Morón el 29 de marzo de 2019-. /Capt Clay Groover/Us Marines
Negocio en la OTAN: 60.000 millones en juego para fabricar las 'armas' del futuro. / US Marines

Un movimiento similar ocurre en Londres, donde los más de 2.000 millones de euros que destina a la I+D militar van destinados a implementar sistemas de conectividad entre sus distintas capacidades militares. Un presupuesto que ha implicado una importante inversión para las empresas británicas. La apuesta permite a los F35, que desarrollaron en colaboración con sus socios estadounidenses y otros países, desplegar toda su eficacia, operando como auténticos cuarteles generales del aire, capaces de controlar y ofrecer información real al resto de unidades a la vez que pueden designar un objetivo, ordenar su destrucción a otro operativo y bombardear un objetivo distinto en cuestión de segundos.

Los 500 millones de España

En España, con apenas 500 millones destinados a I+D militar, las tendencias señaladas por la OTAN tardarán un tiempo en hacerse efectivas. El principal modelo de desarrollo de estos conceptos se experimenta en la Brigada 2035 (BRIEX), diseñado para la adaptación del Ejército español al nuevo campo de operaciones que se espera para entonces. El proyecto cuenta con la participación imprescindible de la industria militar española, siguiendo en parte las recomendaciones que la OTAN acaba de hacer públicas.

El Ejército de Tierra, desde 2018, destacó la importancia de identificar aquellas empresas que pudieran exponer sus productos, áreas de innovación y capacidades, creando marcos de colaboración público - privados para la búsqueda de acuerdos en materia de conectividad de los contingentes, desarrollo de redes, Inteligencia Artificial y robótica, para actuar como un conjunto de capacidades en un mismo escenario. Un proyecto que a escala nacional puede resultar afectado tras la crisis del coronavirus.

La OTAN ha marcado el camino que solo puede alcanzarse a través de los presupuestos destinados a I+D militar. Sin embargo, el informe no parece tener en cuenta el efecto de una pandemia que obligará al aumento de deuda en los países más castigados por la Covid-19. La mayor parte de los analistas coinciden en que las partidas militares serán las primeras en resentirse para sufragar el enorme gasto social y económico que seguro llegará. Los ministros de Defensa de los 29 países miembros deberán reunirse de nuevo para reflexionar sobre las implicaciones que tendrán los recortes en sus respectivas cuentas, algo que puede poner en tela de juicio el futuro de una I+D más militar y también más necesaria que nunca.

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