Senegal y China se enfrentan en las zapaterías

  • Senegal ha sido durante años la capital del zapato de África. Sin embargo, las exportaciones chinas de calzado se han convertido en una invasión para los comercios tradicionales. Los modelos que llegan desde el otro lado del Océano Índico copian el estilo de los hechos por los zapateros senegaleses, que con poco dinero no pueden mejorar su productividad.
Senegal ha sido durante años la capital del zapato de África. Sin embargo, las exportaciones chinas de calzado se han convertido en una invasión para los comercios tradicionales.
Senegal ha sido durante años la capital del zapato de África. Sin embargo, las exportaciones chinas de calzado se han convertido en una invasión para los comercios tradicionales.
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Drew Hinshaw, Ngaye Mekhe (Senegal) | GlobalPost

Durante años, esta pequeña ciudad fue la capital del zapato de Senegal. Los artesanos producían aquí los zapatos para todo el país y la gente venía de todas partes para comprar el calzado hecho aquí.

Pero en 2000 el negocio zapatero de esta ciudad empezó a desfallecer.

Ngaye Mekhe es un pueblo de artesanos, herreros, jinetes de carros tirados por caballos y especialmente de zapateros. Tenderetes al aire libre llenos de sandalias rojas, babuchas amarillas, mocasines verdes y sandalias en abundancia salpican las calles de la ciudad. Todas son de fabricación local, hechas con orgullo.

"Todo el mundo sabe que ésta es la capital del calzado", afirma el propietario de una tienda local, dice Momodou Thiam. "Zapatos senegaleses originales".

El énfasis en lo original. En un doloroso veredicto sobre el poder industrial de África, la mayoría de los zapatos senegaleses ya no se fabrican en Senegal. Este calzado artístico sinónimo de 'Thiossane' (patrimonio wólof) se está viendo sustituido por los productos llegados desde China.

Las exportaciones de China a África se multiplicaron por diez en la última década. En el caso de Senegal, sus importaciones chinas se triplicaron, pasando de 97 millones de euros en 2005 a 288 millones en 2009, según la Agencia Nacional de Estadísticas de Senegal.

Por su parte, en 2009, Senegal exportó mercancías por valor de 16 millones de euros, en su mayoría cacahuetes. En el mismo período, las importaciones de zapatos (incluidas las versiones chinas de los zapatos Ngaye Mekhe) crecieron un 64 por ciento.

"Esta es nuestra Thiossane, nuestra cultura, el trabajo de nuestros abuelos", dice Ibrahima Pene, de 38 años de edad, que ha estado tallando suelas y tacones de zapatos desde que tenía 13 años. "Pero hacia el año 2000 empezó a derrumbarse. Ahora, en 2011, esta industria está muerta".

Los artesanos de toda el África occidental se están enfrentando a las apabullantes corrientes de la globalización.

En Ghana, las imitaciones chinas rebajan el precio de los tradicionales tejidos batik, aunque para ser justos los tejidos batik nacieron en Java, y se imprimieron en Holanda desde hace siglos, mucho antes de que se convirtieran en la ropa icónica de África.

En Burkina Faso, vendedores de souvenirs venden conchas cauri sintéticas, las conchas, un talismán de África medieval que provenía de las Maldivas, a través de los barcos británicos.

Mientras tanto, los estantes de DVD nigerianos compiten con las cintas pirateadas que vienen de Tailandia de películas estadounidenses frente a las películas producidas en Nigeria, que ya están fuertemente influenciadas por las telenovelas mexicanas.

En un mundo donde el comercio está tan globalizado, un pueblo con tan poco dinero como Ngaye Mekhe difícilmente puede mantener el ritmo.

 "A decir verdad, el problema no son los zapatos chinos más baratos"dice Thiam. "Nuestro problema es nuestra propia carencia de dinero".

Con un poco de capital, zapatero tras zapatero dice que construiría la primera fábrica de cuero del país, una fábrica de procesamiento de cuero donde la piel de la vaca se introduce en un líquido alcalino que quema los pelos espinosos y afloja la piel.

A falta de ese sencillo tanque alcalino, Ngaye Mekhe depende de intermediarios senegaleses que venden a los artesanos el cuero por 5 euros y medio por 500 gramos de cuero, desde Italia o España.

"Hay muchas vacas en Senegal", dice Pene."Lo único que nos falta es una planta de procesamiento de cuero".

"Si la tuviéramos podríamos bajar el precio, manteniendo la calidad", coincide Moctar Gueye, otro zapatero.

Al igual que cientos de sus jóvenes vecinos que se han trasladado a Dakar, Gueye, también ha dejado Ngaye Mekhe. Este joven, que ha viajado por todo el mundo y ha ganado dos veces el premio al diseño de zapatos se mueve de feria en feria, arrastrando gigante sacos blancos de zapatos, que vende a todo extranjero que dedica un momento a escuchar la historia de su pueblo, a no ser que sean chinos.

"No les vendo porque podrían irse a su país y copiarlo", dice. En su lugar, va cambiando sus estilos, improvisando nuevos diseños más rápido de lo que se pueden replicar.

"No vamos en su misma dirección", explica. "Queremos mejorar nuestro know-how y copar una parte del mercado estadounidense".

De vuelta en Ngaye Mekhe, sus colegas ven la televisión en sus ociosos talleres, haciendo caso omiso de sus máquinas de coser, que están fabricadas en China. Todos están rodeados por un superávit absurdo de zapatos hechos a mano que nadie parece poder vender.

"Debe ser la crisis económica", opina Thiam. "La demanda de estos zapatos es muy baja. Algunas personas se han ido a Dakar, pero por lo general no encuentran trabajo, y vuelven de regreso. Por lo menos aquí no tienes que pagar alquiler".

"El pueblo está muerto", concluye. "Pero si hubieras visto este pueblo en su momento..."

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