¿Cómo se reinserta a un terrorista? España lo hace mal y el resto no mucho mejor

  • En España, para acceder a los programas de reinserción es necesario pedir perdón, pero no hay terapias previas que obliguen a los terroristas a comprender lo erróneo de sus acciones.

    Entrar en el Ejército, buscarles novia o participar en programas de radio... las ideas de otros países para desradicalizar a yihadistas tampoco están funcionado.

¿Cómo se reinserta a un terrorista? España lo hace mal y el resto no mucho mejor
¿Cómo se reinserta a un terrorista? España lo hace mal y el resto no mucho mejor

Tras los atentados de París, Francia se planteó una pregunta: ¿cómo reinsertar a aquellos yihadistas que en cuanto salgan de prisión seguirán los pasos de los terroristas de Bataclán?

Para ello, miró a Dinamarca, que puso en marcha un plan hace unos años en Aarhus, la segunda ciudad del país, detinado a evitar o, al menos frenar, el proceso de radicalización entre los jóvenes, especialmente, aquellos que se preparan para ir a combatir a Siria o acababan de regresar.

En los centros, se les ofrece apoyo y seguimiento psicológico, educativo o laboral y se le ayuda incluso a trasladarse a otra ciudad para que pueda cortar así contacto con el entorno fundamentalista.

Así, Francia ha abierto su primer centro de desradicalización yihadista, con un programa de diez meses de duración centrado en jóvenes de 18 a 30 años, y que cuenta con psicológos especializados, programas de formación profesional y grupos de apoyo y seguimiento.

España es uno de los países más amenazados por el yihadismo. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cuentan a su favor con la dilatada experiencia de la lucha contra ETA. Sin embargo, esta veteranía no tiene su reflejo en lo que a política penitenciaria se refiere.

Basta con echar un vistazo a la web de Instituciones Penitenciarias para ver que existen programas específicos de intervención para diversos colectivos. No obstante, no hay ninguno especializado en terroristas.

Entonces, ¿qué se hace en España?

La Constitución española señala en su artículo 25.2 que "las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social" y si bien es cierto que se han implementado programas como la Vía Nanclares, destinados a aquellos etarras que se arrepentían, su éxito ha sido muy cuestionado por las víctimas del terrorismo y diversas personalidades del ámbito jurídico.

Por otra parte, a imagen de Nanclares, Interior puso en marcha en 2012 un programa integral dirigido a presos por delitos de terrorismo vinculados no sólo a ETA, sino también a los GRAPO y los grupos yihadistas e incluso el crimen organizado, para facilitar su reinserción y evitar su radicalización en las cárceles.

Éste consiste en una serie de iniciativas orientadas a que los terroristas y miembros de organizaciones criminales conozcan la realidad social y reflexionen sobre su pasado con el objetivo de que vayan dando pasos hacia su integración en la sociedad democrática.

Los internos que se incorporen al programa participan en "aulas" dirigidas a su educación en valores de convivencia, tienen acceso a formación para facilitar su inserción en la vida laboral cuando recuperen la libertad y pueden incluso ser trasladados a centros penitenciarios próximos a sus domicilios, aunque las fuentes consultadas han subrayado que no habrá "acercamientos automáticos".

Pero la 'trampa' está en los requisitos para acceder a él: el primero de ellos es que el interno pida su incorporación al programa de reinserción, para lo que previamente deberá acreditar el rechazo a la violencia y su desvinculación de la organización criminal a la que han pertenecido.Pedir perdón... sin estar arrepentido

Para Antonio Romero, psicólogo especializado en el trato con presos, el problema de este planteamiento es evidente.

Por una parte, se obliga al preso a estar arrepentido, pero no se le ayuda a comprender lo erróneo de su conducta. "Hay que tener en cuenta que son personas profundamente radicalizadas. No son capaces de comprender que lo que están haciendo está mal. No matan a una persona, matan a un enemigo. Es necesario hacerles comprender que nada justifica arrebatar la vida a otra, ni la supuesta liberación del pueblo vasco, ni la yihad. Tienen que entender que no están ejecutando, están asesinando. No están defendiendo el bien. Es muy complicado que una persona llegue a la conclusión por sí mismo de que todo su planeamiento mental, sus ideas, sus valores... son erróneos. No son personas sin moral. Por el contrario, tienen un alto concepto de la misma, pero está deformada. Por ello, es esencial hacerles comprender eso", explica este experto.

Por otro lado, es muy difícil que sin una terapia que les haga comprender eso, se produzca un arrepentimiento real. "Aquí se les dice: pide perdón y accedes a beneficios. La tentación es clara: pido perdón sin sentirlo y me beneficio. Muchos se han quejado de que una vez que pedían perdón, los presos etarras no colaboraban con la justicia y seguían disfrutando de las mismas prevendas. Está bien ayudar al que verdaderamente se arrepiente, pero es muy fácil que sin ese trabajo previo, se 'cuelen' muchos falsos arrepentidos", concluye.¿Qué están haciendo otros países?

Muchos países están trabajando en este tipo de iniciativas con el fin de evitar que los terroristas que salgan de la cárcel, vuelvan a las andadas.

Así, en el Sureste Asiático, una región que sufre la amenaza de grupos islamistas autóctonos, destacan los casos de Singapur y el de Indonesia.

Singapur cuenta con un prestigioso programa de rehabilitación y reintegración de terroristas en los que participan las autoridades y la sociedad civil. Según explica la revista Foreign Policy "el programa parte de la premisa de que la mayor parte de los terroristas forman parte de clases pobres y marginadas, y eso es lo que los arrastra al Estado Islámico".

"Sus iniciativas de desradicalización se centran en las cárceles y se apoyan especialmente en organizaciones religiosas que propugnan una visión del islam moderada y respetuosa con otras convicciones", explican.

En Indonesia, los condenados por terrorismo deben acudir a un programa gubernamental de desintoxicación extremista antes de ser puestos en libertad, aunque la escasez de medios han provocado que su eficacia sea mucho menor al de Singapur.

También Arabia Saudí cuenta con iniciativas de este tipo. "A los beneficiarios del programa saudí, que se desarrolla principalmente en las prisiones, se les ofrecen terapias y educación religiosa a cargo de imanes para reorientar su fe; se les da acceso a programas deportivos, artísticos y culturales y, en algunos casos, se les facilitan un empleo y un coche o incluso se les ayuda a encontrar pareja.

El programa, cuyo objetivo es la reinserción social de los individuos radicalizados, tiene supuestamente un índice de éxito de entre el 10 y el 20% (el pesimismo de la cifra se vio reivindicado recientemente, cuando un joven al que se intentó desradicalizar saltó a los titulares de medio mundo como nuevo líder de Al Qaeda en Yemen)", continúan desde Foreing Policy.Pakistán: de la yihad al ejército

Pakistán es otro de los países preocupados por la reinserción y la radicalización. Si en otros países buena parte de los esfuerzos se dirigen a la población reclusa, en Pakistán se centran también en tres ámbitos más: las madrasas o escuelas coránicas, las mezquitas y el campo de batalla.

De esta manera, la faceta educativa del plan de desradicalización consiste en "reorientar estas escuelas hacia la enseñanza pacífica convencional, integrarlas en la red nacional y provincial de instituciones educativas y llevar un registro efectivo de las mismas para poder controlarlas e impedir que sirvan como plataforma de reclutamiento".

No solo eso: el plan también contempla reformas en las prisiones, cuyas deplorables condiciones las convierten en un entorno óptimo para la desesperación y la transmisión de ideas radicales violentas. "A su vez, jóvenes de entre 12 y 18 años que ya han tomado las armas por la causa yihadista han sido arrancados del campo de batalla y transferidos a escuelas militares para ser desradicalizados", desarrolla la revista.Uganda y Nigeria: programas de radio y formación de funcionarios

Esta última medida ha sido copiada por el Ejército ugandés, que ha lanzado una campaña de desradicalización destinada a atajar el reclutamiento de miembros por parte del grupo terrorista somalí Al Shabab y de la Alianza de Fuerzas Democráticas (un conglomerado de sectas islámicas y miembros de la oposición que está enviando a jóvenes ugandeses a luchar para grupos como Al Qaeda). "El programa incluye emisiones radiofónicas y televisivas y hace también uso de las redes sociales para informar a la población del riesgo de caer en las mallas del terrorismo", aseguran desde Foreing Policy.

En Nigeria, por su parte, donde la gran amenaza terrorista es Boko Haram, las autoridades han financiado un programa de desradicalización para frenar su reclutamiento en el norte del país, de mayoría islámica. El objetivo es "contrarrestar ideologías violentas para impedir el reclutamiento, y uno de sus campos de acción prioritarios es el de las cárceles", para lo que han formado a funcionarios de prisiones para trabajar en este ámbito, con objeto de rehabilitar a los detenidos por terrorismo, con la ayuda de psicólogos, trabajadores sociales, líderes religiosos y profesores.Reino Unido: un enfoque riguroso

Reino Unido es uno de los países que más ha invertido en medidas a favor de la reinserción de terroristas. De esta manera, los combatientes retornados de Irak y Siria están obligados a participar en programas de desradicalización.

Los combatientes retornados acceden a diversas actividades, algunas de las cuales tienen lugar en las prisiones, a cargo de imanes moderados dispuestos a enderezar la fe de los radicalizados, o bien mediante psicólogos especializados. Además, estas actividades orientadas a los combatientes retornados se simultanean con el programa Channel, que tiene un carácter preventivo y está dirigido a personas vigiladas por las autoridades por considerárselas propensas a unirse a grupos terroristas.

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