Por falta de adaptación jurídica

La 'zancadilla' alemana al gas ruso eleva el coste de la calefacción en toda Europa

Los mercados han lanzado una señal clara: cualquier tipo de medida que restrinja la llegada de gas a Europa supondrá un alza inmediata en el precio de la energía.

Gazprom
La 'zancadilla' alemana al gas ruso eleva el coste de la calefacción en toda Europa.
EFE

Cumpliendo esta máxima, el TTF holandés, el indicador de referencia que marca el precio del gaseoso elemento en Europa, se disparó un 17,8% el martes, día en que la Agencia Federal de Redes alemana dejó en suspenso temporal la validación técnica del Nord Stream 2, y otro 6% en el día de ayer, sobrepasando de nuevo los temidos 100 €/MW. La culpa de este desaguisado la tiene un tubo de poco más de un metro de diámetro en forma de gasoducto que transportará gas siberiano directamente al corazón de Europa. La diferencia fundamental con respecto a otras redes similares es que lo hará sin tener que pasar por terceros países, en este caso Ucrania.

La decisión alemana pone en peligro las esperanzas que millones de europeos habían depositado en esta infraestructura para paliar la escasez que se prevé para los próximos meses, los más duros y fríos del año en el norte y este de Europa y, lo que es peor, echa un jarro de agua fría en las ya de por sí congeladas relaciones entre la Unión Europea y Rusia. El breve comunicado del regulador germano pone el dedo en la llaga del conflicto que divide a Europa. Su conclusión se basa en la exigencia de modificar la personalidad jurídica de la compañía que operará en el futuro el gasoducto. 

Para que Nord Stream 2 pueda conseguir la certificación que le habilite a suministrar gas, será necesario que adopte la forma jurídica adecuada conforme a la ley alemana. “Nord Stream 2 AG, con sede en Zug, Suiza, ha decidido no transformar la sociedad existente (como le pedían las autoridades alemanas) sino convertir una empresa subsidiaria bajo la ley alemana”. Son dos cosas distintas y esta diferenciación es vital, ya que afecta únicamente al tramo alemán del gasoducto. En caso de adaptarse íntegramente a la legislación alemana, el canal quedaría sometido a la jurisdicción nacional en su totalidad y, por lo tanto, sujeto también a la aplicación del derecho europeo en todo su recorrido. Este aspecto no gusta en absoluto a Gazprom, la gasística rusa, que prefiere, lógicamente, la aplicación de un derecho distinto al comunitario en gran parte del trayecto de 1224 kilómetros.

Lo cierto, al margen de las consideraciones jurídicas, es que suspender la entrada en funcionamiento del gasoducto ha puesto de manifiesto la relación directa que existe entre energía y geopolítica. Las bazas rusas pasan por varios escenarios. En primer lugar, operar igualmente el gasoducto. En este caso, la empresa tendrá que afrontar unas multas extraordinarias que, con toda probabilidad, trasladará al precio del gas, por lo que Europa dispondría de energía, pero a un precio mucho más elevado del actual.

La segunda opción pasaría por mantener la ‘política de racionamiento’ con la que Gazprom está jugando en una estrategia que recuerda a la del perro del hortelano: ni le da Europa el gas que necesita ni puede prescindir del flujo que le llega desde Rusia. De esta manera, Alemania le habría dado a Moscú la excusa perfecta para escudarse en la falta de infraestructuras para cumplir con los acuerdos de suministro de gas que mantiene con la UE.

En tercer lugar, si se cumple el plazo de cuatro meses dado por el regulador alemán para que Nord Stream 2 actúe en consecuencia, Europa continuará viviendo al límite con un ojo puesto en los mercados energéticos y el otro en la factura doméstica e industrial de una energía esencial para afrontar la transición energética y para sostener la industria europea, muy amenazada también por la situación de la cadena de suministro mundial.

España también sufre en electricidad y gas

Los efectos de la zancadilla alemana al Nord Stream 2 también se reflejan en otros lugares de Europa. Ayer, el índice de referencia de gas de Reino Unido para entrega en diciembre subió otro 5%, pasando de 1,79 libras por termia (unidad de medida de energía equivalente a un millón de calorías) a 2,5 libras en apenas una semana. La Isla no está al margen de los vaivenes políticos del continente. El Brexit no ha servido para crear un mercado alternativo y autónomo que provea de energía a un precio asequible a 67 millones de británicos: más bien lo ha complicado todo.

Por su parte, el mercado ibérico del gas (Mibgas) sufrió una subida del 14,5% el martes, lo que anticipa correcciones en los días venideros. Con este panorama la esperanza de tener un inverno tranquilo se empieza a esfumar y pone en peligro las previsiones que situaban al primer trimestre de 2022 como el punto de inflexión en el que los precios del gas comenzarían a circular por la senda del descenso suave y controlado. Habrá que esperar unos meses más para que este deseo se note realmente sobre la factura de la luz.

Al igual que ocurría en el pasado, el incremento en el precio del gas tiene una repercusión directa sobre la factura de la luz. Para hoy jueves, el precio de la electricidad superará los 200 €/MWh, situándose en los 226,94 en las horas de máxima demanda. Estas cifras reflejan un incremento del 16,47%, empeorando la posibilidad de llegar a fin de año con una factura similar a la pagada en 2018, como anunció el presidente del Gobierno en el mes de septiembre.

Pese a que la entrada de gas ruso en España es prácticamente residual, el efecto geoeconómico de la decisión tomada por las autoridades alemanas trasciende las fronteras de su país y pone en la picota la auténtica losa que pesa sobre el abastecimiento de gas en la Unión Europea, que no es otra que la inestabilidad e inseguridad en su suministro. Es una carrera que, lejos de terminar, vuelve a poner de manifiesto la necesidad de que el nuevo gobierno surgido de las últimas elecciones alemanas tome las riendas de un mercado europeo cada vez más inseguro y falto de liderazgo.

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