La Píldora Económica

La economía solo crece por los márgenes bancarios y los conciertos de verano

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La economía solo crece por los márgenes bancarios y los conciertos de verano.
L.I.

La publicación de los datos de evolución de renta per cápita en España y la comparación con nuestros socios de la OCDE no nos lleva a ser optimistas en cuanto a la evolución de la productividad, que lo es todo en el largo plazo, pero sólo si la población y el empleo no varían. El bajo crecimiento de la productividad puede ir acompañado por un crecimiento económico elevado si aumenta la población y si el país, para ese nivel de productividad, es competitivo en el exterior. Este podría ser el caso de España, aunque también pudiera ser que la inversión en España es más baja que en los países de nuestro entorno, que también es el caso, especialmente desde el año 2018.

De hecho, es muy llamativo que la inversión siga sin recuperar sus niveles precovid, a pesar de las masivas campañas de lo importante que son los fondos Next Generation. Normalmente en el análisis de coyuntura económica realizamos los comentarios sobre el lado de la demanda, eso nos lleva a concluir que si hay un menor consumo y una menor inversión pero el país sigue exportando porque es competitivo, tenemos la percepción de que todo va bien, de que el país crece. Esto es así porque sus salarios comparativos en el sector industrial y sus ventajas de dotación de factores para el turismo llevan a mejoras del saldo neto exportador, que no se deteriora porque se importa poco dado la poca vitalidad del consumo y la inversión.

En este contexto, el frenazo del crecimiento de nuestros socios económicos estaría ralentizando nuestra economía vía menores exportaciones de servicios y de bienes. Y realmente las últimas cifras de crecimiento del PIB evidencian una pérdida de dinamismo de la economía. En el tercer trimestre del año, según la estimación avance del INE, el PIB español habría crecido un 1,8% interanual y un 0,3% trimestral, corregido de variaciones estacionales.

No obstante, lo obligado como economistas es preguntarnos qué podemos esperar de la economía española durante el próximo año, pero para ello lo primero es describir la realidad de la situación actual, aunque esta vez lo haremos por el lado de la oferta, donde, en mi opinión, las señales no son muy positivas.

En lo que respecta a la actividad, podemos decir que el único sector que muestra cierto dinamismo es el sector servicios, de hecho, es el único que se encuentra por encima de los niveles precovid, apuntalando la recuperación del PIB.

Dentro de este sector, ha sido muy relevante la evolución del comercio y la hostelería, muy relacionado con lo que es el turismo. Aparentemente y según los últimos indicadores conocidos, muestran cierto freno en su actividad.

Es importante prestar atención a la evolución de la actividad relacionada con el ocio, que evidencia por una parte un cambio en los hábitos de los consumidores hacia una mayor preferencia por el ocio en verano: conciertos, por ejemplo, y que en el caso de EEUU en el mes de julio supuso un récord histórico de contribución al PIB. Esto debería traducirse en un menor avance de esas actividades en este cuarto trimestre: es decir, el fuerte aumento de la actividad de este sector en el tercer trimestre del año, que explica en su mayor parte el avance trimestral del PIB, puede estar más relacionado con un cambio de hábitos temporales a nivel sociocultural que con un aumento de la actividad media en el año.

El otro subsector de servicios que se encuentra ya por encima de los niveles de 2019 son los servicios bancarios, que dada la mejora de márgenes durante el año sobre sus operaciones a tipo de interés variables  -pensemos en las hipotecas- y la colocación de depósitos de clientes no remunerados al 4% en el Banco Central Europeo (BCE). No es de esperar que aumente el crédito ni la rentabilidad de las colocaciones en el BCE, pero como la bolsa refleja, no son malas las expectativas para los próximos meses para el sector bancario.

En lo que respecta al resto de sectores, durante el último año han mostrado unos resultados muy pobres, siendo incapaces de recuperar los niveles de actividad anteriores a la pandemia. En el caso concreto de la industria, la información más reciente disponible apunta a una continuidad de su atonía, sin que ni la producción industrial, ni las exportaciones de bienes, ni la cifra de negocios del sector muestren síntomas de mejoría.

El sector de la construcción se enfrenta a problemas, algunos de carácter estructural, que señalan que su recuperación no se va a producir en los próximos trimestres. Entre los retos a los que se enfrenta este sector destaca la subida de tipos de interés, la más rápida y elevada de la historia del BCE.

Es necesario remarcar que este pobre desempeño de la actividad en el sector de la construcción se ha producido a pesar de las positivas expectativas que se tenían sobre él, debido a las importantes inyecciones de los fondos europeos Next Generation destinadas la rehabilitación de vivienda, buscando una mejora de la eficiencia energética.

De cara al próximo año, a pesar de que se espera que no haya más subidas de interés, estos van a continuar elevados durante un tiempo, y dada la moderación de los salarios reales ya es visible la caída de la actividad en la construcción que sigue con retraso a la reducción de las ventas de todo tipo de vivienda y a la caída de las nuevas hipotecas.

Por último, es importante analizar cuál ha sido la evolución del sector primario desde que estalló la pandemia. Este fue el único sector en el que no se registró un impacto negativo, ni de la pandemia ni del confinamiento, más bien al revés, su actividad se aceleró notablemente, siendo el único que creció. Este dinamismo continúo hasta el tercer trimestre de 2021, momento a partir del cual el sector inició un importante declive, que culminó con una caída acumulada hasta el momento actual de casi el 27% de su actividad, encontrándose en niveles significativamente inferiores a los registrados antes de la pandemia. Es curioso que hablemos en Europa de autonomía estratégica, y en España no prestemos una especial atención a lo que pueda estar ocurriendo en el sector agrario, que claramente vas más allá del tema sequía

Este fuerte deterioro del sector está muy relacionado con cuestiones climáticas. No obstante, existen otros factores como pueden ser los aumentos de costes, donde ha tenido un importante papel la energía y el impacto sobre los fertilizantes y los precios agrícolas de la guerra de Ucrania.

Pero, por qué no reconocer que los costes laborales en el campo no dejan de crecer pues están muy relacionados con el salario mínimo profesional, que España tiene ya una gran productividad agraria y que esos aumentos de costes no se pueden compensar. Y por último, que la caída, que es la más fuerte que existe en las estadísticas, no está en línea con lo que ocurre en Portugal, donde los costes laborales son muchos más bajos y hay margen para aumentos de productividad. Le diremos al gobierno español que pregunte sobre esto en el próximo encuentro bilateral, aunque ya no esté el anterior primer ministro socialista portugués, un político con honradez y vergüenza torera, o de forcado portugués.

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