Posdata

Oxígeno, por favor

De Pascuas a Ramos, la implacable existencia te saca tarjeta amarilla y te obliga a chupar banquillo, sí o sí, para evitar que te enseñen la cartulina roja.

El negocio que hay tras la demanda de oxígeno: sus productores disparan beneficios... y las ventas
Oxígeno, por favor
Pixabay

De cuando en cuando, nos levantamos y la vida es distinta. Un día vamos a trabajar y todo se ralentiza. De Pascuas a Ramos, la implacable existencia te saca tarjeta amarilla y te obliga a chupar banquillo, sí o sí, para evitar que te enseñen la cartulina roja. Es momento, entonces, de ver el encuentro en la distancia y esperar a la remontada. Queda partido y hay que jugar minuto a minuto con el único objetivo de ganar, como en ‘Evasión o victoria’, película que viene muy al caso dado que se basa realmente en un partido de fútbol en el que participaron exjugadores del Dinamo de Kiev, todo ello en el escenario de una Ucrania ocupada por la Alemania nazi. Caprichosa que es la casualidad.

De repente tienes a la izquierda a una mujer anciana, pelo cano alborotado y en posición casi fetal, a la que le falta el aire, que da o quita la vida; un poco más allá, a su lado, separada por una cortinilla, una mujer próxima a la cuarentena se parte por el dolor que siente en el pecho; enfrente, un muchacho joven al que le molesta la garganta; a la derecha, una señora llorando desconsuelo; a dos pasos, un señor mayor que pese a lo que exterioriza mantiene porte y altivez; y más y más y más… Y tú, entre ellos. Una sala de urgencias es el estrés entre cuatro paredes con gente mágica de blanco o verde moviéndose con naturalidad entre el, en momentos, caos absoluto.

Donde uno sucumbiría a los cinco minutos, ellos y ellas combaten una y otra vez como si nada pasara, sonríen, no pierden la calma, hablan de sus familias, de sus parejas, de sus cosas… como cuando te medio despiertas en una sedación y escuchas cómo zutanita se escaquea en cuanto puede. Rutinas como las de los fontaneros, los conductores de tren, los abogados, los dependientes, los periodistas…

La salud es un bien privilegiado para los que gozan de su compañía hasta el día que la pierdan, cosa que pasará más pronto o más tarde, y una pesada mochila para aquellos que tienen carencias ya. La gente aparentemente sana, no solemos darle importancia a estas cosillas mundanas hasta que nos dan un zurriagazo y mordemos el polvo de los senderos. Hacemos tantas cosas automáticamente que únicamente si algo falla caemos en la cuenta de para qué vale y lo que supone un ‘pinchazo técnico’. Respiramos sin saberlo, tosemos sin querer, estornudamos sin poder evitarlo, latimos porque sí…

En el día a día nos perdemos en disquisiciones, en discusiones y en problemas cuando la vida es sencilla: vivir y dejar vivir. Hoy Putin está empeñado en complicar la existencia a sus vecinos ucranianos, que se han revuelto como gato panza arriba ante las pretensiones rusas de ganarle habitaciones a su casa. También hoy, la economía y la sociedad mundial se atragantan con las consecuencias de una crisis que se cocinó en la pandemia del coronavirus y que se ha servido como plato indigesto con la invasión territorial por las armas de un estado que quiere ser como es, sin más.

Hoy, 2 de Mayo, Madrid conmemora cómo los ‘ucranianos españoles’ de 1808 le pegaron de gorrazos a los estirados franceses de aquellos tiempos y les mandaron calientes a casa tras los Pirineos. Ahora, Francia apoya a Zelensky, cuando siglos atrás le robaba la vida y las ilusiones a los paisanos de aquí. España hizo tanto de lo mismo en aquel Imperio donde no se ponía el Sol… Error de muchos, consuelo de tontos.

Giro la cabeza a la derecha y constato que un monitor me dice cómo estoy en su bingo de números cambiantes y en sus curvitas repetitivas de color verde eléctrico. Miro hacia arriba y a la izquierda veo burbujear un bote de líquido conectado al ‘enchufe’ del oxígeno. El oxígeno, que cosa. Eso que era un cuadradito más en la tabla periódica de los elementos del bachiller resulta que es vida gaseosa, un chute para dejar de ser, de manera forzada, un pitufo cianótico.

Cuando los de blanco te miran y preguntan “¿Usted es así?” acojona, digo. Si vienen más y te miran ojipláticos, hay que hacer entonces rápidamente el test de Tarradas, donde solo una respuesta es cierta y el resto, chorradas:

Cuatro opciones para “¿Usted es así?”:

a) Vaya, he ligado.

b) ¡Oiga, sin faltar!

c) No me mires, no me mires, déjalo ya, que hoy no me he peinado a la moda…

d) Me falta oxígeno en sangre.

Ahí empieza un partido del que eres espectador pero en el que te juegas todo al resultado final, como en un ‘all in’ al póker. Evasión o victoria.

Buena semana.

Mostrar comentarios