OPINION

El mito del arrastre de audiencia tras el fútbol (que sufrió Telecinco con Matamoros y Lecquio)

Ahora la mundial
Ahora la mundial

14.800.000 espectadores y un 74.1 por ciento de cuota de pantalla congregó el minuto de oro, el instante más visto, del encuentro entre Irán - España de este Mundial de Rusia. En total, un 68.9 por ciento de share y 11.481.000 de espectadores de media.

Nunca falla. La Roja es un huracán en audiencias. Sin embargo, Telecinco tiene problemas para retener a este público futbolero cuando termina el encuentro.

En televisión, se suele hablar de que después de un partido rompe-audiencias existe un arrastre, que es infalible para cualquier producto que se emita después. Pero el efecto arrastre es, en realidad, un mito.

Claro que hay una audiencia que se mantiene en los minutos posteriores al encuentro, pero ese mismo flujo de audiencia huye sin piedad, y a toda prisa, si observa que el contenido posterior no es de la calidad suficiente o no congenia con su mismo perfil de interés.

Es lo que ha sucedido esta semana con el programa especial, posterior al Irán-España, que se sacó de la manga Telecinco en la noche del miércoles. Incluso la cadena de Mediaset intentó potenciar el trasvase de espectadores realizando una conexión con el equipo de deportes desplazado a Rusia con los tertulianos que se encontraban en el plató de Madrid, con Joaquín Prat Junior como presentador. No funcionó.

Este formato, llamado Ahora, la mundial, sacó un dato paupérrimo en comparación con el partido. Sólo un 9.5 por ciento de cuota y 1.387.000 espectadores. Ni siquiera pasó la barrera psicológica del diez por ciento de share, que define un mal o un fatal estreno.

La culpa de tal mal dato se visibiliza con la reacción en la conexión de Camacho desde el estadio, haciendo gestos de estupor como intentando querer salir corriendo para no tener que dirigir palabra a los colaboradores en el show paralelo del estudio en Madrid. Expertos en la materia como Kiko Matamoros y Alessandro Lecquio.

En el plató, com el mismo decorado de Hable con ellas y Viva la vida con Toñi Moreno disfrazado con una tópica moqueta de césped artificial por aquello de emular a un campo de fútbol,  se había optado por un corrillo con dos estrellas invitadas que lo mismo te hablan de polígrafos, que de Supervivientes, que de Sálvame o de fútbol. Manejan muy bien "el tono" del canal y saben azuzar la polémica. 

Así, Telecinco intentaba llevar el lenguaje de la cadena al deporte rey, buscando fusionar el interés de parte de la audiencia del encuentro anterior, con el público fiel de la emisora y todo aderezado con la indignación que produce tal cóctel en el ojo de los espectadores restantes. Como conclusión, el programa fracasó. Porque ni hablaba de futbol ni hablaba de cotilleo.

Un batiburrillo que recuerda que el mito del arrastre de audiencia tiene más que ver con la calidad del programa que se emite después que con la casualidad. La audiencia no se queda con amor ciego en la emisión. Se queda si el producto es atractivo para el mismo target del encuentro futbolero, y este experimento de La Mundial parecía más una tertulia de varietés amateur que un formato de prime time a la altura del nivel en el que está el fútbol en una competición como es El Mundial.

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