ANÁLISIS

La (olvidada) otra regla para el éxito de 'Mask Singer'

Huevo Mask Singer
Huevo Mask Singer
Atresmedia

Se suele explicar que el fenómeno de 'Mask Singer' se sustenta en poner a la audiencia a jugar con esa ingenuidad que es el gran motor de la televisión. Hay que adivinar quién está debajo del disfraz. Y, así, el show reúne las cualidades para reunir a la familia frente al televisor, pues los papás tienen la curiosidad por descubrir la celebrity escondida mientras que los más pequeños se divierten con los disfraces.

Pero no vale cualquier disfraz. El guion del formato debe articular personajes con la gracia suficiente para que sus actuaciones musicales atesoren una historia que no deje de sorprender con el paso de las semanas (y las temporadas). O el programa va perdiendo interés con la pérdida del efecto asombroso inicial de su mecánica. Para mantener este clima sorpresivo, es útil utilizar referencias culturales en la elección de máscaras, canciones y sus puestas en escena. Difícil, pero no imposible. Hay que huir de lo evidente, para atrapar al espectador con cierta travesura.

También es importante que los propios personajes transmitan estar implicados en la competición. Eva Hache, que hizo de Cactus, tuvo esta actitud. Porque para el programa es fatal que parezca que todo está decidido de antemano, que dé la sensación de que los nombres se van marchando según su caché, compromisos o capacidad de aguante debajo del disfraz. De esta forma, se diluye la fuerza de plasmar la rivalidad por ganar que es el objetivo épico que alimenta el desarrollo narrativo de cualquier talent show. Lo suyo, de hecho, hubiera sido que se hubieran ido marchando aquellos que son descubiertos por el jurado.

Aunque el gran factor para el éxito con el que nació 'Mask Singer' en su premisa internacional original y que no se ha podido alcanzar en muchos países es que lo suyo es que el popular que está debajo de la máscara tenga una portentosa voz que la población desconoce. Por ejemplo, un jugador de fútbol cantando con una belleza que nadie se esperaba y, cuando se quita el disfraz, el público se queda en shock con su talento oculto. En cierto sentido, es lo que Antena 3 ha pretendido contando con cómicas como Eva Hache que tiene una habilidad paralela como cantante. 

Porque la gracia de 'Mask Singer' también estaba en descubrir talentos ocultos. Sin embargo, las canciones están tan producidas que ese poderoso factor que podría atesorar el show no existe. Las voces, en su mayoría, están muy retocadas. Falta esa energía del efecto del giro dramático inesperado que, en el fondo, es lo mismo que produjo el furor por Susan Boyle cuando apareció en 'Got Talent': la atrayente épica del talento inesperado que desmonta prejuicios. La diferencia es que en populares encontrar un casting así es muy complicado. Ni todos quieren participar, ni todos tienen talentos realmente ocultos. Así que la olvidada otra regla para el éxito de 'Mask Singer' está bien sobre el papel, pero probablemente es más excepcional de lo que la realidad permite.

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