PALABRAS (CASI) PROHIBIDAS

La polémica sube el share, ¿los expertos bajan la audiencia?

Ana Rosa Quintana entrevistando a un experto
Ana Rosa Quintana entrevistando a un experto
Mediaset

Dicen que la palabra 'experto' no funciona en televisión. Al nombrarse, la audiencia se espanta y cambia de canal. Como si de forma fulminante se asociara 'experto' a un profesional que va a narrar un largo rollo evitable. En cambio, recalcar el palabro 'polémica' propulsa la audiencia. No sólo en televisión, también en artículos. De ahí que las polémicas crezcan en los titulares de la prensa viral. Aunque sólo sean anécdotas.

'Anécdota' también es otra palabra que brilla en televisión. En 'Tu cara me suena' hasta aparece sobreimpresionada en pantalla con mucho humor cuando Lolita se arranca a explicar alguna de sus vivencias. Ella engancha como pocas, pues explica con un cúmulo de expresivos detalles que atrapan con magnetismo la curiosidad del espectador. Es importante esto. Más que resumir hace al público partícipe, ya que da nombres, apellidos y, si hace falta, hasta el código postal de donde sucedió la situación memorable. Se compromete con lo que cuenta y, entonces, el público se identifica, pues casi se transporta al lugar en el que aconteció la historia. 

Lo que recuerda la importancia de los matices que otorgan el contexto. Otro término vital, 'contexto', para asentar cualquier propuesta en televisión. Pero, sin embargo, hay otra palabra, 'ritmo', que provoca que en la tele de hoy el relato se pueda acelerar hasta pasar por alto esos detalles que hacen que el espectador entienda mejor y empatice con lo que se cuenta. 

Cuando el 'ritmo' se confunde con velocidad, la prisa y la falta de tiempo provoca que sea más complicado abrazar otra palabra crucial en televisión, y en la vida. Es la 'paciencia', decisiva para poder enlazar vínculo entre espectador y programas. Y, por tanto, para que el público los sienta e identifique como suyos. Pero, como no hay 'paciencia', la mayor parte de los programas tiran de mismos protagonistas y mismas tramas: ya venden, ya son reconocibles por parte del espectador.  Es más, mejor aún si son aquellos que se ha interiorizado que no tienen complejos con la palabra 'polémica'.

Así, la pantalla tradicional se ha llenado de polemistas, en sus múltiples vertientes. Del corazón al informativo. Tanto que incluso todos nos vamos convirtiendo, poco a poco, en tertulianos en nuestras propias redes. La intensidad gana a la creatividad. Y, de esta forma, la televisión se va transformando en un bucle de un ir y venir de incidir en polémicas cuando sólo avanzaremos con el espíritu crítico creativo y/o didáctico de aquellos autores osados que son expertos en algo y no en todo. Pero, por supuesto, siempre sin llamarles 'expertos'. O bajará la audiencia.

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