OPINION

'La Voz': el fallo y el acierto del aburrido estreno de 'los directos'

Paulina Rubio en el primer directo de La Voz
Paulina Rubio en el primer directo de La Voz

Antena 3 ha lanzado sus directos de 'La Voz', los más ambiciosos de la trayectoria de la emisión del concurso en España. Esta temporada, el talent show de Boomerang ha dado un impulso. Es evidente. Empezando por un plató más grande, por primera vez con 1.000 personas de público.

Sin embargo, en la primera gala en directo esa amplitud no se ha notado por la tele. El tamaño del estudio no se ha exprimido por realización. Y eso es fatal, pues así el programa no genera como debería esa percepción de acontecimiento que otorga un valor extra de interés por el concurso. Como hace 'Gran Hermano', que siempre arranca con un efectista y energético gran plano general de su auditorio.

El decorado que acoge a los directos de 'La Voz' cuenta con una estructura de gradas, con grandes palcos superiores, que fomenta una mayor  verticalidad al estudio. De esta forma, la franquicia de 'The Voice' quiere emular lo espectacular de una especie de concierto en un gigante estadio. Y ahí, arriba, también está una multitud de gente viviendo el show. Está de verdad. Pero no se ve. Parece relleno puesto por realidad aumentada.

Faltan más planos grandilocuentes que arropen mejor esa percepción de que 'La Voz' es el mayor concurso de la televisión. De hecho, en este primer directo, se ha desprendido un cierto desorden en la planificación del programa, que no ha ayudado a la propia Eva González. La  presentadora se ha ido soltando con el avance de la (larga) noche, pero largas parrafadas no son aliadas de Eva y destacará más si se adapta el guion al juego de su espontaneidad con los coaches.

Porque los coaches siguen siendo los protagonistas absolutos de 'La Voz'. Por encima de los concursantes. Ellos son Fonsi, Pablo López, Orozco y Paulina Rubio, que despertó y, por fin, habló a la 1.15 de la mañana. En su emoción y travesura está el foco del formato. Pero faltó emoción y travesura en la primera gala en directo y sobraron frases vacías, en la que todo sonaba falso.

Los aciertos del programa

El acierto de los directos de 'La Voz' ha sido la incorporación de Juanra Bonet. Su papel sirve para desengrasar el programa, que mucha falta hace. No le impone, relativiza y desatasca los corsés de un concurso que tiene que tomarse menos en serio para que el espectador sienta que van a pasar cosas en la imprevisibilidad del directo y que no todo ya está visto.

También 'La Voz 2019' está acertando en la dirección artística de cada número musical, que se está estimulando en esta edición. Algunos concursantes han contado con escenografías que han enriquecido el concepto de su interpretación y, por tanto, cierta curiosidad del espectador por descubrir cada número. Ha destacado un hexágono gigante cobijando a Javi Moya (equipo Orozco), una habitación que ha desparecido en plena actuación con Lía Kali (equipo Orozco) y los vanguardistas cuadros azules de Álex Palomo (equipo Fonsi), que han dado un toque internacional al formato.

Es el camino. Esta 'Voz' ha ganado en envoltorio, pero la realización visual -esa compleja coreografía de cámaras que cuenta mejor o peor la historia- sigue sin estar del todo en su punto. Muestra bien la reacción de familiares y coaches, pero la realización no siempre deja asimilar al público lo que está viendo. Tan importante en el relato de las canciones como en la presentación de los espacios escénicos. Un problema. Es dificil conectar con el formato. Da la sensación de que en plató da igual quien gana o pierde. Este año, los concursantes son más previsibles, los coaches también, así que la emoción sólo brotará con el empujón de la creatividad televisiva. 

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