OPINION

Las 3 reglas de oro para no fracasar en el retorno de un 'talent show' (que deberá cumplir OT 2018)

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Esta semana, en los alrededores de la Academia de Operación Triunfo, se han estado realizando los castings finales del regreso del mítico concurso musical de Gestmusic para Televisión Española. En estas audiciones, Amaia, Aitana, Ana Guerra y Roi visitaron a los nuevos aspirantes y, ya que estaban en las inmediaciones, volvieron a pisar la que fue su casa durante meses. Y todo se grabó, claro. Y se emocionaron mucho, por supuesto. Tanto, que pidieron volver por un día o noche a la Academia.

A los usuarios de las redes sociales, encantó la idea de un reencuentro de Operación Triunfo 2017 cuando aún no se ha cumplido un año del comienzo de Operación Triunfo 2017.  La nostalgia cada vez va más rápido, sí. Así que los más fans del concurso se empezaron a movilizar para pedir a la dirección del programa que se cumpliera el deseo, especialmente de Aitana, de pasar una jornada en la Academia. Tinet Rubira, productor ejecutivo de OT, dijo en su tuit personal que estaba meditando el asunto.

Sin embargo, reunir a la generación de OT2017 justo en los preliminares de OT2018 choca con una de las reglas de oro de los concursos de la televisión: tras la resaca de un éxito, la nueva temporada de un talent show debe construirse minimizando el recuerdo de la etapa anterior.

El retorno del programa debe lanzar guiños de complicidad con las estrellas del año anterior pero, al mismo tiempo, debe disminuir su protagonismo para que el público centre su atención en el nuevo elenco de participantes y ese mismo público no se enquiste en una obsesiva nostalgia con la edición pasada. Lo que sería fatal para la evolución del formato.

De ahí que el retorno de OT deba centrar su propuesta en la nueva hornada de concursantes y no atar su éxito en la presencia o aparición especial de los triunfadores artistas de la pasada edición. Eso sería una mala señal.

Aprender del pasado, pero sin vivir en el pasado -a no ser que seas José Manuel Parada- es una de las reglas de oro para brillar en televisión. La segunda regla de oro es que si funciona un programa no varíes demasiado la imagen editorial del formato. Es decir, la línea visual del show debe guardar coherencia y seguir siendo reconocible: el decorado, los colores predominantes, la elección de iluminación...

Como consecuencia, el "decorado" de la Academia de OT seguirá siendo el mismo. Tendrá retoques, pero lo suficientemente ligeros para que no se noten. Los concursantes serán otros, pero el envoltorio es el mismo que ya ha generado un clima de confianza en el ojo del espectador.

Lo que funciona no se toca, dicen.  Aunque, no obstante, la tercera gran regla de oro de la televisión y la más importante es que, mucho más relevante que conseguir que el nuevo casting tenga tanta personalidad propia como para no echar de menos al anterior y mucho más que la puesta en escena no cambie hasta parecer diferente, hay otra principal clave del triunfo de la televisión. Y es, aunque abstracta, la más relevante: que el programa siga pillando desprevenido al espectador con la autenticidad de las ideas. Ideas que no malogran la esencia del show, pero la impulsan. Que aunque el público conozca de sobra el objetivo que busca el programa también sienta que el formato evoluciona sin caer en la repetición. En definitiva, que el programa demuestre que tiene capacidad para dar un paso más allá.  Aunque, al final, no lo dé.  

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