OPINION

Los límites de 'La Resistencia': la trampa en la que ha caído Movistar y que acorrala a Broncano

Broncano
Broncano

Era cuestión de tiempo. En la sociedad en la que vivimos la excesiva atención que se presta a los, a veces, invisibles movimientos de las redes sociales propicia que las empresas se asusten y terminen creando debates en la opinión pública que, en realidad, ni siquiera existen.

Es lo que ha sucedido la pasada semana con 'La Resistencia' de David Broncano. Movistar ha decidido eliminar de todos sus soportes un monólogo de Iggy Rubín en el que hacía humor con el terrorismo y bromeaba con ETA y Ortega Lara. Más allá si esos chistes tenían gracia o no, en el programa de Broncano hasta ahora todo parecía posible y no pasaba nada. Nadie se quejaba. Incluso han roto barreras con el humor sobre la religión con aplausos celebrando la muerte de Jesucristo. Lo que hubiera levantado ampollas de realizarse, por ejemplo, en TVE.

'La Resistencia' se ríe de todo. Hasta ahora. Y el espectador no se ha indignado viendo el programa en sí porque el público del show de Broncano entiende el contexto en el que se produce ese humor: el teatro canalla y despiadado de 'La Resistencia'. Así han acertado y también muchas veces se han equivocado. No ha pasado nada, se entiende el contexto en el que se desarrolla la obra creativa. En eso consiste la creación, en acertar y también en el derecho de poder hasta equivocarse.

El problema surge cuando las redes sociales fragmentan ese humor y lo sacan de su contexto como ofensa. Entonces, no siempre se entiende lo que sucede en un hábitat con unas circunstancias. Porque el verdadero límite del humor está en la complicidad que genera cada programa con su público. Fuera de su contexto, troceado, esa complicidad se desvirtúa. Y, entonces, puede indignar de forma extrema.

Es un nuevo escenario que las empresas que producen contenidos audiovisuales y cómicos deben estudiar y observar desde la perspectiva que relativiza para no magnificar una crisis que, tal vez, ni siquiera exista en la opinión pública real.

Movistar, en esta ocasión, ha optado por el camino rápido de eliminar de todas sus plataformas ese monólogo que indignó a varios usuarios en las redes sociales porque trató temas sensibles y dolorosos. Pero, acertado o no, la compañía permitió que se grabara y emitiera en el programa. El gag pasó los filtros previos porque el tono de 'La Resistencia' lo permitía.

Sin embargo, esta vez sí que se ha sucumbido a la presión de las redes y la compañía lo ha comunicado en su Twitter en la tarde del viernes, cuando se supone que las cosas pasan más desapercibidas. Aunque, en verdad, con esta decisión se amplifica el contenido de un monólogo que la mayoría ni había visto, otorgando una relevancia que no tenía a esta crisis que ha surgido de tal comedia salvaje.

Al final, 'La Resistencia' se ha quedado sola y es Movistar quien pierde. Porque sus espectadores, inteligentes, entienden el tono del programa. Por eso mismo les gusta, porque es un oasis de humor indómito en donde todo puede pasar. O todo podía pasar. Un oasis de humor sin trinchera que, ahora, tras este comunicado, tiene trinchera. 

Con este precedente, los fans de la ofensa mirarán con más lupas este late-late night de Broncano para ver si pueden ir vetando contenidos a su gusto. Es la nueva censura que ejercemos nosotros mismos desde las redes sociales. El arte de la indignación nos ha transformado en una especie de censores instantáneos de aquello que no nos gusta. Todos  somos censores. A veces, incluso, hasta movilizándonos para que creadores pierdan su puesto de trabajo. Error, hay que saber distinguir lo relevante de lo superfluo. También las grandes compañías, que aún no diferencian muy bien entre las preocupaciones de la realidad social y la politización de la virtualidad irreal de las redes sociales. 

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