ANÁLISIS

'Viva la vida': el modelo de éxito de Telecinco a través del magacín de fin de semana que viró a 'Sálvame'

Emma García en 'Viva la Vida'.
Emma García en 'Viva la Vida'.

Nació en 2017 como acogedor magacín de fin de semana con una prescriptora de referencia, Toñi Moreno. Su habilidad, la empatía de la cercanía honesta. Pero, poco más de un año después, Telecinco decidió mover ficha y poner a Emma García al frente.

'Viva la vida' no sólo estaba cambiado de presentadora, sobre todo mutaba de enfoque. De amable espacio de entrevistas y entretenimiento para desengrasar con la rutina en los sábados y los domingos a transformarse paulatinamente en un formato más similar al resto de 'contenedores' diarios del canal principal de Mediaset.

Es decir, 'Viva la vida' pegó un giro a 'Sálvame'. Incluso incorporó a Raul Prieto, uno de los directores de referencia del show diario de Jorge Javier Vázquez, Belén Esteban y Carlota Corredera. Aunque el vuelco visible fue el de Emma. Su función es clave en el programa, pues ayuda a la versatilidad que da la sensación que busca la cadena en su parrilla. De hecho, García es una presentadora de cadena. No es una autora y, en este caso, no es malo que no lo sea. Es más bien una guía para el espectador, con una personalidad que lo mismo se adapta a hacer preguntas comprometidas en un polígrafo -recuerden 'La hora de la verdad' que comanda un 'talk' de testimonios. Así arrancó en 'A tu lado'.

De esta forma, 'Viva la vida' se adapta como un camaleón a la polémica de la semana que vende Mediaset. Es más, sirve como retroalimentación en directo al tema para, así, calentar motores para 'Sábado Deluxe' o el reality de turno. Los programas de la emisora compiten entre sí para tener lo mejor del mismo contenido. Todo el canal se ha transformado en un casi continúo espectáculo de tele-realidad con tramas que se van conectando entre los distintos formatos y en el que cada diferente productora vinculada con la emisora quiere dar un paso más allá. Lo que genera cierta batalla interna dentro de la homogeneidad, favoreciendo una intensidad que se traduce en adictiva para un perfil de público que premia la tele en directo.

De ahí que 'Viva la vida', después de Toñi Moreno, haya ido incorporando personajes propios para alimentar con más carácter propio las mismas tramas que cobija todo Mediaset. Hablar de lo mismo, sin que sea repetitivo. Así ha logrado su ansiada fama José Antonio Avilés, por ejemplo. Un niño crIado con Telecinco. Fan total de la cadena, no lo puede disimular. Y es que reproduce todos los clichés de los colaboradores estrella de la emisora, esos que probablemente le hicieron creer que con la mentira se puede llegar alto. Y quizá, en cierto sentido, la realidad le ha dado la razón. Porque para él estar ahí lanzando argumentos vacíos y clichés manidos probablemente sea tocar el éxito. 

Como consecuencia, 'Viva la vida' va cambiando su escaleta con una versatilidad con menos escrúpulos que antes. El programa casi es un debate constante, como 'Sálvame', en el que se puede pasar de un recorrido emotivo por la trayectoria de un artista mítico a un saloncito para criticar a alguien y, al final, después de una actuación musical, abrir una mesa de peliaguda crónica de sucesos. Todo entra. 

Objetivo, tal vez, logrado por parte de Mediaset. 'Viva la vida' ya no es llamado popularmente como "el programa de Toñi Moreno", ahora simplemente es "pon Telecinco". Es, en definitiva, la cadena logra implantar un lenguaje reconocible que prácticamente no depende de fichajes estelares, pero que se despliega por todas las horas de programación. Sin dar tregua ni los sábados ni los domingos para que el espectador interiorice en su rutina que siempre ahí están en directo los de Mediaset dispuestos a acompañarle con la tele-realidad constante y sonante.

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