OPINION

Transición energética: ¿Qué ritmo? ¿Qué profundidad?

Fundación Renovables pide una ley de transición energética y un ministro dialogante
Fundación Renovables pide una ley de transición energética y un ministro dialogante
EUROPA PRESS

La reciente presentación del Informe Anual 2018 de la Unión Española Fotovoltaica, UNEF, definía que nos encontramos ante el “inicio de una nueva era”. No cabe duda de que los mimbres de los que disponemos son suficientes para que sea una realidad en la que, además de las condiciones tecnológicas y la demanda social a favor de este cambio, es imprescindible que la actuación política y su regulación sean el paso decisivo para llevar a cabo esta transformación.

Ahora bien, la intensidad con la que la misma se vaya a hacer será determinante y vendrá supeditada por el nivel de compromiso de la UE en la próxima Cumbre del Clima de Naciones Unidas, COP 24, que se celebrará en Katowice, en Polonia, el próximo mes de diciembre, para lo cual las discusiones para definir una posición común en el seno de la UE están en pleno apogeo, junto con una estrategia de descarbonización a largo plazo para la UE prevista también para finales de noviembre.

Es fundamental que en estas discusiones apostemos por mantener nuestro liderazgo y seamos capaces de enviar una fuerte señal a los países de todo el mundo de que estamos comprometidos en aumentar nuestro nivel de compromiso, insuficiente ya para el 2020, y reconocer la urgencia de actuar para mantener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de 1,5°C, en línea con el Acuerdo de París.

Si bien el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) está finalizando el Informe Especial que servirá de base para la Cumbre de diciembre, filtraciones del documento nos alertan de que el tiempo se está agotando y de que será necesario incrementar enormemente las reducciones de gases de efecto invernadero si queremos mantener el aumento de la temperatura media global muy por debajo de los 2ºC respecto de los niveles preindustriales.

Nuestro mundo se está calentando y sus impactos son cada vez más visibles. Las olas de calor recientes, las sequías, los incendios forestales, las inundaciones, etc., son características con las que tendremos que lidiar de manera creciente en los próximos años. Y si bien el daño en Europa es significativo y devastador, los impactos serán aún más desastrosos en muchos países y comunidades vulnerables de todo el mundo, países que por otra parte no han contribuido al problema del Cambio Climático.

Si los 196 países comprometidos quieren evitar impactos mucho más peligrosos de este fenómeno que los vividos hasta ahora, deben tener claro que limitar el incremento de la temperatura media global a 2ºC respecto a los niveles preindustriales conllevaría un importante aumento de la intensidad de las consecuencias del Cambio Climático (mucho más allá del aumento del 0,5ºC de la temperatura media global que ya hemos experimentado, y que en muchas regiones del planeta llega a ser hasta tres veces mayor).

Cada vez hay más evidencia científica de que la diferencia en términos de impactos entre un aumento de 1,5°C o de 2°C es sustancial, cruzando puntos de inflexión que llevarán a daños irreversibles. De acuerdo con las evaluaciones realizadas, un extra de 0,5°C implicaría que los niveles del mar en todo el mundo aumentaran 10 cm más en 2 100 afectando a 10 millones de personas adicionales; duplicaría el número de personas que se espera sufran escasez de agua y las olas de calor tropicales durarían hasta un mes más.

Por lo tanto, los países deberían aceptar como ambición colectiva limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C como único objetivo aceptable para trabajar.

Es probable que el nuevo informe del IPCC muestre cómo podría limitarse el aumento de la temperatura promedio global al 1,5°C. Esto obligaría a que todos los países aumentaran sustancial y urgentemente sus actuales niveles de acción individual y colectiva. La UE debería asumir el adoptar su parte justa de las acciones necesarias, tanto en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y aumento de la absorción de carbono individualmente como también proporcionando apoyo financiero y de otro tipo a los países pobres y vulnerables dado nuestro compromiso asumido tanto en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático como en el Acuerdo de París, por el que los países deben actuar más rápido en función de sus responsabilidades históricas y su capacidad económica. Esto permitirá aumentar las reducciones y ayudar a estos países a adaptarse a los impactos climáticos inevitables así como a recuperarse de las lamentables pérdidas y daños que ya están sufriendo.

Según la evaluación, para mantenerse por debajo del calentamiento de 1,5°C las emisiones mundiales de CO2 deben ser netas cero antes de 2050 y las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero necesitarían alcanzar el cero neto poco después. Es fundamental reconocer que nuestro nivel de compromiso actual es insuficiente y apostar por aumentarlo sustancialmente. Esto debería conllevar la contribución de todos los sectores de la economía y ser recogido desde ahora en los diferentes planes que están en fase de elaboración asumiendo el abundante potencial que tenemos para actuar rápido, en línea con la propuesta de la Fundación Renovables en su informe “Hacia una Transición Energética Sostenible” elaborado por la Fundación Renovables y que desde diversos sectores económicos fue catalogado de excesivamente ambicioso. Parece claro que debemos invertir fuertemente en adaptar nuestros estilos de vida a los niveles de consumo que nuestro planeta puede soportar, en particular en los sectores del transporte, los edificios y el consumo de alimentos, así como apoyar totalmente el mayor desarrollo de la economía circular.

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