Golden share

El lobo con piel de lobo de Credit Suisse

Credit Suisse
Credit Suisse
Shutterstock

Pocas compañías envueltas en una crisis pueden presumir de haber sido tan nobles con sus ‘grupos de interés’ como Credit Suisse con sus problemas de reputación.

Quienes se inmolan estos días por las caídas de Credit Suisse en bolsa y discuten sobre si esconde riesgo sistémico, tal vez se ha perdido algún capítulo de la historia del banco porque cualquier inversor, cliente o socio que operara con él realmente ha disfrutado de muchos meses para poner distancia y salvar los muebles ante la evidencia -parafraseando a Hamlet- de que algo “olía a podrido” en Zurich.

Tres años de escándalos y varias juntas muy tensas parecen suficientes oportunidades para plantearse si merecía la pena continuar apostando por Credit Suisse, genera la impresión de que el mercado es ineficiente al valorar correctamente los problemas de gobernanza, aunque esté comprobado que sus fallos son los que generan más pérdidas a largo plazo y que son capaces de poner punto y final a una empresa.

Recordemos Enron -ya van dos décadas de su quiebra y no aprendemos- y téngalo presente cuando invierta en compañías donde los accionistas son muy críticos en las juntas. También en España.

Desde la dimisión forzosa de Tidjane Thiam como consejero delegado en 2020 por un escándalo de espionaje a un ex trabajador, la ida y venida de CEOs y de presidentes ha sido una constante. Así, tras Thiam llegó Thomas Gottstein, que cedió su puesto este julio a Ulrich Körner; apenas dos años después de su nombramiento y con más penas de gloria.

El intercambio de consejeros delegados y presidentes es una constante desde 2020

En la presidencia la inestabilidad es muy similar. El que compartiera mesa con Thiam -Urs Rohner- salió del banco en 2021 tras ser rechazada su reelección en 2020 por más de un 21% de los accionistas, para ser sustituido por António Horta-Osório, que se fue pocos meses después por saltarse el confinamiento decretado por la Covid-19. Axel P. Lehmann le ha sustituido este febrero.  A ver cuánto dura.

Esta inquietud no parece casual y provoca la sensación de que el que se ha atrevido a levantar el felpudo, se ha dado prisa en poner pies en polvorosa. Porque los resultados tampoco acompañan. Con el caso de espionaje con el que se despedía Thiam, Credit Suisse tuvo que asumir casi 4.000 millones de euros de pérdidas por la quiebra de Archegos Capital Management y de Greensill Capital en 2021.

Para retamar la suma de problemas, este febrero Credit Suisse sufría la filtración de datos de aproximadamente 18.000 clientes envueltos en actividades todo menos socialmente responsables, que habían abierto cuentas por 100.000 millones de dólares en algún momento desde 1940 en el banco.

La crisis reputacional le ha costado duros enfrentamientos en las juntas y más riesgos económicos derivados de posibles litigios legales. Los accionistas de Credit Suisse han lanzado muchas alertas de que no estaban cómodos con el equipo gestor del banco a lo largo de los últimos años, no solo votando en contra de reelecciones de consejeros, sino guardándose la carta de llevar a los tribunales al banco por sus ‘tropiezos’.

En Suiza es tradicional que en las juntas se vote lo que se conoce como el “discharge of board”. A priori se parece al punto del orden del día que en España pide validar o no la gestión del consejo, pero allí genera una serie de implicaciones jurídicas desconocidas en nuestra bolsa.

El 60% de los accionistas se reserva la carta de tomar medidas legales

Cuando vota en contra, el accionista se reserva durante seis meses el derecho a emprender medidas legales por escándalos ‘conocidos’; por ejemplo, las pérdidas derivadas de la quiebra de Archegos Capital Management y Greensill Capital. Y es un paso dado en la junta de este año.

Su propuesta de ‘discharge’ para el ejercicio 2020 fue rechazada por un 60% del capital. Asimismo, un 20% de los accionistas se opuso a renunciar a dicho derecho respecto al ejercicio 2021, siguiendo las recomendaciones de los grandes asesores de voto.

Así, Institucional Shareholders Services (ISS) recomendó oponerse al ‘descargo’ correspondiente al año 2020 (sí avaló el correspondiente a 2021) y exactamente la misma recomendación que emitió Glass Lewis.

Por su parte, Ethos Foundation, integrado en la red Proxinvest, en la que participa el asesor de voto español Corporance, fue incluso más allá y junto a otros accionistas incluyó una resolución en la que exigía a Credit Suisse que aportara datos sobre los efectos derivados de la quiebra de Greensill o sobre su actuación tras ‘Swiss leaks’.

¿Todavía le sorprende que se desplome en bolsa? 

Mostrar comentarios