OPINION

¡Tiemble empresario! Un inspector fiscal viene a verle

Una sede de la Agencia Tributaria. /EFE
Una sede de la Agencia Tributaria. /EFE

La Agencia Tributaria contempla el futuro de la economía española con optimismo. Después de un largo período de crisis e incertidumbre, la Agencia siente ahora la brisa de la estabilidad y el crecimiento sostenido, un vientecillo agradable que no nos abandonará en los próximos años. La buena nueva se recoge en un documento de 132 páginas titulado “Plan Estratégico de la Agencia Tributaria 2020-2023”. Debajo de la fecha del Plan -28 de enero de 2020 (antes de la irrupción masiva del coronavirus)-, su preámbulo afirma –entre líneas, pero a buen entendedor pocas palabras bastan- que la Agencia ha recuperado el temple y el sentido común. Al parecer, el organismo que preside Inés Bardón ha saltado desde la cuerda floja a tierra firme. Bienvenida sea la tregua. Muchos han experimentado en sus propias carnes las piruetas de alto riesgo (para los obligados tributarios) que ha efectuado la Agencia en los años negros de la economía patria.

Con el Plan Estratégico, "se viene a subsanar la situación excepcional vivida [por la Agencia] en los últimos años a causa de la crisis". La Administración Tributaria, por fin, reconoce 'urbi et orbi' que, durante demasiado tiempo, su gestión fiscal ha permanecido enfangada en el corto plazo, en un intento desesperado por consolidar las cuentas públicas y reducir el déficit. La Administración Tributaria pide disculpas por haber actuado a lo loco y sin tener "un marco estratégico plurianual de referencia". La confesión de sus pecados viene redactada en el lenguaje administrativo habitual. Pero a la Agencia se le entiende todo: que ha jugado a la ruleta rusa –vae victis!- con los contribuyentes (de cualquier tamaño) que han caído en sus redes y que, para cuadrar sus ingresos, ha fundido su exprimidor por exceso de revoluciones.

Bueno, no conviene llorar por la leche derramada. Pero, ahora que la Agencia tiene un plan, ¿cuál es la estrategia que desarrollará para mostrar su auténtica carta de naturaleza y probar su razón de ser? ¿Cómo va a aplicar con justicia y eficacia el sistema tributario, recaudar los impuestos y combatir el fraude? El Plan responde categóricamente a dichas preguntas: con nuevos métodos. Aquí voy a referirme a una actuación administrativa que, según la Agencia, inducirá unos efectos positivos duraderos en la conducta de los obligados tributarios.

El Plan de Visitas a contribuyentes

La Agencia, como los bancos, los restaurantes y los supermercados (en los que los consumidores sienten que son observados por las cámaras de vigilancia), sabe perfectamente que con unos prismáticos de campaña su actividad rendirá el ciento por uno. El punto óptimo de su labor llega cuando el contribuyente "aprecia la existencia de un control preventivo". La mayoría de los obligados tributarios –los asalariados- ya están suficientemente controlados mediante la información que suministran sus pagadores. El Plan Estratégico no se dirige a los empleados por cuenta ajena. Por el contrario, la Administración va a aumentar su presión sobre los titulares de otras fuentes de renta. Para ello dispone, lógicamente, de una panoplia de armas ofensivas y defensivas. Entre las últimas figura una estrategia de prevención que es capaz de disuadir a los peores contribuyentes de esquivar el camino recto de la ley. Dentro de esta modalidad –"el mejor ataque es una buena defensa"- la Agencia redoblará su apuesta por las visitas a los empresarios y profesionales integrados en los sectores económicos más proclives a la opacidad. Los tributos afectados serán, fundamentalmente, el IRPF y el IVA.

El Plan de Visitas se organiza en diversas etapas.

1.- El área de Inspección de los Tributos elegirá los sectores de actividad que, en potencia, comporten un riesgo elevado de incumplimiento fiscal.

2.- Muchos de los empresarios o profesionales de los sectores vigilados recibirán cartas informativas. Aunque el Plan no revela su contenido, todo indica que las misivas de la Agencia recogerán los datos con trascendencia tributaria que, sobre la actividad del destinatario, obren en su poder. La propia Administración reconoce que el envío de las cartas será indirectamente muy útil para sus intereses. Las cartas, en su carilla principal, asistirán a su receptor, facilitándole el cumplimiento de sus obligaciones. Sin embargo, cuando el destinatario lea la cara opuesta, será consciente de que la Agencia ha "auditado" la médula de su negocio. Entonces podrá contar la munición que la Administración guarda en el armero. Si no es tonto, sabrá que un pistolero de buena ley avisa antes de disparar.

3.- Tras la remisión de las cartas informativas, la Inspección seleccionará los "objetivos" que someterá a su control. Evaluará con el mayor detalle a los contribuyentes desviados (a la baja) de las medias ponderadas del sector en los ratios económicos o financieros relevantes, como la facturación declarada. Los mayores candidatos a recibir la visita de los funcionarios serán los empresarios o profesionales sospechosos de participar en la economía sumergida. El Plan no menciona el lugar donde se realizarán las pesquisas, aunque todo apunta a las oficinas que custodien los archivos del negocio. El Plan tampoco especifica si existirá o no aviso previo.

4.- Ya metidos en faena, los funcionarios de la Agencia verificarán el cumplimiento de las obligaciones formales del ejercicio en curso. Los agentes analizarán los libros-registro, la facturación, las características del negocio y los medios de pago. Posteriormente, la Inspección comprobará si los datos del empresario o profesional se encuentran en línea con los ingresos y gastos promedio declarados por el sector. En caso de discrepancia… el encuentro pasará a su segunda fase.

5.- El Plan de Visitas ofrece una derivada específica para prevenir la ocultación del IVA. En este tributo, la coordinación de las actuaciones corresponderá a los Delegados Especiales de la Agencia. Las visitas se llevarán a cabo por grupos mixtos de agentes tributarios adscritos a las áreas de Inspección y Gestión Tributaria. Los agentes comisionados desarrollarán su trabajo con equipos informáticos en movilidad y documentarán el resultado de la visita en una diligencia normalizada.

Están advertidos. La Agencia Tributaria tiene "un plan" para los 3,2 millones de “autónomos” que declaran el IRPF. La Agencia desea intimar con ellos. Ya no quiere perder el tiempo con las escaramuzas de medio pelo que ha mantenido con abogados y fontaneros. A partir de 2020, la Agencia pretende que la relación "de los empresarios y profesionales con la Inspección de los Tributos sea algo habitual". ¡Qué alegría! Podremos salir de nuestra prisión digital, oír una voz amable y apretar una mano cálida. A la Inspección le gustan los contribuyentes honestos. Pero lo que le pone a cien es recuperar a sus hijos descarriados. Le emociona –cosas del oficio- compartir con esos bohemios su pasión por la mejor literatura de ficción. ¡Qué gozada descifrar juntos las fantasías de los libros de contabilidad!

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