En mi molesta opinión 

Alma, corazón y vida, y un Gobierno que no espabila

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
Agencia EFE

No hay nada mejor en este mundo que ponerle una banda sonora a tu vida cuando aprieta el calor. De este modo todo cambia y parece distinto, e incluso los pepinos amargan menos. Pensaba en una melodía de Frank Sinatra, “Something stupid”, pero al final me decanto por una más nuestra que tiene temple de bolero -“Alma, corazón y vida”- y que a la vicepresidenta segunda del Ejecutivo, Yolanda Díaz, le seduce tararear cuando percibe que en este Gobierno presidido por Pedro Sánchez, y en el que ella también trabaja de manera denostada, le falta actitud, es decir, le falta esa: “Entidad abstracta considerada tradicionalmente la parte inmaterial y afectiva que, junto con el cuerpo o parte material, constituye el ser humano; y a la que se le atribuye la capacidad de sentir y pensar”. Es decir, el alma.

Según dijo ella misma en una entrevista en “El País”, el periódico “favorito” de Sánchez, o sea, que quería asegurarse de que él lo escuchara y se enterara bien: “No basta con gestionar, a este Gobierno le falta alma”. ¡Toma ya, jarabe de palo! Alma para conquistarte, corazón para quererte y vida para vivirla junto a ti. Con vicepresidentas así, bien despachadas, quién necesita al jefe de la oposición para que te cante las cuarenta. Núñez Feijóo no intervendrá esta semana en el debate del estado de la nación, ni falta que hace. Ni siquiera es necesario que esté su portavoz, Cuca Gamarra; a Sánchez le basta para enderezarlo una Yolanda con ganas de “Sumar”.

Por si las cosas no habían quedado suficientemente doloridas, la portavoz de ese mismo Gobierno -bien avenido según ellos, mal avenido según la evidente realidad-, Isabel Rodríguez, añadió dos tazas más de disputa: “No hay ‘falta de alma’, lo que pasa es que al ‘corazón' Pedro Sánchez le suma la inteligencia”. Teníamos alma, y ahora ya tenemos el corazón e inteligencia, sólo nos falta la vida… La vida de este Frankenstein político que no acaba de arrancar, aunque sí de arrancarse los ojos para no ver los disparates de su gabinete a la hora de abrazarse a Bildu, ni de solucionar los múltiples problemas de los españoles que empiezan por superar una inflación del 10% y acaban por aguarnos las vacaciones de verano.

Y no es una exageración formal, sino una realidad muy dura de pelar y premonitoria de lo que se avecina. Los datos los da Europa Press y advierte que el 40% de los españoles asegura que se ha visto obligado a posponer sus planes de vacaciones de verano debido al encarecimiento de los precios. Una situación que ha llevado al 57% de ellos a acortar la duración de sus vacaciones e incluso al 30% a optar directamente por cancelarlas a causa de la inflación, según la plataforma global de investigación de mercados, Appinio, que indica que más de la mitad de los viajeros está buscando alternativas de alojamiento más económicas debido a la imparable subida de precios de las últimas semanas. Voy a repetirlo una vez más por si alguien no lo ha escuchado bien o tiene dudas: Los españoles ya han comprobado que con Sánchez viven peor. Una frase sencilla que no ofrece dudas ni se olvida.

El presidente del Gobierno intenta que el estado de la nación le dé el oxígeno suficiente para recolocar sus baterías y plantarse en septiembre con más ánimo y mejor color. Salvo petardos de última hora no creo que le cueste mucho mejorar un poco, tras los múltiples batacazos de las encuestas. Además, lo de prometer expectativas y mejoras para un político siempre ha sido algo fácil, lo malo es si ya no te compran la mercancía por averiada, desgastada o poco creíble. ¿Quién se acuerda de los 140.000 millones que nos iba a enviar Europa desde 2021 hasta el 2026? ¿Alguien los ha visto de cerca? Que lo cuenten los afectados y lo demuestren, y nos alegraremos todos. Seguro que algunos miles de euros han llegado al bolsillo de muchos, pero cuánto, un 20%, un 30%,… después de vendernos las ingentes cantidades de maná que los españoles iban a recibir, eso es una simple broma. Aquí nos vendría muy bien una Mina, no la de oro sino la cantante, musitando su inconfundible “Parole, parole, parole”. Todo son palabras en este Ejecutivo de boquilla y muy pocas nueces.

Lo malo de Sánchez es que no tiene un Gobierno sólido donde apoyarse y sustentarse, salvo Yolanda Díaz en el papel de tierna replicante, y van vendiendo por ahí mucha propaganda y mucha ideología, hasta que dé con la tecla precisa, o imposible. Qué le dirán sus asesores a la hora de solucionar su futuro, los áulicos: Oscar López y Antonio Hernández; o los consejeros externos: Miguel Barroso y José Miguel Contreras. Todos ellos vendedores de ideas fantásticas aunque estas no tengan un final feliz. Y no hablemos de Antonio García Ferreras, esa es otra cuestión más turbia, de momento soporta con entereza el chaparrón de Pablo Iglesias que le acusa de mentir en La Sexta acerca de un dinero que él recibió -algo falso según las Justicia española- y otras cuestiones de los pretendidos negocios de Podemos.

La situación económica no pinta bien, hasta los propios miembros del ejecutivo, empezando por Nadia Calviño y siguiendo con otros muchos, y eso que este gabinete es experto en maquillar datos y ponerles lazos, vaticinan tiempos muy duros económicamente. Y con las cosas de comer nunca puede jugar un político. No basta con decir que comprendes lo mucho que sufren los ciudadanos, o mejoras su futuro o te mandan a las primeras de cambio para casa.

Espero, aunque sólo sea en honor de cierta vergüenza torera, que el líder del PSOE no vuelva a pronunciar durante el estado de la nación la fatídica frase que soltó mientras nos azotaba la pandemia: “No vamos a dejar a nadie atrás”. ¿Se acuerdan? Una frase fatídica que me hace recordar la frase de aquel otro periodista francés, Louis Dumur, sobre el comportamiento de los atribulados mandatarios: “La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”. Y no es por nada, pero Pedro Sánchez es todo un artista en ese negocio.

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