En mi molesta opinión

Lo de Tamames y los tres 'egos' pesados del hemiciclo

Ramón Tamames y Santiago Abascal
Lo de Tamames y los tres 'egos' pesados del hemiciclo
EFE

Decía Montaigne, gran amante de la sabiduría y de vivir la vida con sensatez, que "Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis". Ayer y hoy en el Congreso de los Diputados se están escuchando muchas frases enfáticas, muchas campanillas de altos vuelos; si además son estúpidas o no, eso ya se lo dejo al criterio del oyente o espectador porque en cuestiones de gustos y disgustos políticos nada hay escrito. Aunque yo diría que, al menos, algunas tonterías si se escucharon este martes en la carrera de San Jeronimo. Tampoco nada nuevo, por otra parte.

Sin embargo, la historia gira en torno a lo de Tamames, don Ramón, ese señor mayor de 89 años bien paseados que se ha convertido en el pim pam pum de todas las ferias pirotécnicas y mediáticas gracias a la insana ocurrencia de Santiago Abascal, líder de Vox, y del escritor Fernando Sánchez Dragó, 86 años, que ha sido el muñidor efervescente de la descabellada propuesta. Digo descabellada porque la RAE define este término como algo que "va contra la razón, la prudencia o la sensatez". Dicho esto, estos días también se habla mucho del gran ego que luce Tamames; ese "super-yo" que según los entendidos no cabe en la silla del hemiciclo y que lo tendrán que sentar al lado en una mecedora.

Esa es una de sus facultades más vistosas; la otra, que don Ramón goza de buena salud a la hora de hablar y a la hora de facturar y hacer caja por cualquier cosa que se mueva y le afecte a él. Quizá como haría cualquiera hijo de vecino. Pero me surge una duda: ¿Vox ha pagado o pagará a Ramón Tamames una cantidad de dinero por sus servicios prestados en esta moción y por el discurso que tuvo que preparar y ofrecer ayer martes en el Congreso? La semana pasada en Telemadrid, en el programa de '120 minutos', discutimos los periodistas que estábamos allí acerca de esta incógnita. La mayoría creía que eso era impensable, que Tamames no puede cobrar por esto, que ha hecho este 'favor' a Vox gratis et amore. Con el tiempo saldremos de dudas.

Ese ego paseante del que antes hablábamos, y que tantas alegrías le está dando a don Ramón, no así a Santiago Abascal, es muy parecido en tamaño y forma al inmenso ego concentrado que usa Fernando Sánchez Dragó desde sus tiempos mozos y televisivos en los que hablaba de libros y de sexo tántrico. Dragó, amigo de Abascal, quería ser el califa en lugar del califa, pero se contuvo en primera instancia en honor al ego de su amigo Tamames, y lo malo es que los de Vox, alegres y felices en su limbo político, le compraron la propuesta a Dragó, que se quedó más o menos satisfecho pero sin poder insuflar más vanidad a su ego particular. Bien podía haber sido Dragó el recambio de Tamames, el perímetro egocéntrico abarcaría las mismas coordenadas.

Lo cierto, reconocido incluso por la gente de Vox, es que los verdes se han metido en este lío de proponer una moción de censura para hacer ruido, que es lo mismo que hacen los niños pesados cuando se aburren para llamar la atención de los demás, porque en el partido y en todas partes saben que no se van a comer ni un colín con esta moción, y así al menos harán algo de 'ruidín' tocando el timbre de la bicicleta. Vox ha desconcertado incluso a sus votantes con el invento Tamames, y aunque no se diga mucho a los votantes verdes los experimentos con gaseosa no les gustan mucho. Prefieren las cosas serias y bien planchadas, y no la astracanada repentina de una mañana fresca de marzo.

¿Qué hace un señor cómo ese en un partido como este, aunque sólo sea de vocero ocasional o de speaker accidental? Pues lo mismo que hace Sánchez Dragó y su ego de terciopelo japonés conspirando en una marisquería de Madrid con Abascal y su fino fontanero, Kiko Méndez Monasterio, hombre de plena confianza. A tres bandas parieron el invento y luego Dragó se sentó en su casa a puerta gayola con Tamames, y en un revolcón de egos con hielo y whisky se parió esta kafkiana historia de fenómenos paranormales y políticos.

Lo bueno de tener años es que te puedes permitir el lujo de decir todo lo que piensas porque ya estás de vuelta de todo y no tienes que demostrar nada. Lo hemos visto con Tamames metiéndose con el "tocho de 20 folios" del discurso del presidente, y lo hemos leído textualmente de Sánchez Dragó y su autoestima bien afilada: "¿Qué significa tener ego? Que tienes carácter. Si eres fiel a ti mismo y tienes carácter, te acusan de egocéntrico. Pues sí, soy culpable, ¡viva el ego! Tamames no hubiera llegado hasta aquí sin ego y yo no hubiera escrito 53 libros". En fin, 'ego te absolvo'…

Todo el mundo, incluso los antagonistas que aman a Vox, tienen claro que esta aparente moción de censura es un mero entretenimiento televisivo, un cascabel para el gato y una ofrenda floral a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, que junto a los dos egos pesados de Tamames y Dragó, ha tenido también la oportunidad de sacar a pasear su reluciente ego basculante en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. No nos hagamos ilusiones, el pescado está ya vendido y nadie se lo ha comido. Tamames sigue igual que antes pero con el pecho más erguido, Abascal y Sánchez esperando a Godot, y Feijóo de campo y playa porque este guateque no va con él, según él y su gente. Todo muy previsible, todo muy prescindible. Qué alguien se invente algo nuevo porque si no vuelve el 'Tito Berni' y la "ley del sí es sí".

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