Cuaderno de venta

Argentina vota a lo loco para recuperar la cordura y salir del infierno económico

El tipo de cambio del peso argentino se mueve este fin de semana en los 1.100 unidades por cada dólar en el mercado negro o 'blue' de a pie de calle, tres veces más que las tasas oficiales que fija el banco central.

El candidato a la presidencia de Argentina Javier Milei lidera las encuestas.
El candidato a la presidencia de Argentina Javier Milei lidera las encuestas.
DPA vía Europa Press

Extremista, libertario, ultraderechista, gritón, maleducado, excéntrico... Cualquier calificativo parece que vale para definir a Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza y líder en las encuestas de las elecciones presidenciales en Argentina frente a los rivales 'tradicionales' Sergio Massa y Patricia Bullrich. Lo cierto es que la realidad política y económica en la nación austral solo invita a llorar pero no es nada nuevo. Es el resultado de una cultura dominada por la trampa y el populismo que han colocado al país en una situación propia de un estado fallido, incapaz de asumir el fracaso colectivo que permitió a su clase política poner rumbo al infierno.

Con una hiperinflación de tres dígitos (> 100%), unos tipos de interés al 133% y una devaluación de su divisa absolutamente infame (caída del 99% o subida del 60.000% del billete de EEUU en dos décadas), Argentina es el infierno en la tierra en lo económico. Durante este fin de semana electoral, si un ciudadano quiere cambiar su moneda local por dólares -la única manera de ahorrar y proteger su dinero- debe poner 1.100 pesos por dólar blue, eufemismo de mercado negro. La escasez de divisa extranjera lleva a pagar una prima superior al 200%, la mayor en tres décadas, frente al tipo de cambio oficial de 350 unidades, según la tasa de la última devaluación en agosto del Gobierno de Alberto Fernández y su banco central.

Analizar con ojos europeos, el estómago lleno y el riñón cubierto la realidad social argentina es hacer trampa. Se estima que cerca de la mitad de la población vive en la pobreza y un 10% en la indigencia. El resto sobrevive y unos pocos disfrutan de una realidad alternativa en la que 'todo va bien', entre ellos, la élite política peronista y los kirchnerianos que todavía gozan de un apoyo social incomprensible pese a que son la causa principal de la situación. ¿Cómo se consigue esa resiliencia electoral? ¿Nacionalismo, redes clientelares, favores, subvenciones y pagas públicas? 

Déficit público significa fracaso

El diario 'Clarín' resumía a la perfección la foto de situación del país en su crónica del sábado: "Cómo llegamos al 22-O: a los tumbos, fundidos y abrazados a los yuanes de China". El análisis no solo viene a constatar el estado de desesperación, desconcierto y el tsunami de crisis socioeconómica de Argentina. También constata la dependencia de China en cuanto a la financiación pública porque ya ningún inversor extranjero en su sano juicio quiere prestar capital a la Casa Rosada. Con un banco central politizado, bajo control gubernamental, el poder político argentino lleva años cubriendo el desfase de sus cuentas públicas, el archiconocido déficit, emitiendo deuda, monetizándola y cubriendo con devaluaciones del peso el desaguisado.

Y en este momento de máxima oscuridad, los argentinos se han encontrado con una opción política populista que ofrece soluciones simples a problemas complejos. Milei se presenta a las elecciones con algunas propuestas que sobresalen por encima de todas las demás: la dolarización, la eliminación del banco central y una profunda reestructuración del estado con  'limpieza' del gasto político que ahoga al país. "Es un loquito. Me hacía gracia hasta que empecé a entender lo que decía", declara un joven en una serie entrevistas del diario 'La Nación' sobre la figura de Milei. La lucha contra la delincuencia es otra de las promesas electorales estrella de su partido en un país en el que robar y asesinar es el pan de cada día para grupos organizados. 

El problema de una virtual victoria de Milei este domingo es que sus soluciones son tan radicales y construidas como castillos en el aire que se hace casi misión imposible llevarlas a la realidad. Es la apuesta por un terremoto, un reseteo completo del país y un cambio de rumbo de 180 grados que ponga a la Argentina camino de ser la economía próspera que fue mucho tiempo atrás. El potencial en áreas como los hidrocarburos, el agroalimentario y el turismo se pueden dar la mano para esa salida del infierno económico que todos desean. 

Pero para ello Argentina debe recuperar la inversión extranjera pero antes el capital de su propia población, que huye en cuanto puede del peso para buscar refugio en cualquier divisa que muestre algo de estabilidad. El paso fundamental para reconstruir la confianza que la clase política rompió con el desmadre de las finanzas públicas que están fuera de control y una corrupción enraizada que envenenó a toda una sociedad. Dicen con razón que en las horas más bajas, cuando se ha tocado fondo y no hay nada que perder, es cuando se produce la catarsis que hace que todo cambie. Quizá Argentina encuentre la cordura en plena locura.

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