Cuaderno de venta

El Salvador, Bitcoin y la pérdida de soberanía monetaria

Nayib Bukele, El Salvador
Nayib Bukele, presidente de El Salvador
Europa Press

El Salvador se ha convertido en el primer país del mundo en adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal. La decisión parece haber cogido por sorpresa a gobiernos, supervisores y al sistema bancario en general, pero en realidad era solo una cuestión de tiempo que este hito se produjese. La reina de las criptomonedas ha extendido su influjo por todo el mundo hasta el punto de adquirir los galones de reserva de valor y refugio. No es exagerado afirmar que estamos ante una revolución tecnológica y financiera.

Hay quien todavía ve en Bitcoin solo una moneda o un activo. Su verdadera dimensión queda incompleta e irrelevante si no se tiene en cuenta la tecnología blockchain que hace que funcione. Es el mismo invento que ha dado lugar a Ethereum y otras redes con distintos objetivos y usos. Bajo todas ellas se ha desarrollado, en cuestión de una década, una de las comunidades de usuarios, desarrolladores y participantes más importantes desde que surgió la web en los años 90. Este es el punto de referencia del fértil campo de tecnología y finanzas que se está desplegando.

Hoy cualquier persona, empresa o institución puede crear su propia criptomoneda con mayor o menor grado de complejidad a través de plataformas especializadas, como clon de una preexistente o con una blockchain desde cero. Todo se puede tokenizar y ser un cripto-activo. Desde una imagen, un texto, un contrato o la propiedad de una casa. Pero no todo es susceptible de usarse como medio de pago y ser una cripto-divisa. Por tanto, no hay barreras de entrada a priori en el mercado. Si cualquier puede crear una, ¿por qué El Salvador ha adoptado Bitcoin como moneda de curso legal en lugar de lanzar una cripto sobre el colón, su divisa fiat (fiduciaria) tradicional? Por el mismo motivo que tiene su economía dolarizada, es decir, con el dólar como moneda cooficial: la confianza.

Venezuela lanzó en 2018 su cripto, el Petro, teóricamente respaldada por petróleo, oro y diamantes, pero fue un fracaso absoluto porque era un token opaco, centralizado, bajo el control del Gobierno chavista, una dictadura marcada por la corrupción, la expropiación y la devaluación continua de su propia moneda a base de emitir sin control ni reglas. Nadie lo usa pese a los incentivos que promete su impulsor. En cambio, Bitcoin genera esa fe, seguridad o tranquilidad para que sea usada por todo el mundo como moneda de cambio porque es inherente a su tecnología: la validación de transacciones a través de toda la red blockchain (cadena de bloques) permite comprobar y certificar que se ha realizado una operación, que los bitcoins existen y quién está en posesión de todos. No se puede manipular.

El Gobierno de Nayib Bukele, con amplio control parlamentario, ha optado por el Bitcoin, lo que supone perder la soberanía monetaria que le pudiera dar una criptodivisa propia a los designios de una comunidad internacional. Elige bitcoinizar su economía frente a estar dolarizado, es decir, dependiente de los designios de EEUU. Los riesgos para El Salvador son múltiples, pero tiene mucho más que ganar que perder. Adoptar Bitcoin supone lanzar un mensaje muy poderoso al mundo. No es solo la voluntad de regirse por unas reglas serias y claras que no le permitirán usar su banco central para hacer trampas con sus cuentas públicas como Venezuela, por ejemplo. Es, además, una apuesta por el desarrollo de servicios financieros sin la necesidad de bancos tradicionales gracias a las llamadas DeFi (finanzas descentralizadas) que están proliferando, sobre todo, en Ethereum. Poner la alfombra roja al Bitcoin es hacerlo a toda la comunidad cripto. Para un país pobre, inseguro y con una alta proporción de economía sumergida, un dinero digital aceptado globalmente parece a priori una ganancia segura.

El caso de El Salvador no es comparable ni mucho menos al de los países ricos y las principales potencias del planeta. EEUU, China y Europa si tienen la capacidad de lanzar con éxito sus propias versiones digitales del dólar, yuan y euro que entrarán a competir con Bitcoin por hacerse con un hueco en la economía mundial. Sin embargo, lo que están tratando de construir es una cripto que les permita mantener su soberanía monetaria a la hora de emitir moneda con flexibilidad y financiarse; o con la que puedan sobrevivir los bancos actuales sin llevar a la quiebra a sus respectivas economías. El Banco Central Europeo (BCE) prevé publicar este verano, al igual que la Reserva Federal (Fed), un borrador sobre su posición en la escena de las criptomonedas. Es un asunto de máxima importancia, uno de los temas tapados de la cumbre del G-7 en Cornualles y una patata caliente para los países más poderosos para evitar una guerra de criptodivisas. 

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