OPINION

El fantasma del apagón vuelve por Navidad

Traslado de grupo electrógeno en el apagón de 2007 en Barcelona.
Traslado de grupo electrógeno en el apagón de 2007 en Barcelona.
EFE

Hace mucho, pero mucho tiempo, a comienzos de siglo, cuando ni siquiera existía el término 'millennial', en España hubo apagones. Sucedió en grandes capitales como Madrid, Valencia y Barcelona y hasta eran relativamente frecuentes en comunidades de mucho turismo. El fantasma del apagón recorría el espinazo del sistema eléctrico cada cierto tiempo. Hacía mucho que el fantasma no aparecía. Pero ha vuelto.

Esta semana, una de las consultoras más afamadas de la capital, reunió a periodistas de información económica y especializados en energía para analizar la situación del sector, así como el contexto generado con el Gobierno “verde” de Pedro Sánchez. El fantasma del apagón se apareció en la reunión. Según los especialistas de la consultora, acogidos al 'off the record', las contradicciones no resueltas en los planes del Ejecutivo podrían afectar a la seguridad del suministro. En otras palabras, que si la ministra de Transición  Ecológica, Teresa Ribera, mantiene la idea de cerrar nucleares y centrales de carbón sin incentivar otras formas de generación, como las centrales de gas, España puede volver a sufrir apagones como si de un país del tercer mundo se tratara.

Las consultoras se llaman así por algo. Ofrecen consejos a quienes las consultan basados en los análisis de sus especialistas, generalmente brillantes y generalmente fundados. Cobran muy bien por sus servicios, que son amplios y que no se limitan a dar opiniones. Elaboran también informes por encargo. Son trabajos bien documentados, que tratan de influir en la opinión pública para que quien los encarga -habitualmente grandes empresas- tengan más fácil cumplir sus planes.

Fantasmas con una misión

Así que los fantasmas tienen un propósito. El del apagón también. En los apagones de inicios de siglo, los incidentes tendían a coincidir con grandes debates en el sector energético. Eran como una moneda de dos caras o como un arma de doble filo, según se mire. Deterioraban la imagen de las compañías eléctricas y soliviantaban a los consumidores (22,8 millones). Pero servían también como argumento para reclamar al Gobierno de turno subidas (o no bajadas) de las tarifas eléctricas. En momentos clave para el sector, el fantasma de los posibles apagones ha hecho sonar sus cadenas sobre las mesas de negociación, acongojando a los responsables de fijar las tarifas.

La vuelta de los fantasmas a las oficinas mas top de la capital del reino coincide con momentos muy agitados. El Gobierno de Pedro Sánchez y su ministra de Transición Ecológica han soliviantado al sector de la energía y al del automóvil con el anuncio de sus planes. Las recetas para descarbonizar la economía y combatir el cambio climático han sido recibidas como auténticas bofetadas por las empresas energéticas que demandan otro ritmo en las reformas.

Traslado de grupo electrógeno en el apagón de 2007 en Barcelona.
Traslado de grupo electrógeno en el apagón de 2007 en Barcelona. / EFE

Desde el final del verano, empresas eléctricas, petroleras y las multinacionales del automóvil se han desayunado con anuncios de subidas de impuestos a los carburantes (diésel); prohibición -lejana, pero prohibición al fin- de los coches contaminantes; revisión de las concesiones hidroeléctricas para recuperarlas al término de su concesión; posible recorte de la retribución a las redes de distribución de electricidad; advertencias sobre el (escaso) futuro del negocio gasista y cierre de centrales nucleares y de carbón. Una lista demasiado larga para ser aceptada sin resistencia.

Ambiente enrarecido

En ese ambiente enrarecido se pasea el fantasma navideño del apagón. En el pasado tuvo éxito. En febrero de 2002, con el recuerdo de grandes apagones en diciembre del año anterior aún reciente (600.000 usuarios sin servicio en Madrid y Valencia) y con los famosos Costes de Transición a la Competencia (CTC) -el billón de las eléctricas- en el alero, el entonces presidente de la patronal eléctrica Unesa, José María Amusátegui, advirtió al Ejecutivo de la "situación insostenible" del sistema y de la posibilidad de que "haya una situación comprometedora en los próximos meses si no se toman medidas".

El mensaje llegó. El Gobierno del PP, que en 2000 había aprobado una progresiva reducción de las tarifas del 9% "como máximo" en tres años, frenó en seco. El cambio fue radical: modificó la metodología y aseguró a las compañías subidas anuales de las tarifas hasta un máximo del 2% hasta 2011, además de asegurar el cobro del billón en CTC de forma escalonada. El fantasma de los apagones estuvo también muy presente en las conversaciones de la Planificación Energética, con la apuesta por el gas natural y las centrales de ciclos combinados. Una apuesta que todavía colea.

El espectro ha vuelto esta Navidad. Como en el cuento. Pero si Dickens levantara la cabeza -suponiendo que le importara el negocio de la energía- estaría confuso. Entre tanta palabrería no está claro quién es aquí el avaro Ebenezer Scrooge y quién el maltratado Cratchit. O sí.

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