En la frontera

Los recortes llegan al lobby eléctrico: es el fin de una época

Se acabó la era en la que los beneficios del año y la letra menuda del BOE se pespunteaban en un par de almuerzos.

Aelec se presentó en 2018 como sucesora de la antigua Unesa.
Aelec se presentó en 2018 como sucesora de la antigua Unesa.
AELEC

Hubo un tiempo en el que el lobby eléctrico fue todopoderoso. Todo poder. Uno de sus más ilustres representantes lo demostraba en cuanto tenía ocasión fumando rubio americano en el interior del Museo Guggenheim en Bilbao. Por supuesto, estaba prohibido y era el único que lo hacía. Porque podía. Sus dineros le costaba. Durante muchos años, el sector eléctrico cupo en un taxi. Como en otros sectores económicos enraizados en la dictadura, los beneficios del año y la letra menuda del BOE se pespunteaban en un par de almuerzos.

Unidad Eléctrica SA (Unesa), sociedad creada en los años 40 por 17 compañías eléctricas -¿Quién se acuerda de Hidroeléctrica del Chorro?- tuvo que adaptarse a la liberalización, la competencia y las leyes para modernizar el sector. Los nuevos tiempos obligaron a transformar la sociedad de intereses y apoyos mutuos en asociación empresarial al filo del siglo XXI. Pero las cosas no variaron mucho. El lobby eléctrico tuvo un peso fundamental en la organización empresarial CEOE y aún hoy, con todo lo que ha llovido y todo el peso perdido, el lobby mantiene una de las seis vicepresidencias de la organización que preside Antonio Garamendi

Pero el futuro ya no es lo que era. Los centros de poder y de influencia se han movido. Para empresarios como Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola, número 1 del Ibex 35) es más interesante pulsar teclas en Bruselas a través de grupos de presión como el Magritte -por el salón-museo de Bruselas donde se reunían primeros espadas de la energía- que gastar tiempo y también dinero en la asociación tradicional del sector en España. Las peleas empresariales, la entrada de nuevos actores como la italiana Enel o la portuguesa EDP y la transición -inevitable- hacia las energías limpias han desgastado las antiguas estructuras de influencia.

 Endesa, Iberdrola, EDP, Naturgy y Viesgo, transformaron hace dos años la poderosa patronal Unesa, en una pequeña asociación sectorial

Las cinco grandes compañías del sector, Endesa, Iberdrola, EDP, Naturgy y Viesgo, transformaron hace dos años la poderosa patronal eléctrica Unesa, en una pequeña asociación sectorial -aeléc-, con funciones y presupuesto reducidos para defender el negocio regulado de la distribución. En lenguaje llano, para cuidar de los ingresos seguros que vienen del recibo de la luz y que controla el Gobierno. Fue el primer paso. Ahora, llegan los recortes. La asociación ha anunciado a empleados en activo y jubilados que va a apretar el cinturón. Es el fin de los privilegios –luz gratis y seguro médico privado- para un centenar de empleados y jubilados, pero es también el broche final a tres cuartos de siglo de una manera peculiar de entender los negocios.

El tijeretazo reproduce la polémica decisión aprobada por la italiana Enel en su filial Endesa para recortar la retribución en especie de 30.000 exempleados y empleados en activo. El hachazo, que aún colea en los tribunales, ha engrosado el balance de Endesa con más de 400 millones de euros. Con el sector de la energía convertido en un refugio para la inversión, la prioridad de las empresas es asegurar el beneficio a repartir. Todo lo que no contribuya a asegurar el objetivo sobra. Lo pasado, pasado está. Y nada representa más el pasado que un jubilado.

Los señores de la energía, todos, se han reconvertido al verde y se buscan la vida por separado

Los señores de la energía, todos, se han reconvertido al verde y se buscan la vida por separado. No se debe a su sensibilidad medioambiental o a la preocupación por las consecuencias del deshielo en Groenlandia. Han mudado de opinión porque el negocio ha cambiado de lugar. Los beneficios están en el lado de las renovables y en la lucha contra el cambio climático. El cambio es espectacular. Endesa, marcada como una de las empresas más contaminantes del país, quiere mudar de piel. Ha presentado un plan para convertir su mercado más cautivo –las islas Baleares y las islas Canarias- en un paraíso renovable. Todos los socios del club trabajan para encajar en la nueva onda.

La ONU ha destacado en sus informes que 130 de las empresas más importantes del mundo están ahora comprometidas en usar únicamente energías renovables y que los beneficios potenciales para quien acierte en la adopción de medidas frente al cambio climático llegan a los 22 billones de euros. No el siglo que viene, sino en 2030. El salto está a la vista. Y sus consecuencias también. La pelea por el negocio es individual porque los objetivos son los mismos para todos y hay que guardar las formas. Se acabó el compadreo y se acabaron las viejas estructuras que, además, cuestan dinero. Fin de una época.

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