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Cómo guardar las verduras en verano para que no se estropeen

Si la temperatura no es excesivamente elevada, no todas verduras u hortalizas deben ir al frigo.

Abrir la nevera solo cuando sea necesario
Abrir la nevera solo cuando sea necesario
Freepik / bearfotos

Las subidas del mercurio en verano pueden dificultar seriamente la conservación de alimentos más delicados como son las frutas y verduras, con una vida útil más corta que otros productos como carnes y pescados, que basta con guardarlos en el congelador. 

Aunque se piense que en la nevera cualquier alimento dura más, este mito puede incluso empeorar y acelerar la maduración de algunas hortalizas hasta el punto de que estas se pasen antes de lo previsto. Lo primero que hay que hacer es dividir las verduras en dos grupos: las que necesitan refrigeración y las que no. Por ejemplo, los tomates, las cebollas, patatas o la col pueden conservarse a temperatura ambiente siempre que no haga mucho calor; mientras que las judías verdes, las verduras de hoja verde como las lechugas o los pepinos sí que necesitan una temperatura más fresca. 

Sin embargo, este segundo grupo que necesita frío para conservarse adecuadamente no precisa humedad, algo con lo que hay que luchar a la hora de meter la comida en el frigorífico. Lo mejor es colocarlas en los cajones de refrigeración, donde la temperatura es más suave, pero siempre teniendo cuidado de que no haya agua. 

Para aislarlas de la humedad, es conveniente no meterlas en bolsas de plástico y optar por envases de papel o envolverlas en papel de cocina para que absorba el exceso de agua. Este método es válido para judías verdes, pepinos, etc... 

Aquellas verduras que sí necesitan un extra de humedad y a las que no les conviene el frío seco, como las de hoja verde, será mejor guardarlas en un recipiente con un poco de agua, siempre sin exagerar. La albahaca, las acelgas o el brócoli lo agradecerán. 

El último truco es no meter las verduras mezcladas, sea en el cajón de la nevera o en un lugar fresco, seco y oscuro. Las hortalizas maduran a un ritmo diferentes, igual que la fruta, y unas pueden acelerar la maduración de otras, echándolas a perder. 

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