Pedro Cavadas: "No me gustaría que me tratase un médico de retos"

  • Cavadas es cercano, habla muy claro y no rehuye preguntas. Repite varias veces el concepto 'beneficio neto', pero siempre referido al usuario.
El doctor Pedro Cavadas (Imagen: revista Contigo)
El doctor Pedro Cavadas (Imagen: revista Contigo)
lainformacion.com

Al valenciano Pedro Cavadas ya se le conoce popularmente como 'Doctor Milagro' por llevar a cabo cirugías como la que le practicó en 2007 a Alba Lucía, la primera mujer del mundo a la que se le practicó un trasplante bilateral de antebrazos y manos; o la que acaba de realizar a Wilmer Arias, un joven guatemalteco que quedó tetrapléjico a los 9 años por una bala perdida y que, según el propio médico, estaba "partido en dos". En esta entrevista nos cuenta cómo es su trabajo.

Afirma usted que el futuro de la medicina no será la cirugía. ¿Por qué?

No, claramente no. Con la cirugía se trata quirúrgicamente lo que no entendemos exactamente cómo ocurre; y al no entenderlo le damos un cuchillazo. El taller de reparaciones del cuerpo humano seguirá existiendo siempre, porque siempre habrá averías, pero tratar enfermedades con un cuchillo, cada vez lo veremos menos.

¿Qué trasplantes se podrá practicar en un futuro que ahora aún no se hacen por su complejidad técnica?

No es la complejidad técnica el problema. Es básicamente una falta de conocimiento sobre inmunología, sobre los mecanismos de rechazo del cuerpo humano. El problema es la agresividad de la medicación.

¿Será su próximo reto el trasplante de cuatro extremidades?

Si fuera paciente no me gustaría que me tratase un médico de retos. Un reto es subir al Everest en calzoncillos o registrar un récord Guiness de escanciado simultáneo de sidra. Son bobadas de quinceañero. Beneficio neto de eso, cero. La medicina son tíos reales con problemas reales buscando soluciones y profesionales que se estrujan la cabeza para resolver un problema complejo. Trasplantes de cuatro extremidades, sí, se tienen que hacer, porque los pacientes están ahí, lo que pasa es que técnicamente es complicado, sobre todo desde el punto de vista anestésico.

¿Tienen algún futuro los xenotrasplantes?

Sí, pero de momento estamos muy lejos de poder utilizarlos. Tienen la ventaja de que si puedes llegar a utilizar órganos de animales consigues un suministro mucho más ágil que esperar a que alguien muera. Pero falta mucha ciencia básica para que eso sea una realidad. ¿Que se conseguirá? Como todo. Al final solo es cuestión de tiempo y de materias grises pensando en ello.

¿Cómo se pone en marcha un programa de trasplante en un país?

Para arrancar un programa de trasplantes hay que preguntarse: "¿Nos vamos a encargar seriamente de esta patología?". Y eso no es "vamos a hacer uno" o "vamos a salir en la tele", sino que hay que hacer uno detrás de otro, detrás de otro… En mi caso siempre ha empezado porque un paciente entra por la puerta con un problema y te pide una solución. Y tú dices: "Eso no se ha hecho aquí, vamos a empezar a recabar información sobre qué papeleo hace falta para que nos autoricen".

¿Cuál es la operación más sencilla que usted practica?

Por una serie de motivos, vienen muy pocas cosas sencillas. Las cosas más simples suelen ser retoques de cosas que ya hemos hecho. No decidí dedicarme a este tipo de patología en concreto, te va llevando el viento. ¿Para qué van a venir cirugías corrientes si hay un montón de sitios donde se hacen muchas cosas y se hacen muy bien? No nos dedicamos a cosas que quedan mejor, simplementes omos el coche escoba.

Una visita a África cambió su visión de la vida. ¿Por qué viajó allí la primera vez?

Quería ayudar en el Tercer Mundo y empecé a buscar sitios. Después de dar muchos palos de ciego, encontré uno en el que me dijeron sí, vale, venga usted por aquí. Solo fui una vez porque después encontré otros lugares más remotos en la zona norte de Kenya que son los que más se parecen a la idea del sitio que buscaba.

¿Cómo se puede operar entre ocho y diez pacientes en África en un solo día?

Y doce y catorce… trabajando a lo bestia, trabajando mucho, de cada viaje a África vuelvo doblado y a mí es muy difícil doblarme trabajando, creo que soy muy duro, y vuelvo doblado, apaleado. Y son viajes cortos, de dos semanas, pero dejar aquí el huerto desatendido más de dos semanas no puedo.

¿Qué es lo más disparatado que le han pedido en la consulta?

Por aquí desfila mucho loco. Hubo un tío que cuando hicimos el primer trasplante de manos vino porque le faltaba la puntita de un dedo y quería un trasplante a toda costa. Le dije que no: una, porque no me daba la gana; dos, porque no se debe hacer y tres, porque estaba loco. Rogamos que venga gente con cosas de operar.

¿Cree que el modelo sanitario español resistirá la crisis sin resentirse?

Claramente no. Creo que el rendimiento por euro dedicado es ridículo y se pierde gran cantidad de pasta por el camino en cosas ineficaces. Hay que meter un diente muy grande a eso. Que alguien evalúe el beneficio real, qué porcentaje de eso redunda directamente en el estado de salud de un paciente. La sanidad pública española anda, es como un coche que va razonablemente bien, pongamos a 110, pero gasta 180 litros a los cien. No se puede mantener un coche así.

¿A quién considera usted su mentor o su maestro?

Médicamente a nadie. Me encantaría tenerlo y poder llamar a alguien maestro. Mi maestro ha sido un poco de todo: el estudio, la observancia de las escrituras médicas... Hubo una persona que me impresionó mucho en Estados Unidos, pero llamar maestro a alguien con quien sólo estuve un mes sería hacerme el importante diciendo que tengo un maestro con nombre extranjero.

¿A qué nivel mundial coloca a España en cirugía reconstructiva?

En España hay equipos serios. En cirugía reconstructiva no somos de los mejores del mundo pero estamos en el grupo del notable, no en el de la matrícula de honor como país, pero en el grupo de notable, que no es poco.

¿Ha pensado alguna vez en abandonar e irse lejos?

Todos los días. Todos. No lo hago porque tengo dos niñas que siguen comiendo y que todavía tienen ilusión por ver a su papi. Los niños son lo más importante del mundo. Y porque tengo 45 años y jubilarme a esa edad me da un poco de vergüenza. Me podría jubilar ayer, perfectamente. Pero he invertido el 90 por ciento de mi vida en esto y claro, ahora es cuando más cosas sé y mejor las hago.¿Cómo lleva el contacto con la fama? ¿Ya le reconocen por la calle?

Sí, desde hace mucho tiempo recibo muestras de cariño, y a eso no le puedes decir que no nunca. Si desprecias eso estás despreciando a esa persona y a mí me enseñaron que a lagente no hay que despreciarla. Es enternecedor, las muestras de cariño me emocionan de verdad, no es una pose. Porque ellos no quieren sacarte nada, es limpio y primario.¿Qué aficiones le da tiempo a practicar en su escaso tiempo libre?

La caza con arco es mi metadona. Es como con los heroinómanos, no los cura pero evita que se metan en líos. Tiene la parte primitiva de que hay que acercarse mucho, de que tienes que tirar de muy cerca, no hacer ruido, es el animal y tú. La caza con rifle la veo groseramente desigual.

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