(AMPLIACIÓN) ATENTADOS. APLAUSOS Y GRITOS DE "NO TENGO MIEDO" TRAS EL MINUTO DE SILENCIO EN BARCELONA

El minuto de silencio este mediodía en Barcelona en señal de repulsa por los atentados concluyó con aplausos y gritos de "No tengo miedo" por parte de los miles de ciudadanos congregados en la Plaza de Cataluña, con la presencia del rey Felipe VI flanqueado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y por el de la Generalitat, Carles Puigdemont.
El Rey, Rajoy y Puigdemont llegaron juntos a la Plaza de Cataluña al filo de mediodía rodeados de fuertes medidas de seguridad, todos ellos con corbatas y trajes oscuros y semblantes serios.
En la plaza, dentro de un cordón de seguridad en todo el perímetro, se congregaban miles de ciudadanos para expresar su repulsa por los atentados y su apoyo a las víctimas.
Además del Rey y los dos mandatarios estaban en esas primeras filas de autoridades la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido; la de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat; el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo i Rocher; la presidenta del Parlamento autonómico, Carme Forcadell; el vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC, Oriol Junqueras; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; y los portavoces parlamentarios en Cataluña, así como diputados y concejales.
Asistieron también a ese minuto de silencio los líderes del PSOE, Pedro Sánchez; de Podemos, Pablo Iglesias; y de Ciudadanos, Albert Rivera, desplazados expresamente para asistir a ese acto.
El minuto de silencio fue roto por aplausos de los asistentes, secundados por las autoridades, incluido el Rey, que se prolongaron durante varios minutos y que fueron acompañados de gritos de "No tinc por", "No tengo miedo" a modo de contestación a los terroristas.
Una vez rota la solemnidad del acto se pudo ver al Rey, a Rajoy y a Puigdemont conversando entre la multitud y aún rodeados por miembros de sus dispositivos de escolta.
Sánchez, justo detrás, hablaba con Junqueras hasta que, en un momento dado, el monarca y el jefe del Ejecutivo se percataron de su presencia y abrieron el círculo para que el líder socialista se sumara tímidamente a la conversación.

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