Siete motivos para desconfiar del último anuncio de ETA

  • Todos los grupos políticos han coincidido en exigir más a ETA. Su comunicado no contenta a nadie, y la experiencia de la última tregua fallida hace que casi nadie se fíe de las intenciones de la banda, cuyo estado de debilidad hace temer que los terroristas lancen el comunicado más por necesidad que por voluntad de dejar las armas.
ETA anuncia un alto el fuego
ETA anuncia un alto el fuego
Borja Ventura

ETA ha arrancado el curso con un anuncio que se esperaba desde hace meses: su debilitamiento hacía presagiar que antes o después se vería obligada a hacer un alto en su actividad terrorista, algo por lo que ya se preguntaba el Gobierno y ante lo que algunos miembros de la oposición han visto una negociación secreta del Ejecutivo con los miembros de la banda.

El anuncio finalmente ha llegado: este domingo 5 de septiembre, tres etarras pertrechados con su indumentaria habitual han leído un comunicado de siete minutos en los que anuncian que van a dejar de "llevar a cabo acciones armadas ofensivas", sin más matices fuera de la retórica habitual de este tipo de comunicados. Todas las formaciones fueran de la llamada izquierda abertzale han coincidido en calificar el anuncio de insuficiente y decepcionante, incidiendo en que el único mensaje admisible por parte de ETA es el cese definitivo de la violencia. ¿Por qué casi nadie se fía de ETA?

Porque ya van 51 años de actividad terrorista y 829 personas asesinadas, cuatro veces más muertos que en el atentado del 11-M. Son cifras que dicen poco de las intenciones democráticas de la banda, aunque en sus comunicados aparezcan con frecuencia las palabras "libertad" y "democracia". Este comunicado no es tampoco una excepción, ya que aparecen frases como "la lucha a favor de la libertad del Pueblo Vasco ha guiado siempre la actuación de ETA" o "ETA cuenta con numerosas propuestas de iniciativas de colaboración, así como aportaciones para resolver democráticamente el conflicto".Porque en este medio siglo de vida se han vivido ya cuatro treguas fallidas, la última sellada con media tonelada de explosivos. En aquella ocasión, que tuvo lugar hace apenas cuatro años, el Ejecutivo de implicó directamente, como sucedió con González en los '80 y Aznar entre 1998 y 1999. Tras meses de negociaciones infructuosas, los etarras volaron el parking de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas y asesinaron a dos personas sin previo aviso.Porque no es una fecha casual: quieren estar en las elecciones. Falta medio año para que se celebren elecciones municipales, a las que las formaciones con vínculos terroristas no pueden presentarse en virtud de la Ley de Partidos. La perspectiva de que ETA no puedan renovar su control sobre los más de 30 Ayuntamientos que consiguió en las últimas elecciones supone un doble problema para la banda: pierde una importante vía de financiación a través de dinero público y se queda sin una forma de mantener su influencia viva en algunas zonas rurales de Euskadi.Porque aunque llevan más de un año sin atentar en España, lo han intentado. Ha pasado exactamente trece meses y ocho días desde el último atentado mortal de los terroristas; fue el 30 de julio del año pasado en Mallorca, cuando mataron con una bomba lapa a dos guardias civiles. Sin embargo, su último asesinato tuvo lugar hace sólo medio año, el 16 de marzo, cuando asesinaron a un gendarme francés en el país galo. Durante este tiempo han intentado en varias ocasiones llevar a cabo robos y atentados, frustrados por la actuación de las fuerzas de seguridad.Por la ambigüedad del anuncio, en el que no se habla de fechas, ni enmarca sus intenciones de dejar las armas en un plazo concreto, ni establece lugares ni fechas de entrega de armas, ni ha pedido perdón a las víctimas del terrorismo, ni ha dicho en ningún momento que su intención sea dejar las armas definitivamente. El Gobierno lo ha dicho en varias ocasiones: de la banda sólo espera un mensaje de que abandona la violencia de forma definitiva en un proceso que pueda ser verificable.Porque no parece que quieran dejar la violencia, sino porque no pueden hacer otra cosa. La serpiente ha perdido su cabeza cuatro veces en apenas dos años: las detenciones de Javier López Peña, Mikel Garikoitz Aspiazu, Ibon Gogeaskoetxea y Mikel Karrera Sarobe dan una idea del daño que la presión policial y la cooperación internacional están haciendo a la banda, especialmente en el último año. La banda terrorista atraviesa el peor momento de su historia, según el propio Ejecutivo, que no ha dejado de advertir que pese a ello los terroristas siguen siendo igual de peligrosos. Además, las primeras fracturas han ido apareciendo en estos años en el colectivo de presos, especialmente tras la ruptura de la última tregua, un grupo de importancia especialmente sensible en el entorno de la banda.Porque aunque el discurso de abertzale ha variado, sigue sin estar contra ETA. Usando la misma retórica de la banda, la izquierda abertzale ha ido variando su habitual silencio cómplice por alguna velada petición a la banda de que dejara las armas. Pese a ello, ninguna condena, ninguna ruptura, ningún signo de que haya un cambio de rumbo real en un colectivo que ha perdido su condición de altavoz de ETA después de que la banda rompiera la tregua en 2006 cuando aún seguían negociando con representantes del Ejecutivo. Incluso Eusko Alkartasuna, única formación democrática que se posiciona junto a los abertzales, ha pedido más a ETA tras el comunicado.

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