Así se sobrevive en la ciudad fantasma de Alepo

    • lainformacion.com entrevista a la Hermana Nazaret, testimonio directo desde la ciudad en la que se está viviendo una 'mini guerra civil'.
    • "Sin esperanzas", con una situación "terrible e inhumana", sin electricidad, con temperaturas bajo cero... el día a día de la población de una ciudad que poco se parece a la pintoresca Alepo.
Imagen de la Hermana Nazaret
Imagen de la Hermana Nazaret

La situación en Alepo se ha vuelto insostenible. Los medios internacionales ya la denominan como 'la ciudad de la pequeña guerra civil'. Los líderes mundiales se sientan y trabajan en una supuesta pausa en las hostilidades que, sin embargo, no llega. Mientras el territorio ve como el día a día viene marcado por los bombardeos, los disparos, y las muertes.Lainformacion.com ha entrevistado a la Hermana Nazaret de la familia del Verbo Encarnado, testimonio directo de la ciudad arrasada de Alepo.

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Las bombas rusas caen del cielo. Las miliciasiraquíes y libanesas, con ayuda deIrán,apoyan los bombardeos por tierra. Sobre el terreno, los rebeldes apoyados por EEUU,Turquía, Arabia Saudí y Qatartratan de frenar el avance de las fuerzas gubernamentales. Por otro lado,las milicias kurdas,apoyadas por Washington yMoscúganan terreno en el norte y extienden su control. Mientras tanto,Estado Islámicoha afianzado su control sobre varios territorios, aprovechando que los combates apuntan a otros grupos.

(L.I) Alepo es ya una ciudad en la que se está librando una auténtica guerra, y ustedes ahí siguen, ¿cuál es su trabajo?

-Nuestra comunidad religiosa, perteneciente a la familia del Verbo Encarnado, la cual se encuentra desde hace casi 7 años en la misión de Siria. Tanto las religiosas como los sacerdotes de nuestra Congregación trabajamos en el Vicariato Apostólico Latino, en la zona llamada Shahbat Al-Jadida, en la ciudad de Alepo.

Las hermanas estamos a cargo de la residencia para jóvenes universitarias cristianas, dependiente del Vicariato, colaboramos en algunos trabajos que requiere el obispado y colaboramos también en la pastoral de la Catedral Niño Jesús: tanto en la asistencia a las familias, como en la atención espiritual de los grupos, visitas a enfermos y todo lo que implica el apostolado parroquial.

(L.I) ¿Cómo es el día a día allí?

-La situación que se vive aquí es sencillamente terrible e inhumana. Hace 5 meses que la gente no tiene electricidad, más de un mes que no hay suministro de agua. El invierno es muy duro en Alepo, con temperaturas bajo cero, nieve. No se consigue combustible para calefaccionar las casas. Los precios han subido muchísimo por lo cual hay cosas de primera necesidad que se hacen inaccesibles.

A todo eso hay que sumar el miedo que se apodera de la gente, pues a diario caen proyectiles arrojados por los rebeldes en cualquier parte de la ciudad, especialmente en los barrios cristianos: destruyendo viviendas, automóviles y, lo que es peor, matando gente inocente, niños, padres de familia….

Bombardeos que se extienden por horas: estallidos de bombas, sonidos de aviones, tiroteos, descargas de armas grandes, sirenas de bomberos, ambulancias y policía, columnas de humo que se divisan a un lado y otro de la ciudad, edificios derrumbados, escombros… ese es el espectáculo diario en el que estamos inmersos.

La mayoría de las personas no tiene trabajo. Alepo es una ciudad reducida prácticamente a la miseria. Las universidades siguen funcionando pero han disminuido abismalmente el nivel académico y profesional que las caracterizaba y han perdido la reputación que tenían fuera del país.

(L.I) El Parlamento Europeo acaba de reconocer como genocidio la persecución que las minorias religiosas están sufriendo en lugares como Oriente Medio, ¿cuál es la situación de los cristianos en Alepo?

-Los cristianos viven una situación realmente difícil. Los barrios donde habitan han sido duramente golpeados por los ataques de los rebeldes. Son blanco permanente de los proyectiles, pero especialmente para las fechas de las fiestas más importantes del cristianismo como por ejemplo Pascua y Navidad. Muchas Iglesias han sido agredidas en el momento en que se celebraban los oficios religiosos. Varios templos han quedado inutilizados. Por otra parte los grupos rebeldes más fuertes lanzan amenazas contra los cristianos. Muchos cristianos en diversas partes del país han sido secuestrados, entre ellos obispos, sacerdotes y religiosas. De algunos de ellos no se han tenido más noticias desde que han sido capturados hace más de dos años.

(L.I) ¿Qué se habla por las calles de Alepo?

-Las fuerzas humanamente decaen… se siente el cansancio de la escasez, de la dureza de la vida cotidiana, de la austeridad y las necesidades a que se han visto sometidas las familias. En reiteradas ocasiones, los fieles recuerdan: ya van cinco años viviendo esta situación.

Pero ese cansancio humano, natural y totalmente comprensible no impide que la fe se mantenga firme.La gente ha sido marcada por el dolor. Prácticamente no hay familia que no haya perdido a un ser querido. Asimismo han sufrido daños y pérdidas materiales, desde sus trabajos hasta sus propias viviendas. La mayoría de las familias que permanecen aún en el país están divididas: parte de ellas aquí y parte en el exterior.

A pesar de todo, en el corazón de los cristianos sigue encendida la luz de la esperanza. No cesan de rezar y de esperar de Dios el don de la paz.

(L.I) ¿Podríamos hablar de una ciudad que comienza a convertirse en un territorio fantasma?

-No queremos acceder a la idea de llamar a este país un territorio fantasma. Es verdad que, al menos aquí en esta ciudad en que vivimos, prácticamente no ha quedado nada de lo que fue la pintoresca Alepo: una gran ciudad llena de movimiento, embellecida por sus monumentos, testigos de la rica historia de la ciudad, con una ciudad universitaria pobladísima (más de 40.000 estudiantes), incluso con estudiantes venidos desde fuera de Siria. Con calles despejadas, cuidadosamente conservadas, pequeñas plazas y parques en medio de la ciudad. Todo el conjunto hacía de la legendaria Alepo un centro de atracción turística, una ciudad pujante, con la vitalidad de una juventud llena de ilusiones, que se prepara con ansias para concretar sus proyectos de vida en un futuro cercano. Pero cuando la oscura sombra de la guerra cubrió el cielo nítido de Alepo, apenas si ha dejado rastro de lo que fue todo aquello.

Al salir a la calle, impacta la cantidad de controles militares. Cada dos o tres manzanas hay un pequeño puesto con un puñado de soldados armados. Nos hemos habituado a ver este espectáculo en las calles de Alepo, pero no es normal. Las calles se han visto pobladas de niños pidiendo limosna, de largas filas de gente que acude a lugares públicos y esperan el turno para llenar sus bidones con agua.

No obstante esto no queremos llamar a esta tierra como un territorio fantasma, porque su gente, los cristianos de este lugar, siguen manteniendo firme su fe, siguen luchando contra toda esperanza humana, siguen confiando en la Bondad de Dios que no dejara de oír sus plegarias…

(L.I) ¿Qué es lo que más temen los ciudadanos de Alepo?

- Nosotros como religiosos, por gracia de Dios, no tememos. Hemos pedido a nuestros superiores ser enviados a esta misión conscientes de los riesgos que corremos, pero al mismo tiempo seguros de que Dios no nos negara su auxilio para cualquier dificultad que debamos afrontar.

Sin duda alguna una de las circunstancias a las que hay que hacer frente es la posibilidad muy concreta de que cualquier momento puede ser el último de nuestra vida. Y para eso hay que estar preparado. La gente cuando sale de su casa no sabe si regresara con vida.

El vivir de cara a la muerte hace que uno aprenda a dar el valor real que cada cosa tiene, hace que uno aprenda a preocuparse por lo que realmente vale la pena, hace que la gente se acerque a Dios porque estamos realmente en sus manos. Verdades todas conocidas, pero que esta situación cotidiana ayuda a que sean asumidas de un modo existencial.

(L.I)¿Están bien informados de lo que realmente pasa?

-Sí, estamos informados. Lo que nos da impotencia es saber que las noticias no siempre se brindan con objetividad.

(L.I)¿La población está empezando a pasar hambre?

-Como dije antes el país ha sido devastado, los precios son altos, la gente no tiene recursos. Por tiempos algunas ciudades han sido asediadas dificultando la entrada de alimentos. Ciertamente hay muchas necesidades humanitarias de primer orden que remediar.

(L.I)¿Hay esperanzas de un cese en los bombardeos?

- Sí, hay esperanzas, fundada solo en Dios. Es el gran anhelo de la gente. En el día a día no se perciben expectativas de paz, vivimos jornadas de intensos ataques. Pero por encima de las fuerzas y las decisiones humanas, esta Dios, a quien pedimos la paz.

(L.I)¿Qué perfil de gente es la que más se está yendo (mujeres, niños, hombres)?

- No podemos hablar de perfil de la gente que emigra. El éxodo es masivo. Se van familias enteras. La gente que cuenta con recursos trata de irse de modo legal. Las familias más carenciadas se van a través del mar, arriesgando su vida, muchos mueren en el camino, como es mundialmente conocido. Entre la gente que permanece aquí en el país sobresale más bien la gente de mayor edad y los ancianos.

(L.I)¿Hablan de un país en particular al que emigrar?

- En los últimos meses muchas personas están viajando a Canadá. Pero se encuentra gran número de sirios en Jordania, Líbano, Suecia y Alemania

(L.I)¿En qué confían los ciudadanos en este momento?

- Permanece en los corazones la esperanza de aquel día en que retorne a esta ciudad la paz y la armonía, día en que sea devuelta la sonrisa al rostro de sus niños, día en que su gente se vea libre del miedo y de la tristeza de haber perdido todo. Día, en que por fin tengan cumplimento aquellas palabras pondré paz en tus fronteras. Día en que los hombres no pongan obstáculo a la voluntad de Dios, que es un Dios de Paz (Is 9,5 Rom 15,33 1Tes 5,23 Flp 4,7). Es verdad que las tinieblas de la guerra cubrieron el cielo de Siria, pero también es verdad que solo aquellos que caminan en tinieblas ven algún día las estrellas. Esperamos todos el día en que apagado el fuego de las armas y silenciado el estruendo de la violencia podamos contemplar las estrellas que preludian la paz.

Un pueblo que se queda sin recursos, que teme las horas de bombardeos, un territorio que se muere de hambre esperando a que las potencias mundiales lleguen a un acuerdo de paz que se hace esperar desde hace ya cinco años.

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