Albert Rivera es ya un 'ciudadano' cualquiera. El que fuera líder de la formación con el mismo nombre hasta hace cuatro días dio un giro radical a su vida el pasado lunes al anunciar su dimisión no solo como presidente del partido, también de la política. Albert se marcha después de que Ciudadanos se desplomara en las elecciones del domingo y solo pudiera cosechar 10 escaños, un fracaso del que asumió la responsabilidad quitándose de en medio.
Rivera ansiaba libertad en todos los sentidos y al día siguiente de su marcha cogió el coche y se embarcó en un viaje a un destino desconocido con su pareja, la cantante Malú. Ambos fueron vistos el martes en un bar de carretera en la A-5 dirección Extremadura comprando el desayuno para el camino. Vestían ropa de sport, cómoda para viajar, y estaban muy tranquilos y distendidos.
Y es que parece que la pareja ha decidido desaparecer por un tiempo del ojo público y dejar que pase la tormenta relajándose en algún punto desconocido del sur de España o de Portugal, país que Albert adora y donde ya pasaron sus vacaciones de verano. Será en este lugar que solo ellos saben donde el expolítico soplará las velas de su 40º cumpleaños, que es este viernes 15 de noviembre.
Un aniversario muy diferente al de los últimos años, en los que era una de las principales figuras políticas del país. Ahora Rivera es un 'ciudadano' más y pasará su 40º cumpleaños, una cifra redonda y muy importante, de forma privada. Precisamente, el catalán entra en una nueva década con un cambio radical en su vida.
Tras 13 años dedicado en cuerpo y alma a la política, Albert se ha quitado todas las responsabilidades y ahora se abre ante él un futuro incierto, en el plano laboral. En el personal está mejor que nunca. Feliz con Malú, con la que lleva desde principios de 2019 y con la que ya vive en la casa de la cantante en la urbanización de La Florida, y con más tiempo para dedicárselo a sus padres y, sobre todo, a su hija Daniela, fruto de su relación con la psicóloga Mariona Saperas.
Ese es su objetivo inmediato, como dijo en la rueda de prensa de su dimisión, dedicar más tiempo con sus seres queridos. Sus años en política le han obligado a desatenderles mucho y ahora pretende recuperar ese tiempo perdido. El el ámbito profesional, lo más seguro es que regrese al sector privado. No se sabe si a La Caixa, entidad donde trabajaba antes de entrar en política y donde tiene una excedencia, o a otra empresa. Albert es abogado y en todo este tiempo ha hecho numerosos contactos que le podrían abrir la puerta de una gran compañía.
Por ahora, pretende tomarse un tiempo para él mismo y su familia, celebrar como debe sus 40 años y reflexionar acerca de lo que quiere hacer a partir de ahora. Con la conciencia tranquila de saber que ha hecho lo correcto y que pocos políticos tienen hoy en día el valor de hacer. Dimitir.
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