Luis Delgado lamenta la deriva de la música hacia "un telón de fondo"

  • Roberto Jiménez.

Roberto Jiménez.

Valladolid, 20 ago.- La música ya no eleva el espíritu, tampoco emociona ni provoca un goce con la misma intensidad que hace unas décadas, "tan solo se trata de tener un telón de fondo" por parte de una sociedad, la actual, que "no parece necesitar más", ha lamentado hoy el compositor e intérprete Luis Delgado.

La clave no está en saber qué tipo de música define e identifica a estos tiempos de revolución tecnológica, "sino en plantear si hoy tiene un sitio en la sociedad", ha reflexionado Delgado (Madrid, 1956) en una entrevista con Efe, consciente de que el interés por ella ha pasado a ser, hoy por hoy, "algo minoritario y, en muchos casos, anecdótico".

"Hemos sido invadidos por el concepto que sugería el agudo Erik Satie con su 'musique d'ameublement', algo así como 'música de mobiliario'. Se trata de tener un telón de fondo que normalmente procede de programaciones de radio o de portales digitales que suenan sin parar en espacios públicos y domicilios", ha explicado.

Para Luis Delgado, "esta es la verdadera clave de la situación", al margen de la "evidencia innegable" que representa el declive de la industria discográfica en España, "al traste" por las descargas ilegales y la "copia indiscriminada" para arrastrar consigo a "varias decenas de miles de puestos de trabajo".

Desde su primer concierto, en Madrid a los 14 años de edad con la orquesta de laúdes Gaspar Sanz, este compositor, intérprete y productor ha dedicado casi 45 años de su vida a la música, con especial atención a la medieval y andalusí, bien como solista, bien a través de conjuntos como La Musgaña, Cálamus y el Grupo Hispano-Marroquí Ibn Baya, entre otros.

Desde hace casi dos décadas vive en Urueña (Valladolid), donde compone, produce y disfruta del escaso tiempo libre que le dejan sus numerosos compromisos, también como conferenciante, y donde gestiona el Museo de la Música con instrumentos procedentes de los cinco continentes que ha reunido a lo largo de su trayectoria artística.

"No tengo televisión desde hace años. Cuando me fui a vivir en Urueña fui dejando de verla gradualmente y, finalmente, acabó por averiarse. No encontré ninguna razón para comprar una nueva porque el planteamiento vital que propone no coincide con el mío", ha reflexionado este asesor musical y compositor permanente del Planetario de Madrid.

La pequeña pantalla simboliza, a su juicio, el vacío y la ausencia a la que se ve abocado el ciudadano dentro de una sociedad en la que "todo parece dirigirse hacia la eliminación del criterio personal y a huir de la diversificación", ha añadido quien como productor ha supervisado trabajos de Joaquín Díaz, Amancio Prada, María del Mar Bonet y Javier Bergia, entre otros artistas.

Los medios "siguen los patrones de la competencia en las producciones propias y todo va por modas: ahora parece ser la descalificación competitiva", ha proseguido este autor a quien el cineasta Ridley Scott recurrió en 2005 para la banda sonora de su filme "El reino de los cielos".

Veinte discos como solistas, treinta con grupos, más de cincuenta producciones y un centenar de colaboraciones jalonan la obra de Luis Delgado, autor de la música de numerosas obras teatrales y de bandas sonoras para documentales televisivos como "Alquibla", sobre el mundo árabe, con guión de Juan Goytisolo en 1989, o "La transición", de Victoria Prego, también para TVE, en 1993.

Al afrontar el acto creativo, Luis Delgado se encuentra "como si estuviera parado delante de una puerta" a la que llama y a veces se abre, y se considera un "escapista" porque concibe la música como "un espacio utópico en el que nos refugiamos algunos seres humanos", ya que en el arte, ha añadido, "es donde las personas se encuentran con su verdadera condición".

Esta sensación le invade ahora mismo, en agosto, con motivo de la grabación de su próximo disco, "Vivere Memento" ("Acuérdate de vivir"), que comparte con María José Hernández y Joaquín Pardinilla, para refrescar melodías medievales y tradicionales con instrumentos de época pero con el auxilio de los sistemas tecnológicos más avanzados: desde las Cantigas de Alfonso X hasta el Codex Calixtino y las canciones de gesta o la poesía femenina.

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