Al Maliki trata de recuperar la iniciativa tras el descalabro militar

  • Tras perder el control sobre el norte del país en solo unos días, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, trata de recuperar la iniciativa en el campo de batalla, aunque los insurgentes suníes permanecen sólidos en sus feudos.

Enrique Rubio

Erbil (Irak), 14 jun.- Tras perder el control sobre el norte del país en solo unos días, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, trata de recuperar la iniciativa en el campo de batalla, aunque los insurgentes suníes permanecen sólidos en sus feudos.

En un movimiento criticado por sus opositores, que lo ven como un paso más hacia el autoritarismo, Al Maliki anunció que el Consejo de Ministros le ha otorgado "poderes ilimitados" para movilizar y equipar a sus tropas, así como para financiar la compra de armas.

Esa decisión llega tras fracasar en su intento de que el Parlamento, cuyo mandato expiró anoche, decretase el estado de emergencia, lo que habría ampliado sus prerrogativas.

En un discurso, el jefe del Gobierno estableció en la ciudad de Samarra, unos 120 kilómetros al norte de Bagdad, el punto neurálgico desde donde deberá comenzar la contraofensiva sobre el norte, controlado en su mayoría por los yihadistas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) y sus aliados suníes.

"La batalla contra el terrorismo empezará en Samarra", dijo Al Maliki, antes de prometer que sus fuerzas avanzarán "hacia cualquier palmo de tierra manchada por los pies de esos traidores".

En las próximas horas, los voluntarios civiles que ha reclutado el Gobierno central comenzarán a llegar a Samarra para intentar recuperar el terreno perdido.

La magnitud del desastre militar, agravado por la retirada en desbandada del Ejército de las provincias de Nínive y Saladino ante el avance rebelde, ha obligado al Ejecutivo a recurrir al alistamiento de civiles.

El propio ayatolá Ali al Sistani, la máxima autoridad religiosa del chiísmo en Irak que raramente interviene en política, hizo ayer un llamamiento a los ciudadanos a tomar las armas frente al EIIL.

El Ministerio del Interior aseguró hoy que sus fuerzas consiguieron recuperar con el apoyo de la población local cinco localidades en la provincia de Saladino, la misma en la que se encuentra Samarra.

Según dijo a Efe una fuente de seguridad, Al Duluaiya fue la primera población liberada por la Policía, seguida por Al Muatasim, Al Ishaquia, Al Meshek y Al Zauiya.

Pese a todo, Irak se halla sumido en una guerra de propaganda en la que se hace difícil conocer los avances reales tanto de las tropas gubernamentales como de la insurgencia.

El carácter religioso de la contienda quedó de manifiesto tras conocerse que los radicales ejecutaron hoy a doce imanes frente a una mezquita en Mosul, acusados de haber rechazado jurar lealtad al EIIL.

Las prácticas brutales de este grupo eran ya conocidas por sus acciones dentro de la guerra civil en Siria, aunque hasta el momento no han trascendido muchos casos de ejecuciones similares en el territorio conquistado.

Los grupos yihadistas como el EIIL consideran que los clérigos suníes que pertenecen a las instituciones religiosas dependientes del Estado o que prohíben la yihad profesan un islám desviado. Además, califican de infieles a todos los religiosos chiíes.

La vertiginosa escalada bélica ha provocado una "tragedia humana", a juicio de la ONU, que hoy cifró en al menos un millón el número de desplazados internos en todo el país.

Esa cifra incluye a más de medio millón que han huido de las provincias de Nínive y Saladino en la última semana ante los progresos de la insurgencia, pero también a quienes han tenido que dejar desde comienzos de año sus casas en la provincia occidental de Al Anbar por los choques entre rebeldes suníes y el Ejército.

Sin paños calientes, el representante de la ONU en Irak, Nikolai Mladenov, reconoció que el conflicto abierto encarna "una grave amenaza para la soberanía y la integridad del país".

El alto cargo de Naciones Unidas visitó hoy el campo de desplazados de Jazar, en la frontera entre el Kurdistán y la provincia de Nínive, donde ya se alojan unas 150 familias.

Sin embargo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) espera que esa cifra se dispare en el futuro, sobre todo si las tropas gubernamentales bombardean, como se espera, la ciudad de Mosul, la segunda mayor del país.

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