Caso Gabriel: del arrepentimiento de Ana Julia a los detalles de la muerte del niño

  • "Yo simplemente le tapé la boca", asegura la asesina confesa del pequeño. El resto de testigos la tachan de fría y calculadora.
Ana Julia Quezada
Ana Julia Quezada
EFE

Desde que Ana Julia Quezada pidiera perdón por el asesinato de Gabriel Cruz hasta conocer que el hacha encontrada en la finca donde lo enterró tiene ADN del pequeño ha pasado ya una semana de un juicio en el que se apuntalan versiones para demostrar ante el jurado popular si todo sucedió de forma accidental, o no. Lo primero es lo que mantiene la asesina confesa. Los familiares y agentes que han ido declarando dibujan en cambio a una Ana Julia fría, calculadora, cruel y materialista, lejos de la mujer atormentada que no podía más con el secreto, que quería ser descubierta e incluso suicidarse. Acabó con la vida de un pequeño que salió a jugar con sus primos y del que nada se supo durante doce días, hasta que ella misma lo desenterró y metió en el maletero de su coche, emprendiendo un viaje "sin sentido" hasta que fue detenida.

"Tranquila Ana, que no vas a ir a la cárcel" o "Ángel, te quiero mucho, yo quiero a Gabriel" son frases que ella misma dijo con el cuerpo del pequeño todavía en el vehículo. Asegura que no se acuerda. Lo que no olvida es lo que lleva diciendo desde el día en que fue detenida: "No quería matarle". Solo le puso la mano en la boca y la nariz para que dejara de llamarla "negra fea". 

La acusada mostró la cara A de una Ana Julia Quezada que llegó a España en 1992 engañada por su hermana para ejercer la prostitución. "Ella me engañó", relataba. "Me metieron en un puticlub hasta que me fui", aseguraba. En Burgos estuvo 20 años. Se casó con un camionero con el que tuvo a su segunda hija, Judith. La primera vivía en República Dominicana hasta que pudo traerla a España. Murió al poco de llegar. La causa: se precipitó por una ventana. Se consideró una muerte fortuita. Allí habría tenido otras dos parejas hasta que llegó a Las Negras, para posteriormente conocer al padre de Gabriel.

Pero los testigos que desde el martes han ido prestando declaración en el juicio -en la Audiencia Provincial de Almería- han descrito la cara B de Ana Julia, que dista mucho de lo que ella intentó transmitir. Su hija Judith no quiso verla mientras declaraba por videoconferencia desde Burgos que la había utilizado para dirigir la investigación. Aseguró que le dijo que hablase con el psicólogo clínico de la madre del niño (Patricia Ramírez) para decir que Sergio, la última expareja de Quezada, era un "hijo de puta". Precisamente, Quezada había colocado una camiseta del menor a escasa distancia de donde reside su expareja, según la Guardia Civil para intentar inculparlo, simulando el hallazgo de la prenda el 3 de marzo del año pasado. 

Tampoco quisieron cruzarse la mirada con ella los padres y familiares más allegados de Gabriel. Pidieron un biombo. Pero Patricia Ramírez solicitó que lo retiraran para mirarle a la cara y decirle "eres mala, muy mala, rematadamente mala". Los familiares de las otras parejas de Quezada hablaban de ella como una persona a la que solo le interesa el dinero. Y eso mismo llegaron a pensar los investigadores cuando pensaron que estaría interesada en cobrar la recompensa que se ofrecía por conocer alguna pista de donde estaba Gabriel. Era de 10.000 euros y supuestamente le molestó que no se subiera a 30.000.  

Fue durante la declaración del tío del pequeño, Francisco Cruz, cuando se escuchó por primera vez que Ana Julia parecía nerviosa el día después de la desaparición del niño. Los vecinos han insistido en más de una ocasión, según recoge EFE, que no mostró nervios ninguno de los doce días que Las Hortichuelas se echó a la calle en busca de Gabriel. 24 horas después de no tener noticias del niño, el tío, Ana Julia y más familiares durmieron en esa finca en la que confesó después que mató al pequeño el 27 de febrero del año pasado y enterró tapándolo con unos tableros. Todo sucedió en las tres horas que pasó allí el mismo día de la desaparición.

El tiempo exacto se conoce ahora, después de que los peritos analizaran todos los datos de posicionamiento de su teléfono móvil. Durante algo más de una hora no lo utilizó. Precisamente sus teléfonos fue lo que hizo que los investigadores se centrarán cada vez más en ella como sospechosa, porque perdió dos mientras se buscaba a Gabriel. Que encontrara la camiseta del niño en una zona que ya se había registrado provocó que empezaran a seguirla de cerca. Muy de cerca. Tanto que durante esta semana se han mostrado las imágenes tomadas a menos de 400 metros del día en el que decide desenterrar a Gabriel. También se le escucha referirse al niño de forma despectiva: "¿Quieren un pez? Le voy a hacer un pez, mis cojones". 

Este mismo viernes se conoció que en la finca los peritos encontraron una mancha de sangre que pertenece al niño y que el hacha que había en la vivienda tenía restos de ADN de Gabriel. Precisamente Ana Julia fue quien relató cómo la utilizó para enterrar al pequeño quien, según la acusación particular, agonizó durante una hora. Tanto esa herramienta como una pala y un rastrillo llamaron mucho la atención del tío del pequeño la noche que pasaron en la finca. "Estaban muy bien colocadas", relató ante el jurado popular. También aseguró que no eran suyas y que le extrañaba que fueran del padre, recoge Efe. Su testimonio daba alas a la versión de la fiscal, Elena Fernández: "Actuó con claro ánimo de ocasionar la muerte a Gabriel".

En la misma línea, el letrado de la acusación particular, Francisco Torres, cree que las pruebas "determinan cada día más la responsabilidad alevosa, premeditada" de Quezada, que buscó "en todo momento" acabar con la vida de Gabriel en el "sitio apropiado" y que incluso podría haber llegado a limpiar el escenario del crimen. Ayer se conocía que los agentes que hicieron la inspección ocular de la finca hallaron un martillo en la parte contraria a la alberca junto a la que fue enterrado Gabriel, un hacha apoyada en un muro de hormigón, una pequeña mancha de sangre en el marco de aluminio de la puerta que daba de la casa al jardín y un resto biológico en un interruptor. Otros dos agentes que realizaron la inspección ocular del vehículo explicaron que dentro del coche hallaron un pañuelo de papel usado, unos guantes negros, un cubo de fregona y una mochila con varios juegos de llaves, la parte superior de una llave partida y medicinas.

Por otro lado, el abogado de Quezada, mantiene que el informe de posicionamiento telefónico de la Guardia Civil coincide con el relato de su cliente. Sobre los restos biológicos en la finca, ha insistido en que solo había una gota, negando que hubiese limpiado la escena porque -en la fregona- "no hay restos de sangre, no hay nada, ni ADN, ni sangre, la fregona no se utilizó". "¿Qué se podría haber limpiado? Como podrían haber llegado los extraterrestres, son hipótesis no probadas ni corroboradas, la prueba viene a coincidir con lo que ella declara", dijo.

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