Los testigos desmontan la versión de Ana Julia Quezada: ni suicidio ni arrepentirse

Ana Julia en el tercer día del juicio
Ana Julia en el tercer día del juicio
Europa Press

Fría, calculadora y manipuladora. Ese es el perfil que dibujaron los familiares y agentes que declararon en la tercera sesión del juicio por la muerte del pequeño Gabriel ayer miércoles de la acusada. Su retrato dista mucho del que esbozó la propia Ana Julia Quezada sobre sí misma el pasado martes. Ella quiso dar muestras de arrepentimiento, pero "no lo mostró ningún día". Aseguró que quiso suicidarse, aunque no se encontró medicina suficiente para ello. Aseguró que no sabía como desvelar su secreto, pero la Guardia Civil habla de una persona que "quería controlar la investigación" y orientar sus pasos hacia su expareja, para lo que utilizó unos señuelos que se volvieron en su contra. Se estaba colocando en el centro de la investigación ella sola, aunque son varios los familiares que empezaron a sospechar de ella el día que apareció la camiseta. Patricia Ramírez, la madre del pequeño, la primera.   

Uno de los testimonios más esperados del día era el del tío paterno del pequeño, Francisco Cruz. Sus respuestas eran como jarras de agua fría sobre el relato que la propia Ana Julia hizo de los hechos en la finca de Rodalquilar, donde quitó la vida al niño "de forma accidental", como sostiene su defensa. Una vez muerto asegura que se quedó bloqueada y una de las veces que entra y sale de la casa para fumarse un cigarro encuentra una pala. Esa pala se le mostró ayer a Francisco, -que se conoce la finca a fondo-, y no la reconocía como propia: "allí no tenía herramientas". Es más, declaró que la noche siguiente a la desaparición de Gabriel pasaron la noche allí y le llamó la atención cómo estaban colocadas la pala, el hacha y el rastrillo con el que Ana Julia enterró al pequeño. Su relato apoya la teoría de fiscalía de que no se trataría de una muerte accidental, sino más bien planeada. 

Así lo ve el abogado Francisco Torres, que ejerce la acusación particular. Asegura que los testimonios han "desmontado por completo" la versión de la encausada y han afianzado la teoría de que actuó con premeditación. "Fue a matarlo, lo tenía premeditado y le falló que se acumulara tanta gente y tantos medios de comunicación, que le impidieron deshacerse del cuerpo en días posteriores, pero su intención es inequívoca", valora.

En ese sentido uno de los guardias civiles que han prestaron declaración aseguró que la intención manifestada por Ana Julia de llevar a varias personas a la finca para intentar decirles que el pequeño estaba allí enterrado puede distar mucho de lo que en realidad pretendía hacer: "Era para ver si algún animal, alimaña, había removido el terreno y dañado el cuerpo". Ella aseguraba que iba allí porque le daba "paz y tranquilidad". 

También parece quedar sin argumentos la intención que manifiesta Ana Julia por primera vez durante su declaración de suicidarse. Según ella, el día que había metido el cuerpo del pequeño en el maletero era para dejarlo en el garaje de su piso en Vícar y después subir al domicilio, escribir dos cargas -una para el padre y otra para su hija- y después tomarse todas las pastillas que hubiera y echarse a domir. Los agentes hoy han desvelado que en la casa se encontraron algo menos de una docena de pastillas tranquilizantes y algo de cocaína. 

También han apuntado que la acusada "intentó en todo momento dirigir" las pesquisas. Primero habría intentado señalar a su expareja y en más de una ocasión relataría lo que odiaba a los niños, así como que tenía una furgoneta blanca. En un primer momento uno de los testigos del pueblo sí diría a los agentes que ese tipo de coche podría estar involucrado en la desaparición del pequeño. El momento en el que deja la camiseta de Gabriel cerca de la casa de su anterior pareja empieza a ponerse ella sola en el centro de la investigación. El supuesto hallazgo de la prenda fue el punto de inflexión en la investigación.

Así lo declara el capitán José María Zalvide, jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería, que abrió las declaraciones de este miércoles y atendió este caso "de alto riesgo" desde el primer momento. Nada más conocer la desaparición entendieron que por la edad del niño no se había alejado demasiado de la casa de los conocidos. "parecía claro que no se había ido al monte". Ese mismo día comprobaron las cámaras que había alrededor de la vivienda, así como los huéspedes de los hoteles y camping cercano.

¿Por qué no registraron la finca de Rodalquilar? Los agentes que ayer prestaron declaración señalaron que no decidieron apuntar hacia ese terreno porque ningún familiar habría notado nada raro "incluso pasaron allí algunos días". Fueron varios los que entraron y salieron, no había rastros de sangre ni de violencia y se seguía creyendo inicialmente que Gabriel pudiera estar vivo y retenido por un tercero.

A los agentes no les pareció en ningún momento una casualidad que Ana Julia perdiera hasta dos móviles seguidos. Uno de ellos fue encontrado durante una batida de búsqueda en unos arbustos. El otro lo perdió en el coche. Es así como podía estar siempre al tanto de todo lo que sucedía porque "cada vez que llamábamos a Ángel para comentarle detalles de la investigación casi siempre era ella la que atendía la llamada". Así siempre estaba al tanto de lo que sucedía. "Se iba anticipando a los planes que teníamos", declara el teniente instructor de las diligencias.

Y así testimonio tras testimonio se ha ido haciendo un perfil de una acusada que escuchaba junto a sus letrados de la defensa con semblante serio todo lo que se decía en la sala. Se pudo ir escuchando durante la tercera sesión del juicio los ánimos que se daba a ella misma cuando va a por Gabriel: "Vamos Ana, que no vas a ir a la cárcel", se suman a la de "¿Quieren un pez? Le voy a hacer un pez, mis cojones". Los agentes relatan que también se puede escuchar "cómo mete el cuerpo en el coche, sacude las manos y dice: A dónde lo llevo ahora, a qué invernadero lo llevo". Habría nuevas teorías. El despliegue de búsqueda y de los medios de comunicación podrían haber sido la causa de que no moviera el cuerpo antes. ¿Dónde lo quería llevar? Llegaron a pensar que su intención fuera arrojarlo al mar

Aunque poco a poco ella misma se situó en el centro de la investigación fueron varios los familiares de Gabriel que empezaron a sospechar de ella. Era la única que ante una situación así estaba entera. También puso "muy mala cara" al saber que no se iba a subir la recompensa de 10.000 a 30.000 euros. Se percató Patricia Ramírez, la madre de Gabriel, que tampoco se creyó que encontrara la camiseta, según ha apuntado el jefe del Grupo de Homicidios y Desaparecidos de la Guardia Civil de Almería. "No le cuadraba lo de la camiseta, dijo que no vestía al niño, y que eso de que olía a Gabriel no lo podía saber, que le generaba sospechas, que veía que no podía ser así".

El único que parecía no sospechar era su pareja y padre del pequeño, Ángel Cruz. Pero parecía manejado por Ana Julia en todo momento. El jefe del Grupo de Homicidios y Desaparecidos de la Guardia Civil de Almería aseguró que para poder hablar a solas con el casi lo tuvo que ordenar y que y que incluso le tuvo que indicar durante unas declaraciones que no podía estar junto a éste mientras testificaba. Atendía sus llamadas e incluso le suministraba las medicinas necesarias para llevar la pena. 

Mostrar comentarios