Arancedo sucede a Bergoglio al frente de la Conferencia Episcopal Argentina

  • La Conferencia Episcopal Argentina eligió hoy al arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, como nuevo presidente para los próximos tres años en sustitución del cardenal Jorge Bergoglio, que dejó el cargo tras dos períodos consecutivos de gestión marcados por sus diferencias con el Gobierno.

Buenos Aires, 8 nov.- La Conferencia Episcopal Argentina eligió hoy al arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, como nuevo presidente para los próximos tres años en sustitución del cardenal Jorge Bergoglio, que dejó el cargo tras dos períodos consecutivos de gestión marcados por sus diferencias con el Gobierno.

Arancedo, de 71 años, fue elegido tras dos días de deliberaciones en un retiro de las afueras de Buenos Aires, que también dejaron como resultado los nombramientos de Virginio Bressanelli, arzobispo de Neuquén, y de Mario Cargnello, arzobispo de Salta, para ocupar las vicepresidencias primera y segunda, respectivamente.

El arzobispo de Santa Fe, actual vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal, es primo hermano del fallecido expresidente argentino Raúl Alfonsín (1983-1989).

De buena relación con el Gobierno y con sectores políticos y sociales, en los círculos eclesiásticos se le considera un hombre mesurado y afecto al diálogo.

Arancedo sucede a Bergoglio, arzobispo de la ciudad de Buenos Aires y que con 75 años llegó a la edad límite fijada por la Santa Sede para ejercer funciones pastorales.

Los seis años de presidencia de Bergoglio estuvieron marcados por una relación tensa con los gobiernos del fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y de su esposa y sucesora, Cristina Fernández, que llegó al poder en 2007 y acaba de anotarse un contundente triunfo en las elecciones de octubre para un segundo mandato.

La frialdad que marcó el tono de las relaciones del arzobispo de Buenos Aires con el kirchnerismo llegó al grado de enfrentamiento abierto en temas como la crisis por las diferencias entre el Gobierno y las patronales agrarias, la aprobación de la ley que reconoce el matrimonio homosexual y la polémica sobre el aborto.

En 2008, durante el conflicto con el campo, Bergoglio llegó a pedir a Cristina Fernández un "gesto de grandeza" con las patronales agrarias, denunció "homogeneización" del pensamiento y "crispación social".

El pasado año, la cúpula de la Iglesia católica argentina libró una "guerra de Dios" contra el gobierno y trató por todos los medios de evitar la aprobación de la ley que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Bergoglio encabezó manifestaciones, movilizó a los sacerdotes en defensa de la "unidad familiar" y convocó vigilias frente al Parlamento.

Aunque perdió esta batalla, el arzobispo se apuntó un tanto poco después al conseguir que el gobierno frenara la difusión de una guía médica que repasaba los supuestos de aborto admitidos por la ley argentina: violación y peligro para la vida o la salud de la madre.

A principios de mes, una comisión parlamentaria desestimó, por falta de apoyos, una propuesta que consagraba el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo en las primeras 12 semanas de gestación.

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