El Chicle apuntala su defensa al sostener que asfixió pero no violó a Diana Quer

  • José Enrique Abuín asegura que se cruzó con la joven por casualidad y le quitó la vida al rodear su cuello con la mano izquierda. 
El Chicle en el juicio por la muerte de Diana Quer
El Chicle en el juicio por la muerte de Diana Quer
EFE

Bondadosa, buena, miedosa, "frágil como un cervatillo". Así han descrito los padres de Diana Quer en los juzgados de Santiago de Compostela a esta joven que desapareció el pasado 22 de agosto de 2017 y cuyo cuerpo apareció casi 500 días después en una fábrica abandonada en Asados. Además del recuerdo, en la primera jornada del juicio por su muerte se dieron cita la emotividad y la tensión. Su asesino confeso, José Enrique Abuín Gey, conocido como El Chicle, ha querido apuntalar las bases de su defensa que le alejan de la prisión permanente revisable. Según su versión de los hechos, la joven murió por un encuentro inesperado (no porque la estuviera siguiendo), por un accidente (para ocultar que habría abusado de ella) y en A Pobra do Caramiñal (sin secuestrarla con vida). Antes ha escuchado como había pruebas suficientes para demostrar que la secuestró, violó y asesinó. 

"Mi intención no era matarla. Le eché la mano derecha al cuello y la izquierda por detrás de la cabeza sin darme cuenta de la presión que hacía y cuando reaccioné me di cuenta que estaba parada, que no se movía". Con esa frase ha resumido El Chicle la muerte de esta joven de 18 años que nunca regresó de las fiestas de la localidad a su casa. En su camino se cruzó este "desalmado", como le llaman en el pueblo desde que fue detenido. Era conocido por sus trapicheos, pero "nunca nos hubiéramos imaginado esto".

Según El Chicle, confundió a Diana con una gitana cuando se cruzaron las miradas mientras él robaba "gasolina" en los camiones de los feriantes. Asegura que, preso del pánico, se fue hacia ella para que no alertara a los feriantes. Recorrió diez metros y la estranguló. Después, asegura que pensó en deshacerse del cuerpo para no volver a prisión. Así relata como metió a la joven ya "muerta" en los asientos traseros de su Alfa Romeo.

Su intención era arrojarla a la ría de Arousa, pero "había gente en el muelle" y se acordó de una fábrica abandonada en Asados donde -según ha confesado- en su día robó madera "con la que luego me hice un mueble para casa". Condujo unos pocos kilómetros más con Diana en los asientos traseros y, una vez en esa fábrica, a oscuras, arrastró el cuerpo de la joven junto al pozo.

Buscó un cable, quitó la tapa y a continuación le quitó la ropa a Diana. Toda menos la ropa interior, "porque no había entrado en contacto con los asientos y no podía tener fibras" del coche. No quería dejar ni rastro de la joven en su vehículo. Y así relata cómo introdujo el cuerpo en el pozo, primero las piernas y luego dejándolo caer hasta tocar el agua. A continuación, señala, le colocó dos bloques de cemento para hundirlo. Una vez puesta la tapa, cogió la ropa para deshacerse de ella.

Nada tiene que ver lo escuchado a El Chicle con lo que han mantenido en la sala tanto la fiscal, Cristina Margalet, como el abogado de la familia Quer, Ricardo Pérez Sierra. Todas piden la pena máxima del Código Penal y han expuesto sus argumentos por los que entienden que debe ser condenado. Fernanda Álvarez por su parte defiende una muerte imprudente porque "no hay pruebas de nada". 

Para que exista un asesinato debe haber una intención -Abuín la intentó desmontar con su encontronazo casual- y un arma. Es aquí donde la abogada ha asegurado que la brida con la que el resto de partes mantienen que la asfixió en la nave "no está entera sino que solo quedan trozos por el empeño en buscar ADN de Abuín en ella". Esa brida apareció en el pelo de Diana cuando la sacaron del pozo. El Chicle no la ha reconocido tampoco. 

Ha llegado la hora de la justicia para la muerte de Diana Quer y ahora las partes deberán demostrar que El Chicle tenía por objeto violar, asesinar y hundir el cuerpo de Diana Quer, además de probar que el acusado es un "depredador sexual al que todo le vale con tal de satisfacer sus deseos sexuales".  Al escuchar estas palabras de boca del abogado de la familia Abuín, El Chicle ha negado con la cabeza. Ha sido una de las pocas veces que se la ha visto gesticular. Hasta que ha llegado el momento de su declaración en todo momento ha estado cabizbajo, serio y sin cruzar la mirada con nadie. Solo asintió al escuchar a su abogada decir que estábamos ante una muerte accidental. Lo que no ha hecho en ningún momento ha sido pedir perdón. 

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