Todos apoyaron a Santos en su Gobierno, con la única oposición de Uribe

  • Poco duró el idilio entre el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su antecesor, Álvaro Uribe, quien pasó de catapultarlo a la Presidencia en 2010 a ser el gran azote de su Gobierno, sostenido por una alianza con casi todos los partidos e incluso la izquierda, gracias al diálogo con las FARC.

Albert Traver

Bogotá, 20 may.- Poco duró el idilio entre el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su antecesor, Álvaro Uribe, quien pasó de catapultarlo a la Presidencia en 2010 a ser el gran azote de su Gobierno, sostenido por una alianza con casi todos los partidos e incluso la izquierda, gracias al diálogo con las FARC.

Santos tomó las riendas de un país enfrentado con sus vecinos, la Venezuela de Hugo Chávez y el Ecuador de Rafael Correa, por el respaldo que, según Uribe, esos gobiernos brindaban a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Pero quien se había presentado como el delfín de Uribe desconcertó desde el primer día, ya que invitó a su investidura a Correa y al entonces canciller venezolano, Nicolás Maduro, y además habló sin fisuras de la necesidad de la paz durante su primer discurso como presidente.

Tres días después, el 10 de agosto de 2010, Santos recibió en la Quinta de Bolívar, de la ciudad caribeña de Santa Marta, a Chávez, del que dijo era su "nuevo mejor amigo", lo que retorció a Uribe y así comenzó una pugna sin cuartel que se tradujo en una gran oposición durante cuatro años.

Santos formó el llamado Gobierno de Unidad Nacional, con el apoyo de su Partido de la U, del Partido Liberal, el Partido Conservador, Cambio Radical y del Partido Verde.

Solo quedó fuera el izquierdista y minoritario Polo Democrático Alternativo, pero con el que más adelante también coincidió en el camino de la paz.

Fue precisamente el diálogo con las FARC anunciado por Santos en agosto de 2012 la gota que colmó el vaso de Uribe, quien pasó de ser un incómodo azote en Twitter, al que nada le gustaba y todo criticaba, a crear su propio partido, el Centro Democrático, el situado más a la derecha del espectro político.

Uribe usó el proceso de paz como munición, puso a las Fuerzas Armadas en contra de Santos y a este lo tildó de "amigo" de la guerrilla y del "castrochavismo", un discurso que ha calado en una parte de los colombianos.

Al desgaste del proceso de paz, se sumaron las protestas sociales y en especial el largo paro agrario de 2013, en el que los campesinos protestaron por las políticas neoliberales de Santos e hizo que la popularidad del presidente tocara fondo.

Luego el Gobierno perdió dos de sus cinco patas, ya que los partidos Verde y Conservador le quitaron su apoyo para entrar en la carrera presidencial con Enrique Peñalosa y Marta Lucía Ramírez, respectivamente, como candidatos y opositores a Santos.

En el Centro Democrático se libró una batalla interna para encabezar la candidatura a la Presidencia entre el mismo primo del presidente, Francisco Santos, y el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga, quien se erigió como el elegido de Uribe y hoy es el mejor posicionado para disputar el poder al actual mandatario.

De hecho, las encuestas ubican a Santos y Zuluaga en empate técnico tanto en la primera vuelta del 25 de mayo como en la que resolvería la Presidencia en una segunda votación, el 15 de junio.

El proceso de paz, deplorado por muchos colombianos, ha estado en el punto de mira de Zuluaga, que promete someter a las FARC a tantas condiciones que sin duda acabaría con los diálogos.

Y las elecciones legislativas del pasado 9 de marzo, en las que la coalición que apoya a Santos no alcanzó mayoría absoluta y el Centro Democrático se ubicó como segunda fuerza, son el mejor indicativo del estado de salud del Gobierno.

Por la izquierda, el otro golpe a Santos ha venido del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, antiguo guerrillero del M-19 y quien al frente del Gobierno local ha mantenido una cruzada contra la corrupción y los grupos de poder político y económico, lo que le llevó a las puertas de la destitución.

Durante la pugna por la Alcaldía de Bogotá, Petro formó un movimiento popular de oposición contra el ultraderechista procurador general y que terminó salpicando a Santos, ya que sacó a flote sus contradicciones y le hizo perder el apoyo de la izquierda que se había ganado gracias al proceso de paz.

"Sin duda alguna tuvo un coste político", reconoció Santos en una reciente entrevista con Efe sobre el polémico caso Petro.

Sin embargo, una vez restituido en su cargo, el alcalde volvió a dar su apoyo a Santos al observar cómo el candidato de Uribe subía en las encuestas, contando con que esta última es sin duda la peor opción para la izquierda.

Con Álvaro Uribe como su férreo enemigo y la fragmentación de la oposición, Santos afronta los comicios del 25 de mayo con el apoyo incondicional de los liberales, lo que significa un retorno del mandatario al partido de donde surgió.

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