Un Mali dividido y desestructurado se debate entre el diálogo y la guerra

  • Mali, dividido y desestructurado, se debate entre el diálogo y la intervención armada para poner fin a la rebelión tuareg que se hizo con el control del norte del país aprovechando el caos que siguió al pronunciamiento militar que el 22 de marzo derrocó al presidente Amado Tumani Turé.

Idrisa Diakité

Bamako, 19 dic.- Mali, dividido y desestructurado, se debate entre el diálogo y la intervención armada para poner fin a la rebelión tuareg que se hizo con el control del norte del país aprovechando el caos que siguió al pronunciamiento militar que el 22 de marzo derrocó al presidente Amado Tumani Turé.

Las principales fuerzas políticas malienses, reunidas entorno a dos grandes polos, los antigolpistas del Frente para la salvaguarda de la Democracia y la República (FDR) y los promilitares del Movimiento Popular 22 de marzo (MP22) coinciden, con importantes matices, en priorizar una intervención militar inmediata.

El FDR se muestra a favor del envío de 3.300 soldados extranjeros, tal y como acordaron Bamako y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), mientras que el MP22 insiste en que la división del país es una cuestión interna que debe solucionar el Ejército maliense, que se encuentra maltrecho y debilitado.

"La reunión en Uagadugu no debe poner fin a la opción militar para acabar con los islamistas y sus aliados" dijo a Efe Amado Koita del FDR, en relación a la primera reunión que el 4 de diciembre mantuvieron en la capital de Burkina Faso representantes del Gobierno de Mali, del grupo extremista Ansar al Din, principal facción rebelde, y del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA).

El MNLA, a pesar de ser el impulsor del levantamiento que comenzó el 17 de enero, acabó siendo desbancado por Ansar al Din y por grupos terroristas como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y Monoteísmo y Yihad en África Occidental (MYAO), que abogan por una aplicación rigorista de la "Sharia" (ley islámica).

"Nosotros rechazamos las negociaciones y apoyamos a los militares. La CEDEAO, la ONU y la Unión Africana nos han hecho perder el tiempo. Que les den armas y medios a nuestros militares y ellos liberarán (las provincias septentrionales de) Gao, Tombuctú y Kidal", comentó a Efe el dirigente del MP22 Nouhoum Keita.

La comunidad internacional y a su cabeza la CEDEAO y la Unión Europea temen, por su parte, que la prolongación de la situación favorezca el reforzamiento y la expansión de grupos terroristas como MYAO y AQMI.

"Si el integrismo no se corta -a través incluso de una intervención militar coordinada- puede desestabilizar toda la zona y llegar a convertirse España en el límite de Al Qaeda", dijo José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores de España, un día antes de la reunión de Uagadugu.

Frente a las tesis intervencionistas, Argelia, vecino de Mali y principal potencia militar de la región, se muestra renuente a una intervención, que aún espera el visto bueno de la ONU.

El levantamiento tuareg, el quinto desde la independencia del país y el cuarto desde la década de los 90, estalló tras el regreso de miles de combatientes que habían luchado en las filas del coronel libio Muamar al Gadafi contra la rebelión popular que lo derrocó en 2011.

La falta de preparación y equipamiento del Ejército de Mali para contener a los rebeldes desencadenó un creciente malestar entre las filas de las Fuerzas Armadas, que se tradujo en varios amotinamientos contra la estrategia militar del entonces presidente Turé.

La tarde del 21 de marzo, en el cuartel de Kati, a las afueras de Bamako, uno de esos motines adquirió la dimensión de una sublevación militar que la madrugada del día 22 se hizo con el poder.

Aprovechando el descontrol que siguió a la asonada, el MNLA lanzó una ofensiva relámpago, y el 6 de abril proclamaba unilateralmente la creación del "Estado de Azawad", un territorio de 850.000 kilómetros cuadrados.

Sin embargo, las desavenencias con los extremistas de Ansar al Din, más próximo a MYAO y a Al Qaeda por su visión rigorista del islam, desembocó en una lucha por el poder que, en apenas dos meses, acabó no solo con el sueño independentista del MNLA, sino que borró casi totalmente su presencia del país.

El conflicto ha dejado, además, 260.000 refugiados y más de 200.000 desplazados, en un país donde, según la ONU, 3 millones de habitantes están amenazados por el hambre.

Ante el agravamiento de la situación, voces como las del dirigente político Maitre Muntaga Tall o la del exprimer ministro Zumana Sacko recordaron a Efe la importancia de no olvidar el proceso de transición para la restauración del sistema democrático que debería concluir en unas elecciones.

Una transición cuya fragilidad quedó al descubierto, una vez más, el pasado 11 de diciembre cuando los militares golpistas, supuestamente comprometidos con la restauración del orden constitucional, forzaron la dimisión del primer ministro Modibo Diarra y se aseguraron los puestos clave del nuevo Ejecutivo.

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