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El uso de mascarilla es obligatorio desde el pasado 21 de mayo.
El uso de mascarilla es obligatorio desde el pasado 21 de mayo.

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Mascarillas: ¿un negocio rentable?

La obligatoriedad de uso hace que la demanda de este elemento no deje de subir, convirtiéndolo en una vía de negocio por la que cada vez apuestan más empresas.

La crisis ocasionada por la pandemia de la COVID-19 y la nueva normalidad han supuesto muchos cambios para la población española. Uno de ellos es el uso de la mascarilla que, desde el pasado 21 de mayo, y por orden del Ministerio de Sanidad, es obligatorio en la vía pública, en espacios al aire libre y en espacios cerrados de uso público siempre y cuando no pueda mantenerse una distancia de seguridad de dos metros. Una situación incluso más restrictiva en algunas comunidades autónomas, como Aragón y Cataluña, donde su uso es obligatorio incluso si se puede mantener la distancia.

Colocarse este elemento de prevención e higiene se ha convertido en un gesto cotidiano para todos los españoles y así lo reflejan los datos: solo en el mes de mayo, según un informe de la consultora de salud HMR, las farmacias vendieron 42,5 millones de unidades de mascarillas de todo tipo, lo que supone un negocio de más de 100 millones de euros.

A estos datos hay que añadir las ventas que se han realizado más allá de las farmacias, a través de tiendas, supermercados e incluso plataformas digitales como Amazon. Además, si con el inicio de la crisis, muchas firmas dieron un paso solidario al frente y pusieron sus recursos al servicio de la fabricación de mascarillas, como sería el caso de Capitán Denim, en esta nueva realidad, cada vez son más las marcas que han pasado a comercializar este producto lanzando colecciones propias.

La cadena de supermercados Lidl, por ejemplo, sacó a la venta una colección con diseños de Agatha Ruiz de la Prada que se agotó en un solo día (de lo recaudado donará 250.000€ a Save the Children para proyectos sociales); la marca catalana Mango también se lanzó a la producción masiva de mascarillas; e incluso grandes casas de moda como Louis Vuitton (que en su momento convirtieron sus ‘ateliers’ en talleres de batas para hospital) tienen su propia colección de este nuevo accesorio con un precio que oscila entre los 80 y los 100 euros.

Regulación y producción 

La fuerte demanda -con la llegada de la pandemia se disparó hasta en un 10.000%- de estos elementos ha obligado a muchas empresas a reorientar su actividad, al principio por la necesidad de material para los sanitarios y ahora por la posible rentabilidad de negocio. En China, por ejemplo, durante los dos primeros meses de 2020 se registraron 8.950 nuevos productores de mascarillas.

Si bien el precio de las higiénicas no reutilizables está regulado por el Gobierno (0,96 euros por unidad) y la posibilidad de obtener beneficio es más ajustada, existe un amplio mercado en las mascarillas reutilizables. El caso de Kitovirus es un buen ejemplo, ya que nació como una tienda online de mascarillas infantiles que comenzó con una inversión inicial de 500 euros y ha vendido en un mes unas 25.000 unidades. Otro ejemplo es el de la confederación ModaEspaña, que cuenta con la licencia de la Agencia Española de Medicamentos para fabricar material sanitario y cuya producción mensual se sitúa entre 1,5 y 1,75 millones de unidades.

Sobre la fabricación de las mismas, el Ministerio de Trabajo publicó una guía sobre su producción: la mascarilla con filtro de partículas y la mascarilla autofiltrante deben cumplir el Reglamento Europeo 2016/425 en lo relativo a equipos de protección individual (EPI). La mascarilla quirúrgica, por su parte, debe ceñirse a la Directiva 93/42/CEE, relativa a los productos sanitarios; y la mascarilla dual, a ambas normativas. Para la mascarilla higiénica, no se aplica ninguna reglamentación, pero debe cumplir con la Especificación UNE 0064-1.

Tipos de mascarillas y uso

Las mascarillas protegen de la potencial contaminación de la saliva pues, aunque la OMS plantea ahora que la COVID-19 pueda contagiarse por el aire, la investigación científica señala que la vía principal de contagio son las gotas respiratorias que expela una persona infectada cuando tose, estornuda o habla.

Aunque su uso es obligatorio para toda la población mayor de 6 años, existen algunas excepciones:

- Personas que presenten algún tipo de dificultad respiratoria que pueda verse agravada por el uso de mascarilla o cuyo uso esté contraindicado por motivos de salud debidamente justificados.

- Desarrollo de actividades en las que, por la propia naturaleza de estas, resulte incompatible el uso de la mascarilla, como la ingesta de alimentos y bebidas o cuando se sale a correr o se va en bicicleta.

- Causa de fuerza mayor o situación de necesidad.

Por otra parte, algunas regiones han decidido establecer normas adicionales: en Galicia, Ordicia (País Vasco), Baleares, Andalucía, Aragón, Extremadura, Asturias, Cantabria, La Rioja, Murcia y Cataluña su uso es obligatorio en todo momento y en todo lugar, como consecuencia de los últimos rebrotes de coronavirus, independientemente de que se pueda respetar la distancia de seguridad. En caso de no llevarla puesta, las multas ascienden a 100 euros.

El Ministerio de Consumo establece tres clasificaciones en el tipo de mascarillas: higiénicas, para personas sanas; quirúrgicas, para personas sintomáticas o asintomáticas positivas; y mascarillas EPI, para aquellos que están en contacto con personas sintomáticas o positivas de COVID-19. En los tres casos, no debe utilizarse durante más de 4 horas, pues pierde eficacia, y si se humedece o deteriora por el uso, se recomienda sustituirla por otra.

Si se trata de mascarillas reutilizables -como las homemade de tela-, estas pueden limpiarse de tres maneras, según recomienda el Ministerio de Sanidad: con detergente normal y agua entre 60 y 90ºC (ciclo normal de lavadora); sumergiendo las mascarillas en una disolución de lejía 1:50 (20 ml de lejía, 980 ml de agua) con agua tibia durante 30 minutos y lavar, posteriormente, con agua y jabón; o con la utilización de cualquiera de los productos virucidas autorizados por el Ministerio de Sanidad para uso ambiental y tras ello, el lavado de la mascarilla con agua y jabón para eliminar cualquier resto químico.

Desde la OMS recuerdan que antes de proceder a ponerse una mascarilla hay que lavarse bien las manos, con agua y jabón o con un desinfectante, y colocarla siempre desde los elásticos, sin rozar la parte de tela. Al quitarla, hay que asegurarse siempre de que está alejada de la cara y de la ropa en todo momento y desecharla dentro de una bolsa de plástico cerrada.