Djalma Santos, Nilton Saltos y Cubilla: adiós a tres mitos de los mundiales

  • El año 2013 contempló la muerte de Djalma Santos, Nilton Santos y Luis Alberto Cubilla, que dejaron a Brasil y a Uruguay huérfanos de mitos de los mundiales de fútbol, testigos de las hazañas de tres futbolistas que marcaron una época en sus países.

Juan José Lahuerta

Madrid, 16 dic.- El año 2013 contempló la muerte de Djalma Santos, Nilton Santos y Luis Alberto Cubilla, que dejaron a Brasil y a Uruguay huérfanos de mitos de los mundiales de fútbol, testigos de las hazañas de tres futbolistas que marcaron una época en sus países.

Los últimos 365 días se portaron mal con muchos jugadores que vivieron una época en la que las televisiones emitían en blanco y negro. Hay pocas imágenes de ellos en color, pero la memoria no olvidará a unas figuras que permanecerán en el recuerdo de todos los aficionados.

En Brasil despidieron a dos leyendas. Djalma Santos y Nilton Santos. Mismos apellidos pero diferentes familias. Jugaban en similares posiciones. Uno, Djalma, era lateral derecho. El otro, Nilton, lateral izquierdo. Y, juntos, ganaron los campeonatos del mundo de Suecia 1958 y Chile 1962.

Fueron los más destacados de la época en sus demarcaciones. Incluso Nilton Santos, hasta la irrupción de Roberto Carlos, fue el mejor lateral izquierdo que jamás tuvo Brasil. Sorprendieron al mundo y formaron parte del bloque que encumbró a Pelé en 1958. Después, sostuvieron al equipo que repitió éxito en 1962. Con Pelé lesionado, el rey fue Garrincha. Con ambos estuvieron ellos.

Uruguay también lloró el fallecimiento de Luis Alberto Cubilla, futbolista de Peñarol, Barcelona, River Plate, Nacional, Santiago Morning y Defensor. Jugó los mundiales de Alemania 1974, Chile 1962 y México 1970, donde dirigió a su país hacia la cuarta posición.

Ganó tres Copas Libertadores (dos con Peñarol y una con Nacional) y dos Intercontinentales. Talentoso y pícaro sobre el césped, fue uno de los mejores de la historia de su país, que, por su culpa, llegó a asustar Brasil en 1970. Un gol suyo adelantó a los "charrúa" en semifinales del Mundial de ese año. Después, Pelé y los suyos dieron la vuelta al marcador para alcanzar la final.

Uruguay también sufrió la pérdida de Anibal Paz, penúltimo superviviente del "Maracanazo" de 1950. Vio desde el banquillo cómo su país doblegaba a la súper favorita Brasil. Sólo participó en un encuentro de aquel campeonato, ante Suecia, pero fue testigo directo de una de las mayores proezas del fútbol. De aquel combinado sólo sobrevive Paraguay.

Paraguay despidió a Cayetano Ré, que brilló en España, sobre todo en el Barcelona, con quien logró en 1962 el trofeo de máximo goleador de la Liga. En el mismo campeonato también sobresalió el hondureño José Cardona. En las filas del Atlético de Madrid, durante siete años, marcó goles y ganó una Liga y una Copa. Y Ecuador se quedó sin Christian Benitez, que murió de un paro cardio-respiratorio inesperado cuando sólo tenía 27 años. Estaba destinado a brillar con su selección en el Mundial de Brasil que se disputará este verano.

Otros deportistas, también del mundo del fútbol y héroes de los mundiales, se despidieron este año. Los españoles Antonio Puchades, Antoni Ramallets e Ignacio Izaguirre, tres futbolistas que formaron parte del Mundial de Brasil 1950, aquel del que sólo sobrevive José Parra, último testigo de un grupo que hizo historia con una cuarta posición que sólo fue superada en Sudáfrica por la selección de Vicente Del Bosque.

El primero en desaparecer fue Puchades, el 24 de mayo, día en el que se fue un mito del Valencia. Entre 1946 y 1958 defendió la camiseta de su tierra, con la que ganó una Liga y dos Copas. Una ciática le retiró antes de tiempo, a los 33 años, pero se marchó dejando un huella imborrable.

En julio se fue Ramallets, leyenda del Barcelona. Desde la portería vio aquel gol de Zarra a Inglaterra y desde la portería se forjó una leyenda como azulgrana. Seis títulos de Liga, cinco Copas y el mismo número de trofeos al portero menos goleado adornan un palmarés que se forjó entre 1946 y 1962, año de su retirada. Su mayor decepción, la final de la Copa de Europa de 1961 que perdió ante el Benfica, fue compensada con años de éxitos en su club.

Eizaguirre, que cantó el gol de Zarra desde el banquillo, tuvo una dilatada carrera. La inició con la Real Sociedad en 1936, cuando la Guerra Civil Española estaba a punto de estallar. Después, retomó su pasión por el fútbol y defendió las portería del cuadro donostiarra, del Valencia y del Osasuna, donde colgó los guantes en 1960. Ganó tres Ligas, una Copa y dos trofeos al portero menos goleado. Se marchó definitivamente con 92 años.

Pero no todo es fútbol. El mundo se quedó sin un hombre muy especial que se sirvió del deporte para unir a un país. Sudáfrica lloró la muerte de Nelson Mandela, primer presidente negro del país africano que utilizó el rugby para fusionar a sus compatriotas.

Usó la Copa del Mundo de 1995 como instrumento político para la construcción nacional y para promover ideas de paz y estabilidad. Consiguió que el deporte que en su país estaba ligado al apartheid y a la discriminación uniese a Sudáfrica para levantar una Copa histórica marcada por la pacificadora figura de Mandela.

También se fue una mujer luchadora. Un ejemplo de superación. El cuerpo de la piloto de Fórmula Uno, María de Villota, no aguantó el terrible accidente que sufrió en el aeródromo de Duxford en 2012. Algo más de un año después de aquel terrible suceso y de una larga recuperación que la dejó sin su ojo derecho, se apagó en un hotel de Sevilla.

Aquel incidente que la incapacitó para mantener su sueño profesional cuando era piloto de pruebas del equipo ruso Marussia, también le abrió las puertas de una nueva etapa. Hasta el día de su muerte propagó a los cuatro vientos la importancia de aprovechar cualquier instante vital con un espíritu de superación incomparable.

El mundo también se quedó sin el gran atleta italiano Pietro Mennea, un blanco triunfador en especialidades dominadas por los velocistas negros. Un "intruso" que en 1979 se "atrevió" a batir el récord del mundo de los 200 metros con una marca de 19'72. No pudieron con ella auténticos mitos como Carl Lewis, Mike Marsh, Don Quarrie o Joe DeLoach. Sólo Michael Johnson, 17 años después, acabó con un registro que hoy posee el jamaicano Usain Bolt.

Además, consiguió ganar el oro en los Juegos Olímpicos de Moscú en la misma especialidad en la que brilló. Su palmarés olímpico se completa con dos bronces en 1980 en los relevos 4x400 y otro en Múnich 1972. El atleta flaco, enjuto y veloz que impresionó al planeta dio su última carrera, la de la despedida definitiva, el 21 de marzo de 2013.

En el maratón de Bostón, tres corredores se dejaron la vida en un atentado terrorista. No eran profesionales, pero la sangre de los 282 heridos y la de los muertos que impregnaron las calles de la ciudad estadounidense conmocionaron al mundo aquel 15 de abril de 2013.

El fútbol internacional también se quedó sin otras figuras. Aparte de los nombres ya citados, se apagaron los alemanes Ottmar Walter y Heinz Flohe. Ambos representaron a dos generaciones distintas de su país que alzaron la Copa del Mundo. El primero participó en el sorprendente título de Suiza 1954 que tenía escrito el nombre de Hungría, que, con Puskas a la cabeza en un combinado imbatible, sucumbió en la final con aquel famoso tanto de Helmut Rahn.

Flohe consiguió el mismo éxito en Alemania 1974, aquel que encumbró a Franz Beckenbauer y dejó sin corona a otro mito del fútbol, el holandés Johan Cruyff. También fue subcampeón en la Eurocopa de 1976 y participó en el Mundial de 1978 de Argentina.

Una vida marcada por el éxito fue la que tuvo el entrenador francés Bruno Metsu, que consiguió el mejor registro en un Mundial de la selección de Senegal, a la que condujo hasta los cuartos de final en Corea y Japón 2002.

En el mundo del motor dos tragedias cortaron la respiración a los aficionados del automovilismo y las motos. En junio, el danés Allan Simonsen murió durante las 24 horas de Le Mans y, en el último fallecimiento de 2013, el 30 de noviembre, el italiano Doriano Romboni, mientras corría para homenajear a su amigo Simoncelli, perdió la vida en un desgraciado accidente.

Otro que se despidió fue el piloto argentino José Froilán González, que con noventa años se despidió con el honor de ser el primero en ganar un Gran Premio de Fórmula Uno a los mandos de un Ferrari. Lo consiguió en 1951, en Gran Bretaña y llegó a ser subcampeón del mundo en la edición de 1954.

El baloncesto se quedó sin Serguei Belov, el hombre que acabó con la hegemonía estadounidense en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. Leyenda soviética, ganador de tres bronces olímpicos, dos campeonatos del mundo y cuatro campeonatos de Europa, se coronó con el oro de 1972 tras marcar 20 puntos y ser el máximo anotador de aquel partido que acabó con el rodillo ganador de Estados Unidos.

El tenis tampoco se salvó. Vivió el fallecimiento del presidente de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), Brad Drewett, que, tras un año en el cargo, murió a causa de una enfermedad neurodegenerativa. Ex tenista profesional (llegó a ser 35 del mundo), dejó un reguero de admiración tras su desaparición, que lamentaron tenistas de la talla de Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic.

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