Fundador de la red social

Jack Dorsey, la historia detrás del mito: Twitter, meditación y una comida al día

Tener cuenta era como apuntarse a un club donde uno podía opinar. En cinco años, su creación alcanzó los 50 millones de usuarios. Decenas de webs y redes sociales murieron, aunque él sobrevivió. ¿Por qué?.

Jack Dorsey, CEO de Square.
Jack Dorsey, la historia detrás del mito: Twitter, meditación y una comida al día.
Agencia EFE

Cuando tenía menos de 30 años, Jack Dorsey (San Louis, Misuri, 1976) estaba obsesionado con la idea de crear un sistema para que la gente se pudiera enviar mensajes cortos. Vivía en Oakland, en California. Era una época en que cualquier joven con conocimientos de informática soñaba con fundar la empresa que “revolucionará el mundo”. La mayor parte de esas ideas terminaba en una mesilla de noche. De hecho, Dorsey había creado una empresa que permitía contratar taxis, mensajeros y servicios de emergencia usando un “software” ingenioso. Pero no fue muy lejos.

En 2006, Dorsey entró en contacto con una empresa llamada Odeo que ayudaba a los usuarios a crear, grabar y compartir podcasts. Uno de los fundadores, Evan Williams, se fijó en Dorsey porque también él estaba buscando un sistema de mensajes que permitiera a los usuarios decir lo que quisieran de forma instantánea. Facebook estaba en sus inicios, pero ellos querían algo diferente. Así que, en 2006, Dorsey, Williams y otro ejecutivo llamado Biz Stone fundaron Obvious Corporation, que era la piedra miliar de Twitter. Crearon una web que permitía a los usuarios colgar mensajes cortos, tan cortos como que tenían 140 caracteres de máximo. Dorsey era el consejero delegado, y el 21 de marzo de 2006 a las 9:51 de la mañana puso su primer mensaje: “Just setting up my twttr” (configurando my twttr). Firmó como @Jack.

Esa contracción (twttr) era el primer nombre que se eligió para esa red social. Luego se transformó en Twitter (que significa algo o alguien que trina) y se denominó a los mensajes “tweets” (trinos o tuits, según la RAE). Puesto que no se podía nacer sin un logo, los fundadores crearon uno de color verde que es mejor olvidar. De hecho, se olvidó pronto porque cuando decidieron lanzar la red al público, en julio de 2006, contrataron a la diseñadora Linda Gavin para que crease algo más bonito y le dieron 24 horas. Gavin diseñó un logotipo con la palabra Twitter y en color azul. El pajarito vendría después.

Al principio, los usuarios se daban de alta sin entender mucho cómo funcionaba aquello. Pero es que en aquella época nacían tantas redes sociales que para estar en la onda había que apuntarse a todas. Era la famosa FOMO (“fear of missing out”), o el temor a perderse algo de moda. Abrir una cuenta en Twitter era como apuntarse a un club donde uno podía cotillear y opinar por escrito, y también leer los cotilleos y opiniones de otros. Uno iba engordando su lista de personajes preferidos, conocidos o desconocidos, y leía sus mensajes cortos. En cinco años, Twitter alcanzó los 50 millones de usuarios. Decenas de webs y redes sociales murieron en el camino, pero Twitter sobrevivió. ¿Por qué?

Muy sencillo: porque ponía límites a la verborrea de la gente. Los correos electrónicos se podían hacer tediosos y eternos, pero en Twitter se ponderaba la síntesis. Quien no fuera capaz de decir las cosas en 140 caracteres (una frase larga), no valía para esta red. De la noche a la mañana, esta herramienta convertía a los usuarios en maestros de las frases cortas, como Oscar Wilde. Además, en cualquier momento, si uno se cansaba, podía bloquear a otro usuario, o los usuarios podrían hacer lo mismo con uno. Había libertad de expresión y de eliminación. “En aquellos días, Twitter era una gran herramienta de conexión en la élite tecnológica”, dice Pablo Herreros, periodista y formador en comunicación que se dio de alta el 30 enero de 2009. “Estábamos los más online del periodismo y el emprendimiento. Era un patio de vecinos en el que disfrutábamos con una comunicación horizontal en la que, además, la norma era ayudarnos y pedir ayuda”.

Al ser una red pública y abierta, se fueron viendo sus ventajas en asuntos de enjundia mundial. En 2009, el gobierno comunista de Moldavia amañó unas elecciones de las que resultó vencedor absoluto. El pueblo salió a las plazas públicas a protestar. “El lunes 6 de abril, algunas ONG convocaron una manifestación de protesta”, dice un artículo publicado en “Journal of Democracy” en julio de 2009 por Alina Mungiu-Pippidi e Igor Munteanu. “El 7 de abril, algunos de los líderes de la oposición se unieron a los manifestantes frente a las oficinas gubernamentales en el corazón de la capital. El número de manifestantes había aumentado de 10.000 el día anterior a casi 30.000, en un área metropolitana de unos 900.000. La noticia se había estado difundiendo rápidamente a través de Twitter y otros servicios de redes en línea. Los medios oficiales no cubrieron, pero las cuentas, fotos y videos del mitin aparecieron en tiempo real en Twitter”. Se la denominó “La Revolución de Twitter” en Moldavia.

De pronto, se descubrió que Twitter era ideal para protestar, manifestarse, gritar y denunciar. Era una herramienta revolucionaria, mucho más de lo que había previsto Jack Dorsey. Superaba en velocidad a cualquier medio de comunicación: los mensajes de cualquier parte del mundo estaban instantáneamente en Twitter. Ni la televisión, ni la radio, ni la prensa, ni los teletipos le podían alcanzar en esta carrera. De hecho, los periodistas se convirtieron en sus primeros seguidores porque estaban mejor informados. Al minuto. Solo había que seguir a los “enterados”. Para enterarse de algo no había que ir a la página web de esa persona, sino ver lo que publicaba en Twitter. “No había ningún sitio que lo hiciera fácilmente visible para un gran número de personas”, dice un artículo de Soren Gordhamer titulado “Las cinco claves del éxito de Twitter”. En el pasado, dice este analista, unas pocas grandes empresas controlaban lo que era noticia. “Twitter ha tenido éxito en parte porque han permitido que las personas tengan su propio medio de comunicación, un medio para compartir y comentar lo que le gusta y lo que no le gusta que está ocurriendo en el mundo”. Era como tener un canal de televisión, un periódico o una radio para uno mismo.

Y en 2010 los fundadores tomaron una decisión estética: crear un pajarito azul como nuevo Logo. ¿Por qué un pajarito? Se podría pensar que porque solo los pajaritos emiten trinos o pían. Pero el motivo fue otro: Biz Stone, uno de los especialistas de la empresa, era de Boston y gran aficionado al baloncesto. Su ídolo era Larry Bird, jugador de los Celtics de Boston. Y Bird, en inglés, significa “pájaro”. De modo que se empeñó en poner a un ave. Al principio se la colocó al final de la palabra Twitter, pero luego el bichito se volvió tan popular que cogió vuelo por sí mismo, y desde 2012 esa ave azul, a solas, es el símbolo de la empresa. El azul era solo para dar continuidad al color escogido por la diseñadora Linda Gavin.

Hoy Twitter se ha hecho más sofisticada e incluso ha creado lo que podría denominarse un nuevo género periodístico: los hilos. Los hilos son historias o explicaciones en las que el tuitero se explaya a gusto. La ventaja es que, al estar obligado a dar una información trocito por trocito, o tuit por tuit, se ve obligado a ir al grano. Sintetizar. Puede añadir videos, fotos y gifs animados a su explicación. Desde una norma jurídica hasta un crimen, desde la historia de un empresario, a una experiencia anómala personal, los hilos se leen con facilidad ya que, como ha estudiado mucho la psicología cognitiva, se adaptan perfectamente a la forma de comunicar que exige el mundo de hoy: no te enrolles y trocea.

Las grandes masas están en otras redes, pero las más influyentes políticamente hablando están en Twitter: está llena de políticos, periodistas y también celebridades. Facebook es para hacer contactos sociales selectivos. Instagram es para celebridades. WhatsApp es de mensajes privados. Y TikTok es solo de videos. Dorsey y sus aliados sacaron a bolsa a Twitter en de noviembre de 2013 a 44,9 dólares por acción. Desde entonces ha estado dando altibajos y a finales de mayo de 2022 estaba alrededor de 40 dólares. Comparado con Facebook no ha sido un gran negocio para el pequeño accionista, pues vale menos de lo que costaba cuando salió a Bolsa. Pero para los grandes accionistas sí lo ha sido porque Elon Musk les va a comprar sus acciones.

Dorsey tiene el 2,4% de la compañía y si se cierra la operación, se llevará a casa 268 millones de dólares. El 25 de mayo, hace pocos días, Dorsey abandonó su puesto en la presidencia de la compañía, algo que ya estaba pactado desde hacía un año. Deja una compañía con unos ingresos de 5.000 millones de dólares en 2021, lo que representa su mayor salto en ventas desde que salió a Bolsa (un aumento del 37% en ingresos comparado con 2020). Con 217 millones de usuarios activos, tiene aún muchas más cuentas inactivas: 391 millones de cuentas sin ningún seguidor, lo cual para cualquier anunciante es como humo. Desde que salió a Bolsa en 2013 hasta 2021, Twitter ha sido una máquina de perder dinero: en 2021 perdió 221 millones de dólares. Solo ha ganado dinero en dos años: 2018 y 2019 (2.670 millones de dólares entre ambos).

Dorsey y sus socios han hecho una red social muy popular e influyente, pero nadie ha sabido sacarle jugo al invento del pajarito azul. Lo que sí ha logrado Dorsey estos años es atraer la atención de los periodistas por sus hábitos ascéticos. Por ejemplo, cuando se levanta a las cinco de la mañana, se pega una ducha de agua fría. “Nada me ha dado más confianza mental que poder pasar directamente de la temperatura ambiente al frío”, afirmó una vez Dorsey. “Simplemente desbloquea mi mente y siento que si puedo hacer eso que parece tan pequeño y que me duele tanto, es que puedo hacer casi cualquier cosa”. Por la noche, le encanta pasar de la sauna al agua fría. Así tres veces seguidas.

Solo hace una comida al día: la cena, que es entre las 6:30 y 9:00. Según un reportaje de la CNBC, come pescado, pollo o bistec con ensalada, espinacas, espárragos o coles de Bruselas. Tiene bayas mezcladas o un poco de chocolate negro para el postre y también a veces bebe vino tinto. Practica el ayuno durante los fines de semana: no come el sábado y rompe el ayuno el domingo, a la hora de la cena. Solo toma agua. El único suplemento alimenticio que no falta en su dieta es la vitamina C. “Un montón de vitamina C”, ha dicho Dorsey en más de una ocasión. Todas las mañanas camina de casa al trabajo, lo cual le lleva más de una hora, “Es solo uno de esos momentos de recuperación en los que dices, '¡Vaya, estoy vivo!'”, ha reconocido en varios medios. Escucha con sus auriculares el programa de podcast de Wim Hof, un holandés medio loco que se sumerge en aguas heladas y somete al cuerpo a temperaturas extremas en sitios polares para demostrar que la mente es más poderosa que el cuerpo. Wim recomienda meditación y respiración: el nuevo estoicismo.

Cuando está en su casa, Dorsey se sube a la bicicleta estática y lo combina con varias series de ejercicios para mantenerse en forma. “No tengo un entrenador personal. Yo no voy a un gimnasio”, dijo a un periodista una vez. En las fotos que la prensa le ha hecho en la playa, luce unos abdominales dignos de la portada de “Men´s Health”. Eso con 45 años. Es un seguidor del método de gimnasia y alimentación de Ben Greenfield, triatleta que practica “ironman”, comunicador, escritor y fisioculturista. Dorsey practica la meditación dos veces al día. Una, después de la ducha fría de la mañana. Se rapó el pelo y se dejó una barba generosa, que le dan aspecto de gurú iluminado. Cuando cumplió 42 años, en 2018, se fue a meditar durante diez días a Myanmar (Birmania), lo cual le supuso recibir una tormenta de críticas. Myanmar es una dictadura militar represora. El fundador de Twitter afirma que necesita llevar ese tipo de vida física y mental para ser eficiente y tener la mente clara. Sobre todo porque en estos años ha tenido que llevar otra compañía aparte de Twitter: Dorsey creó Square en 2009, una compañía de servicios de pagos móviles que desde hace unos meses se llama Block, y que ahora se dedica a las transacciones con criptomonedas.

Para el mundo de los ejecutivos tecnológicos, Dorsey es una especie de modelo que atrae y asusta por su estilo de vida. Austero y asceta. Tecnológico y visionario. Adelantado y millonario. Es gran amigo de Elon Musk, el fundador de Tesla, quien compró el 9% de Twitter y que ahora se dispone a asaltarla por entero y comprar el 91% restante por 42.000 millones de euros, cuando se disipen algunas dudas sobre miles de cuentas oscuras en la red social. Dorsey admira a Musk, el hombre más rico de universo. De Musk dijo hace años que está “centrado en resolver problemas existenciales y compartir su pensamiento abiertamente”, y hace pocos días afirmó que Musk era “la solución” para “transformar la plataforma”. Lo que los analistas no dudan es que tarde o temprano, Jack Dorsey sorprenderá a todos con una de esas ideas que “revolucionarán el mundo”.

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