La antigua Astano supera el veto civil y se enfoca al mercado eólico marino

  • Por primera vez después de treinta años, el astillero de Navantia Fene, la antigua Astano, ha amanecido hoy sin restricciones a la construcción naval civil, un castigo impuesto por la UE a mediados de los ochenta, prorrogado hasta el 31 de diciembre de 2014, tras el que se enfoca hacia el mercado eólico marino.

Lorena Bustabad

Ferrol, 1 ene.- Por primera vez después de treinta años, el astillero de Navantia Fene, la antigua Astano, ha amanecido hoy sin restricciones a la construcción naval civil, un castigo impuesto por la UE a mediados de los ochenta, prorrogado hasta el 31 de diciembre de 2014, tras el que se enfoca hacia el mercado eólico marino.

El anterior comisario de la Competencia, Joaquín Almunia, informó en septiembre, y por escrito, de que el veto expiraba en esta fecha.

De esta forma venció la limitación que las autoridades europeas le impusieron a la factoría de Perlío cuando España ingresó en la antigua Comunidad Económica Europea (CEE) y la fábrica de Fene, dentro del grupo público naval que pertenece a la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), retoma ahora las riendas de un futuro que, a corto plazo, pasa por centrarse en un novedoso segmento del mercado energético, enfocado a la eólica marina.

Navantia construirá en Fene (A Coruña) para Iberdrola las 29 estructuras metálicas -o jackets- que sirven para enjaular los molinos eólicos que instalará en el parque de Wikinger (Alemania), con una potencia de 350 megavatios a 75 kilómetros de la costa.

La empresa eléctrica hizo oficial la adjudicación del proyecto a Navantia el pasado 18 de diciembre, un encargo que la plantilla esperaba desde hacía meses y que recibió con alegría.

Para la factoría de Perlío supone unas 614.000 horas de trabajo y 90 millones de euros. Otra parte importante del proyecto se fabricará en Puerto Real, en la bahía de Cádiz, y significará dos años de tarea para el grupo naval, que da un primer paso sustancial hacia un "mercado estratégico", como lo define Iberdrola, que aspira a construir otros parques en el norte de Europa.

Astano, la factoría naval de Navantia-Fene, llegó a emplear a 7.000 trabajadores en los años setenta, cuando desde sus gradas se botaban los superpetroleros que asombraban al mundo.

Su grúa pórtico, en 62 años de historia, botó aproximadamente 280. El primero fue un pesquero de madera, el 'Comandante Lobo', en 1941, y el último, en 2003, una barcaza de acero, la 'Hammerfest'.

Desde 1984, Astano sufrió con dureza varias reconversiones navales consecutivas que recortaron su plantilla hasta reducirla a la mínima expresión -con una media de unos 50 años, apunta el Comité de Empresa- y sacudieron la economía de la comarca de Ferrolterra, que pivota casi exclusivamente sobre el naval como motor económico.

Hasta 2003, la factoría estuvo limitada al mercado offshore (lejos de la costa) y aunque se mantuvo bajo el paraguas público, en 2004, tras la disolución de Izar -que dio origen a Navantia- su carga de trabajo fue siempre a menos, sin buques en las gradas y poca tarea en los talleres.

Sin excepción, todas las formaciones políticas del arco parlamentario gallego plantearon el fin del veto a Astano en sus campañas electorales como un objetivo irrenunciable, pero la prohibición terminó expirando por sí misma en el plazo fijado.

El personal de Fene, que protagonizó docenas de movilizaciones para pedir más carga de trabajo junto a sus compañeros del astillero ferrolano, llevaba meses en subactividad, desde que terminaron su parte en la construcción de los bloques de los dos megabuques para Australia y los tres destructores cuyo diseño encargó a Navantia en 2007 el Gobierno de Canberra. EFECOM

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