Los inversores hacen su agosto en la Bolsa lusa con la venta al descubierto

  • La "venta al descubierto" de acciones, objeto de polémica a nivel europeo, ha agravado este agosto la devaluación de la Bolsa de Lisboa, que en lo que va de mes ya ha perdido más de un 12 %, equivalente a unos 7.500 millones de euros.

Oscar Tomasi

Lisboa, 22 ago.- La "venta al descubierto" de acciones, objeto de polémica a nivel europeo, ha agravado este agosto la devaluación de la Bolsa de Lisboa, que en lo que va de mes ya ha perdido más de un 12 %, equivalente a unos 7.500 millones de euros.

La "depresión" económica que vive el país, sumada a la "menor liquidez" del parqué lisboeta, han convertido a su principal índice, el PSI-20, en una especie de "paraíso" para los inversores a corto plazo ("short selling" en inglés), según apunta en declaraciones a EFE Tiago Pereira, gestor de activos del portugués Banco Carregosa.

En la llamada venta al descubierto, los inversores adquieren prestadas unas acciones -a cambio de una comisión- cuyo precio creen que va a bajar, las venden y esperan a que se devalúen.

En ese momento, las vuelven a comprar a un coste menor y de esta forma obtienen una plusvalía.

Asimismo, el carácter eminentemente nacional de la mayor parte de las empresas que cotizan en el PSI-20 las convierte en dependientes del estado de la economía lusa, inmersa también en la llamada crisis de la deuda soberana.

Las caídas del consumo y el PIB en Portugal, así como la introducción de severos ajustes y recortes en cumplimiento con el acuerdo firmado con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional a cambio del rescate, ha empeorado la confianza de los inversores en las posibilidades de algunas de sus mayores compañías, menos internacionalizadas que sus rivales europeas.

Los efectos de los movimientos de la venta al descubierto se han agravado en una época de pérdidas bursátiles generalizadas, lo que ha llevado a España, Francia, Italia y Bélgica a prohibir este tipo de operaciones en acciones del sector financiero.

"El mercado portugués es más volátil que el resto de bolsas europeas desde hace unos quince años, con mayores subidas y bajadas. La razón no es sólo la menor liquidez, sino también las circunstancias específicas de las propias empresas cotizadas", explica Pereira.

El mejor ejemplo del impacto de estas ventas al descubierto es el Banco Comercial Portugués (BCP), que en sólo un año ha caído en picado hasta cotizar a 25 céntimos por acción, el menor valor de todo el PSI-20 y un 55 por ciento más bajo que en agosto de 2010.

Para el gestor del Banco Carregosa, el BCP -el único banco luso en el que está confirmada oficialmente la presencia de este tipo de inversores- sufre las consecuencias de centrar su negocio fundamentalmente en Portugal, además de presentar una estructura accionarial "frágil".

Según el informe de las cuentas anuales de la compañía en 2010, tan sólo una sexta parte de sus beneficios proceden de su negocio en el extranjero, fundamentalmente Angola y Polonia, por debajo de los otros dos grandes bancos privados del país, el Espirito Santo (40 %) y el Portugués de Inversiones (algo más del 50 %).

Pereira subraya que no existen gestores de fondo que sumen a su cartera compañías que coticen por debajo de los 25 céntimos por título, y recuerda que en la Bolsa de Nueva York, las empresas cuyo valor cae por debajo del dólar tienen seis meses para recuperarlo o son expulsadas.

El periódico luso "Diário Económico" estimaba la semana pasada que estas ventas al descubierto han generado a los inversores que las practican al menos 60 millones de euros de beneficios en 2011, sobre todo en acciones del BCP.

Esta entidad, participada por el español Banco Sabadell en el 3,97 %, realizó el pasado junio una ampliación de capital de 1.300 millones de euros para mejorar su solvencia.

Quienes apuestan por la caída de los títulos portugueses en Bolsa han estado de enhorabuena en durante 2011, pues sólo una de las veinte de empresas que cotizan en el principal parqué lisboeta se ha revalorizado este año: La cadena de distribución Jerónimo Martins, con una fuerte presencia en Polonia.

"La economía lusa es demasiado cerrada a nivel de grandes empresas, falta internacionalización", asevera Pereira, quien contrasta las cifras de los "gigantes" lusos con el negocio en el exterior de compañías españolas como el Banco Santander o Telefónica.

A corto plazo, el gestor luso confía en que la tendencia se invierta y se vuelvan a registrar subidas en todos los mercados, aunque advierte de que el fuerte correctivo de este mes también puede reflejar que "los inversores se han anticipado a una gran desaceleración económica en Europa y quizá en el resto del mundo".

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