Luis del Rivero: la ambición por el poder absoluto

  • Luis del Rivero ha perdido la presidencia de la compañía que él mismo fundó en 1987. Siempre vinculado a la construcción, este empresario murciano ha acumulado poder económico e influencia a lo largo de una carrera con pocos tropiezos. Al final, su ambición parece que le llevó demasiado lejos.
Luis del Rivero, fundador de Sacyr
Luis del Rivero, fundador de Sacyr
Raúl Arias
lainformacion.com

Luis Fernando del Rivero (Murcia, 1949) empezó su carrera profesional por los cimientos. Claro: para eso cursó la carrera ingeniero de Caminos y para eso era buen hijo de su padre, coronel del Aire que le explicaría que los aviones siempre empiezan a volar desde el suelo.

Ahora, que ha sido destituido al frente de Sacyr por ir demasiado rápido en la lucha de poder por Repsol, quizá ha corrido más de la cuenta. O ha querido volar demasiado pronto .

Pero estábamos en el suelo, en el principio de su historia. Tras los estudios cursados en Santander (de donde es su esposa), su primer trabajo fue en una empresa de cimentaciones (por supuesto): Hiceosa, entre 1972 y 1974. De allí saltó a una de las grandes, Ferrovial, donde en trece años fue ascendiendo hasta alcanzar el puesto de jefe de Departamento.

En 1987 se puede decir que llegó su momento, cuando fundó Sacyr SA junto a José Manuel Loureda (uno de los pocos hombres que se han mantenido a su lado en el día de su destitución) y Félix Diezo, con unos 40 millones de pesetas (240.000 euros).

En aquellos años de mediados de los ochenta, Luis del Rivero militaba en la Alianza Popular de Manuel Fraga, pero, con el paso de los años, demostró que sabía moverse con cualquier tipo de políticos.

Directo, locuaz, sin pelos en la lengua a la hora de hablar de comperidores o negocios, al mismo tiempo que Sacyr crecía, este murciano apasionado de las naranjas iba ganando peso en la empresa y en el panorama económico nacional.

Hasta 2003, cuando accedió a lo más alto de la cúpula y le tocó el momento de decidir. La burburja inmobiliaria empezaba a crecer por aquel entonces y eso significaba más poder económico en un país que se movía a golpe de ladrillo.

Tanto poder creyó tener que intentó una operación más que temeraria en el seno del consejo de BBVA, cuando intentó echar de la presidencia a Francisco González al poco de empezar el primer Gobierno de Zapatero mediante la compra del 3,1% del banco. La pelea terminó mal sólo si se obvian las millonarias plusvalías que se llevó Del Rivero al dejar el banco: unos 150 millones.

La jugada le sirvió de experiencia a corto plazo y el siguiente gran movimiento de ajedrez de Del Rivero sí le salió redondo en su momento, es decir, cuando se hizo con el 20% de Repsol (ahora ha sufrido los efectos de aquella afrenta). Gracias a la toma de una quinta parte de la petrolera, el constructor asentó su imagen de hombre de negocios hábil y se acercaba a uno de sus grandes inspiradores, su rival Florentino Pérez.

Con el presidente del Real Madrid comparte pasión por el equipo blanco y es un asiduo al palco del Bernábeu. Es de las pocas aficiones que se le conocen, ya que no suele hacer ostentación de riqueza con yates o aviones. A Del Rivero, por lo que parece, sólo le interesaba el poder.

Esa ambición le ha costado múltiples encontronazos con compañeros de junta que han terminado incluso en los tribunales, como el polémico caso de los consejeros dominicales que ha mantenido con el bloque liderado por el primer accionista de Sacyr, Demetrio Carceller. Hasta ahora, Del Rivero parecía ganar todas las partidas, y, como los superhéroes que se alimentan de los poderes de sus oponentes, se hacía cada vez más fuerte.

Fuerza, y mucha, le hubiera otorgado definitivamente el asalto a Repsol. Su acuerdo con la mexicana Pemex le dejaba al borde de lanzar una opa por la petrolera española. Es decir, le situaba a un paso del control absoluto, a un último salto de echar a volar.

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